-¿Un trato?-. Manoban pronunció con la cabeza llena de confusión
-Correcto, un dulce trato llamado tú-. Dijo Kim adentrando pasos lentos hacía la menor mientras relamía sus carmesí y brillantes labios
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➥ Lengu...
-Hoy platiqué con Jake y le expliqué las cosas tal y como me las contaste, si tú deseas, puedes regresar nuevamente-. Seulgi notificó mientras bebía de su espresso
-Si te conté la verdadera versión de los hechos es porque estoy bastante apenada por las cosas que pasaron y no quisiera que Wonbin lleve una mala visión sobre mí, muchas gracias de todas maneras, Seulgi-. La pelinaranja habló con una expresión seria sobre su rostro
Luego de una ligera conversación, ambas amigas se retiraron de la acogedora cafetería donde merendaban esa tarde.
Lalisa cruzaba su avenida mientras apresuraba sus pasos, solo tenía ganas de llegar a casa y tomar un reconfortante baño, necesitaba limpiar su cabeza de tanto malestar acumulado y tomar una siesta; todo lo que había pasado en su vida en tan por tiempo hizo que se descuidara bastante y no solo de manera física, su temperamento era distinto y sentía sus emociones a tope.
Antes de tomar las llaves de sus bolsillos, revisó el buzón de correspondencia como era de costumbre, aquel pequeño espacio casi siempre se encontraba despejado, pero sus yemas palparon un delgado sobre y sin dudarlo, lo sacó de la estrecha cavidad.
Al ingresar a su departamento, abrió el papel y leyó su contenido; aquella hoja, como era de esperarse, no traía alguna noticia que aliviara un poco a la menor de su gran carga de estrés, pues el hospital aún hacía más presión en recordarle que su deuda debía ser cancelada en menos de dos días. Manoban sentía perder la cabeza poco a poco con tanta carga y pensó en llamar a su hermano para pedirle dinero prestado como "última opción", pero era seguro que aquel tenía mayor gasto económico y sería bastante desvergonzada en hacerlo, pues él ya había cancelado su parte del débito en el hospital.
Tomó el celular y llamó a la última persona en la que había pensando, Jennie Kim. Sus piernas temblaron ligeramente, Lisa se sentía perdida y confundida y luchaba internamente con no caer así de bajo, mientras por su cabeza buscaba alguna otra opción, pero realmente estaba agotada y no dudó en pensar en que la pelinegra podría seguirle haciendo la vida imposible pese a sus negaciones.
El timbre de la llamada sonó durante dos veces y la muchacha contenía sus ganas de cancelarla, hasta que aquella dejó de emitirse.
-¿Quién habla?-. Una conocida voz llenó el vacío a través de la línea telefónica
-Soy yo, Lisa-. Tragó saliva
Sabía profundamente que la mayor estaba saltando en una sola pata en ese instante, pues nuevamente había obtenido lo que quería y eso le hacía sentir muy bien.
Lisa se fue directamente a la ducha luego de finalizar la llamada, su corazón revoloteó de incertidumbre, pero su decisión lamentablemente estaba tomada.
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La pelinaranja se apuró al ver que estaba cerca y al llegar a la puerta, acomodó su cabello y no se demoró en tocar el timbre. Su semblante se apreciaba pacífico, pero por dentro, la sangre de Lisa hervía de los nervios y presión excesiva que tenía.
La puerta fue abierta de inmediato y una pelinegra se asomó con una radiante sonrisa.
-Pasa-. Habló mientras le hacía espacio
La mujer se veía realmente bien, ¿Cómo era posible que luciera así de genial luego de haber bebido tanto la noche anterior?
Le ofreció algo para tomar y se decidió en llevar dos pequeños vasos de whisky para luego ubicarlos en la mesita.
-Te ves nerviosa, bebe un poco; seguro te relaja-. Aconsejó la pelinegra
-Necesito los... necesito el documento-. Pidió la menor en tartamudeos
-¿Ahora temes en que tus impulsos te traicionen y cambies de opinión? Ya estás aquí, no hay vuelta atrás, Manoban-. Aclaró intimidante sacando el escrito del día anterior
Manoban tragó su bebida de un solo sorbo e hizo un gesto de disgusto, el whisky realmente le desagradaba o eso creía.
«Vamos a acabar con esto de una vez por todas» pensó, cogió el bolígrafo a su costado y sin meditarlo más, firmó sobre el papel que ya tenía plasmada la rúbrica de la pelinegra.
La mayor no perdió tiempo y puso la botella del alcohol sobre la mesilla de centro, echando un poco más en ambos vasos.
Lisa nuevamente se lo acercó a los labios y bebió, sentía su cabeza dar vueltas, pues no estaba tan acostumbrada a beber en gran cantidad y menos de forma rápida; una mueca de desagrado se propagó otra vez en su rostro.
-¡No lo estás disfrutando, eh! Ven aquí-. Acercó de la cintura a la pelinaranja, tomando de su recipiente, dio un gran sorbo y tragó suavemente
Ubicó sus delgadas manos alrededor del cuello de la nerviosa muchacha y juntó sus tibios labios con los de ella; el efecto del alcohol ya estaba apoderándose de Lisa, pues sentía su estómago arder y sus labios calentarse más al sentir el aliento de la pelinegra que degustaba gozosa de sus pronunciados belfos, no dudó en corresponderle.
Manoban podía sentir el ligero sabor del whisky en su boca, Jennie había cumplido su objetivo; ambas muchachas se alejaron jadeantes para tomar bocanadas de aire; pero la pelinegra no estaba dispuesta a perder más tiempo y se repinó sobre la otra provocando que esta soltara un precipitado gemido de sorpresa.
-Tócame-. Pidió en un tono sugerente
Sus roles habían cambiado totalmente y de un momento a otro, Lalisa sintió una chispa encenderse dentro de ella, un escalofrío viajó por su columna vertebral e hizo que su piel se tornara áspera en cuestión de segundos, de pronto, sus ojos habían chocado contra los de la ajena, quien la observaba con un intenso deseo, ella lo sabía completamente y no dudaría en llenarla por completo de lo que tanto anhelaba.