YoonGi había adquirido una veloz confianza con JiMin en el lapso de dos semanas, de tal manera en la que ya lo había invitado a su hogar en tres ocasiones.
Y JiMin se había fascinado con su cuarto.
Diablos, ¿eso sonó mal?
Ugh, JiMin tenía una buena justificación, de verdad.
Su habitación era simple, sencilla como habitación barata de hotel. Y ojo, él no estaba siendo un malagradecido que exigía lo mejor de lo mejor, una excelente decoración, una cama king y una televisión de plasma. No, no hacía eso, lo que trataba de explicar era lo soso que era su cuarto ya que nunca había visto la necesidad de darle su toque.
La casa de sus tíos era clásica, no poseía algo que la destacara del resto y el
color que más destacaba era el marrón claro, o un tipo de beige, JiMin no sabía diferenciar los colores.Su dormitorio era el más pequeño de toda la construcción y constaba con lo justo y lo necesario. Las paredes estaban forradas de un papel tapiz de rayas de dos tonos diferentes de gris, y eso era realmente lo más interesante que podría encontrar en su cuarto. Las colchas de su sábana también eran grises para que combinara, pero el resto de muebles en su habitación eran de madera de haya, un tono muy claro.
Tenía un escritorio en el que realizaba sus deberes y colocaba cualquier cosa que se le antojara, un armario, una cama de una sola plaza y una mesa de luz con una lámpara con un foco roto que nunca había cambiado.
No tenía cuadros, ni pósteres, ni estanterías, ni fotos enmarcadas. Nada.
No le había prestado mucha atención a ello, pero una vez que había estado en la habitación de YoonGi, la suya lucía muy aburrida, como insustancial.
"¿Por qué dejaste de tocar?"
Aquella pregunta consiguió que alzara su cabeza con una expresión pensativa que se desvaneció en cuanto la pequeña sonrisa de YoonGi se cruzó en su visión. Sólo eran las comisuras de sus labios elevándose, pero de todas formas seguía siendo una bella sonrisa que estaba seguro que podría alegrarle hasta los días más oscuros.
"Estaba viendo tu habitación." Contestó vacilante, sosteniendo con algo de fuerza el mástil de la guitarra acústica que sostenía con su mano izquierda mientras que el cuerpo reposaba sobre su muslo.
"¿Tanto te gusta?" Consultó YoonGi juguetón. Él mantenía en su regazo la otra guitarra -la criolla-, pero sus dedos parecían estar bien ubicados entre las cuerdas.
"No miento cuando te digo que mi cuarto parece el de un viejo al lado tuyo." Bufó y YoonGi se inclinó hacia un costado mirándolo con curiosidad y diversión.
"¿Por qué lo dices?"
"No tiene cosa que lo distinga. Soy un simplón."
YoonGi resopló aún manteniendo ese simpático gesto que le indicaba que todavía no lo había aburrido con su presencia, lo cual posiblemente sucediera en algún momento porque vamos, JiMin se consideraba el ser humano más sencillo de todos. Nada interesante, nada destacable. Alguien a quien sería tarea fácil olvidar y descartar.
"Tú tienes las luces, librerías y el..." Continuó JiMin señalando una esquina del cuarto. YoonGi alzó sus dos cejas, cómico cuando el castaño no podía adivinar el nombre del objeto que apuntaba. "... la cosa esa donde pones las guitarras."
"¿Soporte?" Dudó con gracia y JiMin se encogió de hombros.
"Si no sabes tú, menos sabré yo." Respondió y el pelinegro se reclinó hacia atrás para dejar ir una corta carcajada que la cara de póker de JiMin le provocó.
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El chico que todos odian » YoonMin
FanfictionLa adolescencia apesta. Park JiMin era un adolescente del montón. Disfrutaba comer comida chatarra, escuchar música triste a alto volumen, mirar películas de terror, usar el sarcasmo y desvelarse por ver algún anime en Internet. Lo único que lo dife...