❁ s i x ;

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El castaño se encontraba mirando la pantalla de su celular, específicamente el número del pelinegro, su mejor amigo. Había estado todos estos días ocupado, tan ocupado que ya ni siquiera almorzaban juntos, como solían hacer.

Había sospechado que tal vez estaría enojado por alguna cosa, pero no encontró alguna razón del porqué. Sus últimos mensajes fueron cortos y sin emoticones, era bastante extraño esta actitud pero había decidido darle su espacio, después de todo, el le dijo que no se preocupara y él confiaba en su amigo.

Guardó su móvil en el bolsillo de su abrigo, ese lindo día soleado se había convertido en un día gris que amenazaba con empezar una tormenta con tantos relámpagos en el cielo. Se abrazo a sí mismo, seguía dentro de las instalaciones de la universidad, pero si se soltaba el diluvio más tarde estaría frito, a no ser de comprar un paraguas, solo tendría que caminar un par de calles para llegar a la tienda de conveniencia más cercana.

Mientras se perdía en sus pensamientos, comenzó a caminar hacia la ventana del salón, nunca se dió cuenta de lo solitario que era, hasta ahora que Hendery no estaba con él. Aunque había hecho nuevas amistades, no era lo mismo que la compañía recorfontante del pelinegro.

Desde esa ventana se podía observar el patio delantero del edificio, así como también la entrada de este. Los estudiantes iban y venían, algunos se quedaban para hablar a pesar del frío que hacía. Pero lo que más llamó su atención fue ver aquel pelinegro siendo jalado por otro chico que no reconocía. "Así que por eso estaba distante", pensó, tal vez quería pasar más tiempo con sus nuevos amigos, se alegró por él, siempre había sido así, sociable y extrovertido, solo esperaba que no lo dejara de lado.

Ya era hora de su última clase, se encaminó hacia el último piso, ya quería dormir, estaba exhausto.

(...)

Yangyang ahora se sentía bien, había ganado una apuesta con el tailandés. Ten decía que el pronóstico se había equivocado ya que decía que llovería, pero aún a las nueve estaba soleado, le pareció una tontería llevar paraguas. Mientras que el rubio no se confío y llevó uno por si acaso, no quería estar empapado después, pero Ten seguía con que no llovería, así que apostaron, y bueno, ahora llovía a cántaros.

- ¡Deja de reírte Liu! - Recriminó el más bajo. - Ahora enfermaré, vivo algo lejos. - Se cruzó de brazos tratando de mantener calor.

- ¿Por qué no compras una sombrilla? - Cuestionó, seguían en la universidad, pero allí adentro empezaba a helar.

- ¿Por qué no mejor me llevas a mi departamento? - Pregunto haciendo un puchero, el rubio lo miró con una ceja alzada.

- No gracias, no tengo auto y no cabemos los dos en el paraguas. - Dijo, "además no quiero caminar con ese frío" pensó.

- Humph, bien pediré un taxi, pero si no llego a mi casa entero, estará en tu consciencia Liu Yangyang. - El mencionado rodó los ojos, era bastante exagerado.

- Como sea, aún así compra un paraguas. - Dijo abriendo el suyo dispuesto a irse. - ¿Qué? Vamos. - Ordenó y el mayor con el ceño fruncido hizo caso.



(...)



La tienda de conveniencia estaba llena de universitarios, todos comprando lo mismo, por suerte Ten tomó el último paraguas.

Lo malo es que había una fila enorme.

- Hey, Ten. - Llamó el rubio. - Yo me voy llendo, nos vemos mañana.

- Bien, adiós. - También se despidió.

Afuera habían también universitarios que esperaban afuera, entre ellos estaba una silueta conocida, Xiaojun.

𝚜 𝚘 𝚏 𝚝 𝚌 𝚘 𝚛 𝚎   «𝚡 𝚒 𝚊 𝚘 𝚢 𝚊 𝚗 𝚐»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora