20| No te rindas conmigo
HALLEY:
Más que sentirme avergonzada con aquella pregunta durante todo el tiempo que pasamos juntos aquella noche, me sentí aliviada, y todo porque Hache sabía cómo leer mi incomodidad y trató de mofarse de aquello aliviando así la tensión que me embriagó en aquellos momentos. Incluso reímos sin parar.
No tenía ni idea de que algo así podía suceder cuando lo único que me apetecía era que me tragase la tierra, pero vaya que si sucedió. Debería habérmelo esperado viniendo de la personalidad tan extravagante del guitarrista de ojos claros.
Hache pasó gran parte de la noche conmigo, incluso se quedó a cenar cuando mis padres le ofrecieron una cena ligera. Se enteraron de que había salido de trabajar antes de tiempo y que había venido directamente hacia casa después de ser partícipe de lo que me había pasado para ver cómo estaba. Y como a mis padres en humildad no les ganaba nadie, terminamos cenando los cuatro en la mesa del salón después de convencerles a los tres de que no era necesario cenar en mi habitación.
A veces me seguían tratando como si no hubiera crecido lo más mínimo.
Aunque con el uno sesenta y tres que medía desde el segundo año de instituto cualquiera se atrevería a desmentir que, dentro de casi un mes, alcanzaría las veinte primaveras.
Lejos de pasar la noche acribillando con preguntas al secuestrador especial, cosa que me temía desde el principio de los principios, mis padres simplemente preguntaron cómo se había enterado de mi extraño accidente y él se limitó a explicarlo. A partir de ahí no hicieron muchas preguntas, supongo que no querrían espantarlo o quizás había sido que la expresión de mi cara ya les decía suficiente.
Hache les dijo su nombre, que era guitarrista de un club y que me conoció cuando nos encontramos en la manifestación que resultó ser ilegal hace cosa de casi dos meses. Nada que no fuera verdad. Pero lo resumió de una manera tan esquemática que me sorprendió aquella capacidad. Yo nunca había sido buena para resumir. No me gustaba eliminar los detalles, pues me sentía más reconfortada al saber que la persona que me escuchase estaba en sintonía conmigo. Era una manera de hacerle vivir todo lo que sucedió tan intensamente como algún día lo hice yo, una forma de sentirme comprendida entre la confusión que solía generar en las personas mi manera de ver las cosas.
Era como poner un parche en una herida que escocía.
Hache se despidió cuando el último bus de la noche partía desde la parada cercana a casa. Le había hecho marcharse porque no quería que se le hiciese tan tarde como para tener que volver caminando a su apartamento, por lo que tenía entendido era una buena caminata y estaría cansado de pasar el día pateándose la ciudad tal y como él acostumbraba a hacer.
Un par de días después de aquel acontecimiento en una de las avenidas principales de la ciudad, mi pie estaba más recuperado. Los arañazos habían cicatrizado, los moratones estaban desapareciendo poco a poco y ya no me dolía ni siquiera un ápice cuando aquella parte de mi cuerpo se sometía a un leve contacto. Me sentía muchísimo mejor. Tal y como les había dicho a mis padres y al guitarrista, había sido un golpe leve, pero la sangre y la oscuridad me hicieron perder la cabeza y exagerarlo todo.
Hache había llamado todos los días preguntando qué tal estaba e incluso había pasado por casa junto con Xander una de las tardes en las que me encontraba sola en casa antes de que el primero comenzara sus pases y el segundo entrase a su jornada de baile intenso con el resto de su equipo. Estaba harta de repetirles que solo habían sido unos rasguños, pero en aquella ocasión, Xander aprovechó una oportunidad en la que estuvimos a solas mientras Hache estaba en la cocina para susurrarme la respuesta a la que se había convertido en mi típica frase.
ESTÁS LEYENDO
La Mecánica de los Corazones Rotos ✔ [#HR1]
RomansHache sabía que la vida era dura, incluso antes de que todo ocurriera. Quizás por eso nada le sorprendió. Trata de evitar mostrar lo que lleva dentro porque, todo lo que tiene es un caos que podría arrastrarlo todo. Por eso prefiere vivir en la mono...