Casualidad

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Hogar,
hogar puede ser muchas cosas,
un lugar público dónde te sientas seguro,
un grupo de amigos, tu propia casa.

Pero no siempre es algo físico,
quizás hogar no es un lugar en concreto,
quizás respire y se mueva como tú,
quizás sea un persona.

Hogar puede ser muchas cosas.

— — — — —

Atsumu era un simple empleado y cofundador del restaurante de su hermano, Osamu Miya, conocido por tener los onirigis más ricos de toda Osaka, 'Onirigis Miya'. Aunque al rubio no se le daba muy bien la cocina, ayudaba a su hermano en el mostrador y en la caja, entre otras cosas.

El lugar era muy concurrido durante día y noche, ni hablar en los fines de semana y en las vacaciones; siempre sonaba música suave de fondo, decoración temática dependiendo la época, lugar y mesas ordenadas y limpias, empleados y clientes siempre sonriendo.

Si bien Osamu tenía una cantidad de clientes abismal para ser que habían abierto hace menos de un año, también tenía influencia de sus amigos de preparatoria, quiénes habían logrado tener reconocimiento por cuenta propia. Por ejemplo, Akaashi Keiji, un joven escritor de novelas juveniles. Le gustaba el drama pero también el amor, así que siempre le agradaba la idea de combinarlos en sus escritos.

Otro claro ejemplo era Suna Rintaro, quién había fundado un bar hace 3 años atrás, teniendo gran gama desde su inicio hasta el día de hoy. Sin olvidar a su antiguo capitán de equipo; Kita Shinsuke, un modelo con buena reputación junto a su novio, Aran Ojiro, fotógrafo profesional. Ambos se conocieron en el campo de trabajo. Linda casualidad ¿no?

—¡Qué tenga un buen día! Regrese pronto —saludó. Alzando levemente su mano, despidió a la joven que acababa de comprar en el local.

Un largo suspiro salió de los labios del chico rubio tras el mostrador, ya había trabajado cuatro largas horas; caminando con órdenes en sus manos de mesa a mesa, bajando la mercadería que el camión les trajo dos horas atrás, ayudando en lo que podía en la cocina, limpiando las mesas, y peleando en sus pocos tiempos libres con Osamu.

Podían estar trabajando, pero iban a estar peleando entre sí de igual manera. Eso no cambiará con el paso de los años.

—Hey patán, mesa cuatro, apúrate —dijo su hermano, golpeándole la parte trasera de su cabeza.

Atsumu gruñó por lo bajo y, tomando la orden entre sus manos, se encaminó a la mesa cuatro dónde se encontraban sentados siete chicos que parecían estar en preparatoria. Así mismo, se volvió a la parte trasera del restaurante para tomar un poco de aire.

En eso ve cómo Akaashi, amigo suyo y de su hermano, pasa caminando con otra persona azabache después de haber estacionado su auto a unos metros de ahí. El otro joven era más alto que Akaashi y tenía una mascarilla puesta, quizá no le agradaban mucho los gérmenes por lo visto, por lo que volvió adentro sabiendo que Akaashi iría al local.

—Samu, Akaashi está llegando —informó a su hermano, mientras volvía al mostrador.

Osamu giró para verlo—¿Cómo sabés que está llegado?

—Lo ví desde atrás, duh.

Atsumu empezó a preparar la orden que el azabache siempre pedía. Era extraño, pero al mismo tiempo no tanto, el hecho que el ex-estudiante de Fukurodani siempre pidiera exactamente la misma orden. Siempre que iba era igual; nada bueno, nada viejo, simplemente la misma repetitiva orden de su parte.

—Okay, gracias Tsumu. Dejá que yo lo hago, después iremos a charlar con ellos.

Osamu cambio lugares con su hermano y empezó a preparar él mismo la orden para su viejo amigo, fanático como él del onirigi. El rubio apoyó su espalda baja contra la mesa de la cocina, observando las inquietas manos de Osamu moviéndose sobre la mesa.

SakuAtsu | OneShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora