Miedo

8.2K 761 248
                                    

"No será hoy, ni mañana. Pero quizá llegue el día en el que te aburrirás de mí, ¿no lo crees?"

Atsumu parecía ser una persona muy confiada, que incluso esta misma confianza podría llegar a ser algo irritante para los demás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Atsumu parecía ser una persona muy confiada, que incluso esta misma confianza podría llegar a ser algo irritante para los demás. Pero la verdad era, que el gran y único Atsumu Miya era en realidad una persona muy insegura de sí misma.

Osamu ya sabía de este lado de él, pero sinceramente sabía que no podría ayudarlo. No porque no quisiera, sino porque él necesitaba validación de alguien más, que no comparta linaje sanguíneo sino que lo conociera por la persona que realmente era.

—Hey Tsumu, es hora de irnos. Llegaremos tarde. —Osamu se adentró en la habitación, notando que su gemelo estaba perdido en sus pensamientos mirando hacia la pared—. Cabeza de termo, no tengo todo el día.

Se acercó y le dió un leve golpe en el hombro con el puño, logrando que este reaccionara y pudiendo irse finalmente a clases.

Si bien, Atsumu recibía cumplidos todo el día por parte de sus amigos y sus admiradoras, estos no eran los cumplidos que él necesitaba. Ya que no conocían lo inseguro que este podía llegar a ser.

Pero este miedo profundo que sentía de que lo abandonaran aumentaba más cada vez que estaba con Sakusa, la estrella y estudiante de Itachiiyama. ¿Qué tenía él de especial para hacerlo sentir tan indefenso?

No quería decepcionarlo. No a Sakusa. No a él.

Aún no lograba descifrar el cómo había sido posible que alguien como él, se hiciera amigo de alguien como lo era Sakusa. Quiero decir, es Sakusa. La persona que odia a las personas por simplemente existir, y con una misofobia que no te deja ni acercarte.

Pero ahí estaban, los dos caminando juntos un atardecer. Regresando de sus respectivas prácticas, acompañándose mutuamente para luego separarse, irse por sus caminos y volver al día siguiente a hacer lo mismo.

—¿Qué tal tu entrenamiento de hoy, Omi-kun? —habló el rubio, buscando un tema de conversación.

—Bien. —Fue una respuesta corta, aburrida, que provocó una mueca cansada en el gemelo.

—Qué respuesta aburrida. —admitió con simpleza.

El azabache lo miró de reojo con el ceño levemente fruncido, y el contrario sonrió burlón.

—Ven, te contaré mi día. —Arregló las tiras de su bolso—, así aprenderás a contar mejor tus entrenamientos. ¡Escúchame bien, Omi-kun!

×××

Los días seguían pasando, uno tras otro. Y ambos jóvenes siempre trataban de acompañarse en su trayecto a casa, aunque no lo admitían abiertamente, pero cualquiera de fuera podría decirlo con exactitud.

Esos dos querían pasar tiempo juntos.

—Miya.

El nombrado sonrió como hacía normalmente.

—¿Sí, Omi-kun?

La pregunta que venía era una que jamás hubiera imaginado que el azabache le preguntará. No era una pregunta mortal para algunos, pero para otros como él, quizás sí. Consistía de simplemente dos palabras:

—¿Estás bien?

Una sutil muestra de sorpresa, pero que Sakusa pudo notar claramente, apareció en el rostro y mirada del gemelo. Hubo un silencio corto pero a su vez, interminable.

—¡Pero qué cosas dices, Omi-kun! —Intentó evadir el tema, que funcionó, por ahora—. ¡Claro que estoy bien! Acaso puede ser, ¿que estás preocupado por mí, eh?

—Serás idiota. —Sakusa regresó su mirada al camino.

Pero el azabache notó que, por un momento, la máscara de Atsumu se había caído. Solo un momento, pero su verdadera personalidad estuvo a la vista.

—Aún así me quieres, yo lo sé. ¡Muy en el fondo! Pero me quieres. —Atsumu golpeo con sutilidad su hombro, no queriendo molestarlo por su misofobia.

Sakusa lo miró de reojo, suspirando en el proceso.

Quizá, —admitió en un susurro—. Pero no creas que te da derecho a festejar el hecho de que- ¿Qué te pasa?

Sakusa abrió en señal de sorpresa sus ojos al ver la escena frente a él. Atsumu ya no te esa sonrisa juguetona, ni tampoco esa actitud que desbordaba confianza.

Era un Atsumu diferente, muy diferente. Que incluso podría ser irreconocible para cualquiera.

—¿En serio crees eso...?

Atsumu tenía sus ojos vidriosos, una mirada suplicante y una mueca de estar al borde de romper en llanto.

—Tú... ¿En serio... me quieres? —Volvió a preguntar, como si realmente necesitará esa respuesta.

Sakusa sintió un gran vacío ante la cara del chico que tenía en frente. No era la misma persona de hace 10 minutos atrás, aunque si bien él tenía las sospechas de esta segunda personalidad, jamás pensó que podría ser así.

Claro que creo eso, Miya. —Después de un corto silencio, contestó—, ¿por qué crees que te acompaño todos los días después del entrenamiento?

Era lógica. Era Sakusa después de todo.

—Gracias, Omi-kun... —sonrió levemente, apenas elevando sus comisuras y dedicándole una mirada llena de amor y gratitud.

Pero jamás se esperó recibir un abrazo de parte del azabache. La persona que más odia hacer contacto físico que nadie me el mundo.

—¿Omi...?

Con algo de rubor en las mejillas de ambos, Kiyoomi contestó rápidamente.

—Solo sentí que debía hacerlo.

Fueron un par de minutos, pero fueron los mejores minutos que ambos jóvenes pudieron haber pedido.

*****

N/A: Creo que es algo corto, pero no se veía como para agregar más. Además, así me gustaba. ¡Espero aún les guste!

[ 09 de Noviembre, 2020. Sin revisar. ]

— kqdkenma.

SakuAtsu | OneShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora