¿Secuestro?

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Amity se arreglaba cuidadosamente, quería verse bien para la persona a la que quería comerse física y metafóricamente.
No podía culparse, la piel acanelada de Luz la hacía babear, y hoy se había propuesto morder y besar esos rechonchos y apetecibles labios. Esperaba que fueran igual de deliciosos que su sangre.

-Mittens, ¿Todo bien? -preguntó Edric, pero Amity lo pasó de largo ignorándolo.
Emira se posó en el camino, interrumpiendo su paso.
-Sí, hermanita. Creí que eran esos cambios hormonales de adolescentes, pero ¡Has estado actuando rara toda la semana! -exclamó Emira. -Ya no te enojas con nuestras bromas, no vas a clases… Y por lo que he escuchado, hasta Luz se ha alejado de tí. ¿Qué está pasando, Amity?

-Nada que les importe -contestó ruda, su alegría de hace unos segundos se habían esfumado.
Aventó ligeramente a Emira y bajó las escaleras furiosa.

Su lado razonable sabía que sus hermanos no tenían la culpa de su repentino cambio de actitud -o las cosas horribles que había hecho-. Pero mencionar a Luz era imperdonable ¿Luz alejándose de ella? ¡Jamás!
Quería creer que la morena la amaba, y si no, se aseguraría de que lo hiciera a la fuerza. Esa chica le pertenecía y Amity también le pertenecía a ella.

Por otro lado, tampoco había notado el comportamiento extraño en la morena. Juraría que cuando mordió agresivamente su muñeca, la morena se había sonrojado ligeramente. ¿Acaso le había gustado que la mordiera?
En sus inicios había tratado grosera y amenazantemente a su actual crush, y sin embargo nunca mostró disgusto.

Era un revoltijo de emociones, por un lado la vieja y original Amity y por otro con un descontrolado demonio que buscaba sangre. Tampoco era del todo malo, la aparición del Nosferatu le había otorgado la oportunidad de ser ella misma, había podido usar las prendas que tanto había deseado sin sentirse cohibida, incluso había podido acercarse a su crush cara a cara sin empezar a convulsionarse de los nervios.

Habían muchas cosas que le gustaban de su nueva actitud rebelde y coqueta, y aunque todavía tenía esos interminables ataques de sed, podía aguantarlo.

La molestia en su garganta comenzó de nuevo, por suerte estaba dentro de la escuela. Sonrió buscando con la mirada a su ángel de luz, pero no la vió. Quizá entraría tarde.

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Luz se encontraba recostada en su cama, ese día había decidido quedarse en casa, y debido a todo lo pasado sus mentoras le concedieron esa petición. Además tenía que resolver ciertos problemillas que inundaban en su mente.

Estaba aterrada con el nuevo cambio de Amity, pero no podía evitar sentir un cosquilleo cada vez que se sentía intimidada por la pelimenta. Realmente se odiaba por eso.

Quizá estaba confundida, porque a nadie le puede gustar ser tratado así ¿Verdad?
Y es que Amity podía ser tan sexy, atrevida y malvada pero todo lo hacía con un cuidado y cariño que no sabía explicar.
Pondría en su recordatorio dejar de ver libros y fanfics de vampiros adolescentes, realmente le estaba afectando la cabeza.

Observó el Hakkero a un costado de su colchoneta. Ese era el nombre del regalo de Lilith, la pequeña cajita hexagonal que podría defenderla temporalmente de la amenaza de cierta vampira sexy.
Pasó sus dedos acariciando los sellos grabados sobre la madera y algunos raspones que había obtenido del día anterior, Lilith había enfurecido cuando se enteró.

Acarició el listón morado alrededor de su herida muñeca e instintivamente sonrió.

Sacudió su cabeza salvajemente mientras trataba de evadir esos pensamientos. Estaba de mal en peor.

"Muérdeme" Lumity TOH Vampire! AmityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora