Práctica #7 "Suelo de conservación"

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Introducción

La Ciudad de México (CDMX) es una de las mayores concentraciones urbanas de todo el hemisferio occidental, enmarcándose en un conjunto de tendencias mundiales, entre las que sobresale la concentración progresiva de las poblaciones humanas en centros urbanos de cada vez mayor tamaño y los crecientes desafíos en materia ambiental. Por ello sorprende que pese a su tamaño, más de la mitad del territorio capitalino se encuentre bajo categoría legal de Suelo de Conservación, manteniendo una proporción considerable de su superficie cubierta por ecosistemas naturales con bajo grado de alteración humana directa. No obstante, los asentamientos humanos irregulares (AHI) constituyen una forma de cambio de uso de suelo en esta zona de importancia estratégica y son manifestación sobre todo de la población más desfavorecida que demanda los derechos que las autoridades parecen incapaces o indispuestas a satisfacer, como una vivienda digna y la creación de un patrimonio. 

Los desafíos que presenta el deterioro ambiental a escala planetaria han fomentado que se deje de ver al medio ambiente como un almacén de materias primas por extraer o un espacio desaprovechado por colonizar. En cambio, ahora se le reconoce como un proveedor insustituible de un amplio abanico de servicios que suman a su valor económico real y, quizá más importante aún, se ha vuelto evidente que el deterioro ambiental acarrea costos que la sociedad en su conjunto acaba pagando, sea directamente en forma monetaria o indirectamente en pérdida de bienestar.

Los suelos y su importancia ambiental

El suelo constituye un sistema abierto, con entradas de tipo atmosféricas y salidas que pueden ser superficiales, en forma de escurrimiento y erosión. En el cuerpo mismo del suelo se producen una serie de transformaciones que involucran la presencia de microorganismos, agua, raíces, intercambio de gases, descomposición y neoformaciones, entre muchos otros procesos. Se requieren cientos a miles de años para la formación de algunos centímetros de suelo, es por esto que se considera al suelo como un recurso natural no renovable. Los suelos cumplen con importantes funciones de las cuales se derivan servicios ambientales indispensables para el sostenimiento tanto del ecosistema como de la vida humana. La función más conocida es la de soporte y suministro de nutrientes a las plantas.

También cumple con funciones como la de constituir un medio filtrante que permite la recarga de los acuíferos, influyendo también en la calidad del agua. Asimismo, constituye el medio donde se realizan ciclos biogeoquímicos necesarios para el reciclaje de los compuestos orgánicos, reduce su liberación a la atmósfera como CO2, que es uno de los principales gases "invernadero" responsables del cambio climático. El suelo funciona también como hábitat para una miríada de organismos, desde células microscópicas a pequeños mamíferos y reptiles, manteniendo una amplia biodiversidad, en los ecosistemas urbanos, el suelo juega un papel fundamental como material de construcción y como cimiento para la infraestructura urbana. La degradación de suelos se refiere a los procesos inducidos por la sociedad que disminuyen la capacidad actual y futura del suelo para sostener la vida humana. La degradación del suelo esté considerada como el mayor problema ambiental que amenaza la producción mundial de alimentos y una de las principales amenazas para el desarrollo sostenible de los terrenos agrícolas. Se divide en dos grandes categorías. La primera se refiere a la degradación por desplazamiento del material edáfico. En ella podemos encontrar  la erosión hídrica y eólica. Una segunda categoría se refiere a la degradación como resultado de un deterioro interno. En esta categoría encontramos a la degradación química que engloba la pérdida de nutrientes, la contaminación, la acidificación y la salinización, la degradación física, que abarca el encostramiento, la compactación y el deterioro de la estructura del suelo y la degradación biológica, resultado de un desequilibrio en la actividad biológica en el suelo, incluida la pérdida del banco de semillas y microorganismos de importancia en procesos de fertilidad y descontaminación.

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