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Suspire observándome en el espejo mientras acomodaba mi cabello. Era domingo, día en que podía estar molestando al grumpy, pero había decidido mentirle una vez mas. Habia utilizado a Gerard como excusa para destruir sus planes.

Cerré mis ojos y recordé su triste mirada cuando tuve que romper con sus ilusiones domingueras.

- Vaya – Gerard ingresaba a la habitación con una sonrisa – te ves linda para esa salida familiar

Rodee mis ojos con molestia.

- Vamos Lena, no es tan malo después de todo – acaricio mis hombros

- Si lo es – voltee a verlo con tristeza

- Entonces si lo es, ¿Por qué demonios no lo cancelaste cuando pudiste? – frunció el ceño molesto – te lo he dicho desde un principio, que no te metieras entre ellos, pero tu 

- Lo hice porque pensé que el grumpy no me quería – me defendí interrumpiéndolo

- Y ahora está que se derrite por ti – movió sus cejas divertido, reí levemente – e Isaza también se derrite por ti – se quedó pensativo – te envidio

- ¿Por qué?

- Porque eres mi quien pudiera, mujer – se tiro en mi cama

- No es divertido saber que tendré que romper el corazón de Isaza en un momento – comente con tristeza

- Lo lamento por eso – se sentó – pero no se merece seguir ilusionado

- Lo sé – murmure

Mi teléfono comenzó a sonar y tomándolo un mensaje de Isaza se hacía presente. Se encontraba abajo esperándome. Suspire y observe a mi amigo con rapidez.

- ¿ya vinieron por ti?

Asentí levemente.

- Pues, que te diviertas – sonrió

- Esperaba más un "buena suerte" – moví mis hombros luego de haber tomado mi bolso

- Procura de no terminar siendo su novia – suplico – porque eso se puede poner peor

Abrí mis ojos con sorpresa frente a eso, esperaba que esto no se extendiera más de lo que ya estaba. Con nerviosismo baje y antes de ingresar al auto suplique a todos los astros que esto de verdad no se volviera una tragedia griega, mas bien colombiana. 

- Hola – sonreí

- Oye que hermosa – comento con una sonrisa y se acercó a mí para besar mi mejilla

- Gracias – susurre con una mueca de sonrisa – tu también te ves bien

El me observo con ternura y volvió su vista al frente para encender el auto.

- Gracias – agrego – bien, comencemos el día

- Si – susurre

El camino fue tranquilo. Entre la música y las preguntas curiosas de Isaza sobre mi familia se había pasado el corto viaje. Mi termómetro de mentiras había superado el límite, desde mi verdadera identidad hasta mi amor por el grumpy. 

¿En qué momento mi cabeza pensó que mentir sobre quien era estaba bien? Ahora ni siquiera sabía quién era.

Cuando llegamos comencé a ponerme aún más nerviosa de lo que ya estaba. Isaza me hizo señas de que lo siguiera, era una gran casa con mucha vegetación alrededor. Me quede impresionada por la cantidad de flores hermosas que habían. Eran como las del palacio, una pequeña nostalgia me había invadido cuando recordé mis tardes con un libro en mano entre ellas.

Enamorando a un corazón - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora