09 | A quien escoges

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09| A quien escoges

HALLEY:

A la mañana siguiente me desperté de un sobresalto al recordar que había retrasado la alarma tres veces y que tenía que ir a la universidad. Anoche me costó dormirme y acabé haciéndolo bastante tarde, por lo que esta mañana necesitaba quedarme pegada a las sábanas un ratito más por muy extraño en mí que pareciera.

Tardé literalmente cinco minutos en vestirme y en recoger mis cosas para marcharme segundos después corriendo escaleras abajo. Ni siquiera tuve tiempo de desayunar, di los buenos días a mis padres y me despedí avisándoles de que hoy comería fuera de nuevo para que no me esperasen. Esta tarde venían los de la compañía de baile que habían reservado en Sky para dejarme los decorados de la actuación y quería llegar temprano para poder recibirlos y pasar el mayor tiempo posible allí dentro organizándolo todo, por lo que pediría un sándwich en alguna tienda de comida rápida y almorzaría por el camino.

Después de mi segunda clase me encontré con Halle sentada en el mismo árbol de siempre, tenía una hora libre porque un profesor estaba encargándose de una reunión importante y había retenido a mi profesor de biogeografía, por lo que me senté a su lado y suspiré exhausta.

—No te he visto llegar, eso es raro en ti.

—Lo sé, me he quedado dormida —respondí sin dar mucha explicación mientras escuchaba a mi tripa rugir.

—Caray, ¿has desayunado? Porque parece que tienes ahí una bestia...

Reí, negando con la cabeza.

—No he podido, habría llegado más tarde aún.

Entonces la escuché revolver algo en su mochila y segundos después me dio un codazo y mis ojos se fueron directos hasta la barrita de cereales que sujetaba entre sus dedos.

—Te quiero mucho —dije antes de cogerla y retirar el envoltorio.

—Claro que lo haces, estúpida boba... —Me abrazó mientras reíamos—. Aunque quiero que quede claro que estoy molesta contigo por lo de ayer.

Sonreí.

—Es verdad, ayer no pude preguntarte, pero... ¿qué tal con ese chico?

Pareció pensarse la respuesta unos segundos antes de responderme.

—No pasó mucho después de que te fueras, él se disculpó unas mil veces más y me dijo que llegaba tarde a una clase de yo qué sé qué, hablaba demasiado rápido. Después de asegurarle de que no pasaba nada se marchó corriendo y me dijo que me compensaría por ese batido y yo volví a casa después de pasar por algunas tiendas, me compré una camiseta para cambiarme y que la gente dejara de mirarme las tetas —explicó sin darle demasiada importancia acompañándose de un gesto con la mano.

Oh, Dios mío.

—Hall, ¿te has dado cuenta de que ese chico te ha invitado a salir?

Parecía estar a punto de soltar la mayor carcajada de la historia, como si acabara de soltar un chiste buenísimo.

—¿Te estás oyendo? Dime que no te has golpeado con algo al salir de la cama con los ojos pegados...

Puse los ojos en blanco.

—Hall, te ha dicho que va a compensarte por ese batido —recordé las palabras de aquel chico.

—Es un chico en una ciudad de millones de personas, es prácticamente imposible que volvamos a vernos, seguro que lo dijo por cumplir, nada más —dijo desviando la mirada hasta el otro extremo del jardín.

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora