Te Necesito

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“Los abrazos son reconfortantes, porque siento que los brazos que me rodean son como muros. Muros que me protegerán de todo mal”

Sakusa era una persona bastante reservada, todos sabían eso, como si él no lo demostrará en su día a día

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Sakusa era una persona bastante reservada, todos sabían eso, como si él no lo demostrará en su día a día. Pero si bien era una persona con pocas expresiones, seguía siendo un ser humano que simplemente, y solo a veces, solo necesitaba un poco de amor.

Komori, su primo, ya estaba bastante acostumbrado a este comportamiento suyo cuando estaba algo decaído, por lo que lo llevaba a lugares donde pudieran haber perros rondando sueltos, para que pudiera relajarse un poco.

Podría llegar a funcionar en ocasiones, casi nunca le fallaba esta técnica, pero se notaba que a veces él necesitaba otra clase de amor, hablo de una nueva perspectiva que antes él no había experimentado. Komori lo sabía, pero no podía dárselo, pero Sakusa siempre le agradecía todos los esfuerzos que este hacía para animarlo. Realmente lo apreciaba de su parte.

Aunque estos últimos días el azabache estaba en modo automático, como si de una máquina se tratase. Se levantaba, desayunaba, entrenaba, iba a la escuela, volvía a entrenar, llegaba a su casa, hacía sus tareas escolares, dormía. Otra vez.

Y otra vez. 1, 2, 3.

La rutina diaria de la estrella de Itachiiyama ya se había vuelto aburrida. Todo era de un color gris, ya no había colores en su amaneceres, tampoco en el cielo nocturno, o en los uniformes que veía todos los días en la escuela, vagando por los pasillos. Todo era repetitivo, sin emociones.

A pesar de intentar buscar emociones nuevas, no las encontraba, y la ayuda de Komori no hacían gran efecto en él desde hace tiempo. Su cara ya mostraba una emoción al menos, cansancio, y nada más. No era como si realmente pudiera pensar en otras cosas que pudieran distraerlo de su anticuada rutina.

—Komori, ¿qué estás haciendo? —Sakusa volteó a verlo algo cansado pero sumamente confundido—. ¿Por qué estamos en un local de limpieza?

El castaño volteó a verlo con una enorme sonrisa, como si acabará de descubrir la octava maravilla del mundo. Y manteniendo esa sonrisa respondió:

—¡Pues claro! No hay nada mejor para animarte que trayéndote a una tienda de limpieza! —respondió orgulloso de sí mismo.

—Pero... —No alcanzó a terminar su oración, o mejor dicho intento de formar una, antes de que este lo sujetará de la muñeca y lo arrastrará dentro del local.

Fue algo diferente a lo que él hubiera pensado que iba a ser, es decir, él sabía que eso lo podía alegrar aunque sea un poco y alejarlo de su mundo gris, por más que sean por 5 minutos. Para él ya era suficiente ver aunque sea en colores saturados, era nuevo y atrayente.

Pero hubo algo que llamó su atención, algo... o mejor dicho alguien, que hizo que dejará de pensar en tantas cosas por unos segundos, que parecieron eternos. ¿Y saben qué más?

Hubo colores. Más de lo que él simplemente pudo haber pedido.

Sakusa por primera vez en meses había visto el mundo con los colores más llamativos y radiantes que jamás haya visto antes.

Todo pasó tan rápido. Un jóven de pelo corto y revuelto, de un color dorado pasó literalmente corriendo tras otro jóven igual a él, seguro eran gemelos porque eran prácticamente una copia en carne y hueso. Pero esos segundos en los que él lo vio pasar... Fueron mágicos.

—¡Samu, ven acá maldito bastardo! —Hecho una furia este pasó a unos metros de él.

Esos segundos que, como máximo habrán sigo cinco, parecieron dos minutos enteros. Viéndolo en cámara lenta, viendo sus facciones detenidamente. Ojos avellana, pero eran especiales de alguna forma. Su cabello dorado lucía como si estuviera en un slow motion, haciéndolo lucir aún mejor. No tenía mal aspecto físico tampoco y su piel era algo morena por las vibras del verano. Por otro lado, sus shorts rojos resaltaban sus piernas bien trabajadas. Además de su remera gris sin mangas, exponiendo los músculos en estos. Y claro, sus zapatillas negras.

—¿Sakusa...? —Komori rompió el silencio, trayendo devuelta al azabache a su mundo gris—. ¿Estás bien?

Él se volteó y le dedicó una mirada extraña que Komori supo identificar.

Oh. —Komori estaba sin palabras.

Sakusa tomó con su mano derecha el barbijo y bajándolo un poco dejó ver la leve sonrisa que tenía plasmada en su rostro.

—Creo que encontré mi escape al mundo. —Sus ojos negros tenían un brillo que el castaño jamás había visto antes. Él sonrió feliz por su primo—. Te agradezco que me hayas traído acá, Komori.

*****

N/A: ¡LO SIENTO, SÉ QUE ES CORTO! Pero estuve una semana trabada con esta actualización y no se me ocurrió nada mejor que esto. ¡Espero aún así les guste!

[ 21 de Noviembre, 2020. ]

— kqdkenma.

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