Día 22

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La luna veía como aquel mago de ojos y cabellos rojos moría cada día por la soledad de nunca encontrar el amor, angustiada por el pesar del Mago bajo para decirle "si alguien te tiene que amar, ya lo sabrás solo tendrás que saber reconocerlo". Y como aquello fuera un hecho, al tiempo el mago paseando por el bosque que estaba en su hogar se encontró con el ser mas bello que nunca vio, con tan solo haber cruzado su mirada lo supo, nació un pequeño sentimiento en su corazón, su magia cosquilleaba en sus manos y cuando quiso acercarse a aquel ser de ojos azules y cabellos del mismo color, este huyo. Lo quiso seguir, pero el bosque no se lo permitió, pero aquello no iba a evitar que lo alcanzara, todos los días siguientes se acercaba al mismo lugar con la esperanza de que aquel ser llegara y como si la luna guiara sus movimientos, lo encontró allí, sonriendo para él. Y el bosque le permitió la entrada, supo que era un hada una un poco fuera de lo común, portaba alas de un águila en su espalda unas muy bellas alas de color marrón con negro.

El tiempo pasaba llegando a que ambos forjarán en sus corazones la confianza y el amor que se profesaban, sus sonrisas era lo que la luna admiraba porque el mago ya no estaría solo, fue testigo de el amor, de las caricias, de los besos que ambos se daban. De aquellos momentos felices, de las discusiones y más que todo de los planes al futuro que imaginaban allí en su bosque, su hogar.

Pero como un cuento de hada el mal que existía en el mundo no soportaba aquella felicidad, la luna le quiso advertir, pero llego tarde Daiki se encontraba agonizando por la herida causada en su pecho dándole sus ultimas palabras a Taiga.

Taiga no iba a dejar escapar a su amor, así que cargando con el cuerpo de Daiki pidiendo al bosque dejarlo marchar. El bosque acompaño a ambos guiando el viento, rodeando a ambos con la esperanza de que le regresaran nuevamente al bosque su hada.

Taiga deseo con toda su alma el poder que tanta soledad le había traído, ahora lo deseaba para recuperar el amor que conoció y así traer aquella dulce mirada. La luna y el bosque fueron quien le proporcionaron aquel milagro uniendo la vida de Taiga a la de Daiki, compartiendo cada latido, cada respiración. Una luz ilumino aquel lazo regresando a la vida al hada quien expandía con gran júbilo sus alas para sonreír y dejar un beso en los labios del mago. La luna y el bosque fueron sus fieles guardianes protegiendo a ambos de aquella maldad que los quería cazar.

Fictober 2020 - KagaAoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora