CAPÍTULO 3 SANEM

4.8K 162 72
                                    

Hola mis queridas lectoras!!
Lamento la tardanza, este capítulo me costó horrores 💥🙈
Darle orden fue algo muy complicado pero al fin lo logré... creo 😅
Si hay dudas por favor compartanlas conmigo 😉 este capítulo fue un reto...

Letra cursiva en negritas --> voces en la cabeza de Sanem
Letra cursiva --> voz de la otra personalidad de Sanem
...
CAPITULO 3
SANEM

- ¿Qué es lo que me paso? – susurro con las manos entre mi cabello. Can estaba aquí pero ya no está… ¿lo alucine? ¿Vino por mí? ¿Estoy soñando o estoy despierta? Tantas preguntas se acumulan en mi mente mientras sostengo mi cabeza con fuerza y con la esperanza de darle un poco de sentido a lo que me rodea.
Definitivamente algo está sucediendo, me cambiaron de habitación y ahora estoy en una más pequeña con una gran ventana que deja entrar la luz de un faro. Hay una cama matrimonial, dos mesitas a un lado con lindas lámparas de luz tenue con diseño floral y un gran tocador de madera color chocolate que hace juego con las mesitas y el ropero del otro lado. Todo es muy clásico.
No es momento para pensar en la decoración, aunque es lo único que no me permite perder el control en este momento, no sé si en realidad vi a Can o fue producto de mis alucinaciones, quizá sigo dormida en casa siendo presa del claustro al que mama me tiene sometida.
La perilla de la puerta hace un sonido asustándome. Me levanto de un salto apretando los puños preparándome para lo que viene, la doctora pelirroja aparece en la entrada dándole el paso a alguien que sale de las sombras del pasillo. Hombros anchos, cabello recogido en una desordenada coleta y los ojos más hermosos y cálidos que he tenido la gracia de ver. Lagrimas nublan mi vista.
Sin pensarlo me arrojo a sus brazos, me sostiene con sus fuertes brazos y puedo sentir como entierra su nariz en mi cuello e inhala profundamente. Al fin estoy donde pertenezco, aquí no tengo miedo o inseguridad, aquí entre sus brazos y sumergida en su duro pecho tengo paz.
- Los dejare solos… - escucho susurrar a la doctora que después cierra la puerta, con seguro.
- Sácame de aquí, por favor por favor… - le insisto a Can en su cuello. Estoy ahogándome con las lágrimas, no me importa, no puedo soportar otro segundo más en este lugar apartada de él.
- Vamos a sentarnos… - no me había dado cuenta que una de mis piernas estaba enredada detrás de una de las suyas. Me cuesta separarme, asiento y vamos tomados de la mano a la cama.
Con las manos unidas nos quedamos en silencio, se dedica a observarme y yo a él. Se ve muy cansado, hay una ligera hinchazón en su mandíbula y sus labios están algo secos. Sin poder evitarlo alargo mi mano hasta su mejilla para acariciarlo con cuidado, sonríe de medio lado y descansa en mi palma cerrando los ojos.
- No sabes cuánto espere por esto… - susurra en voz muy baja. Copia mi movimiento y sube su mano más grande hasta mi mejilla, volteo la cara y beso su palma. Sonríe más ampliamente.
- Pensé que te estaba alucinando – contesto sin poder ocultar mis miedos.
- ¿Así que sueles alucinarme? ¿Tanto te gusto? – sonrío a su broma. Su capacidad de hacer ligero lo atroz es impresionante, más en un momento como este.
- Mucho, estoy muy enamorada, te veo por todas partes… - declaro sin miedo. No sé dónde deje mi timidez, no es importante en este momento, ahora solo importa que está conmigo.
- Mas te vale porque solo puedes pensar en mi – responde con otra sonrisa. Abre los ojos y me veo completamente perdida en ese par de pozos oscuros que parecen consumirte como el fuego, hay tanto calor en ellos.
- ¿Porque no nos vamos Can? – pregunto asustada. No puedo evitar darle vueltas al hecho de que puede que esta solo sea una visita y no la libertad que tanto deseo.
- Sanem, mi vida, mi amor… mi única, la mujer de mi vida… - toma mis manos y las besa – hare lo que sea por ti, soy tu esclavo y puedes hacer lo que quieras conmigo. Si tú quieres que te lleve de aquí no habrá impedimento, pero si no quieres es igual… solo quiero que lo pienses por un momento, ¿estas lista? Pasaran muchas cosas y yo quiero a mi Sanem conmigo, que tome mi mano y permanezca a mi lado…
- Yo siempre estaré ahí… - respondo de inmediato. No sé lo que me intenta decir, no lo comprendo por completo, todo es tan confuso en la mirada que me está dando.
- No hay un Can sin su Sanem, la realidad es esa, pero solo debe haber una Sanem…
- ¡¿Estas insinuando que debo quedarme aquí?! – suelto sus manos y me alejo acercándome a la ventaba. La sensación de encierro y el pánico nublan mi visión, no… otra vez no. Aprieto los puños en el alfeizar de la ventana.
- Sanem… - Can toma mis manos, no quiero abrir los ojos, su voz empieza a escucharse lejana – déjame ver esos bonitos ojos… ábrelos para mi…
Los abro con lentitud, mi visión aun es borrosa en los bordes, pero mientras mantenga mi enfoque en él no me perderé, sé que no, Can es lo más real que hay en mi vida. Un escalofrío pasa por mi columna, suspira y se quita la sudadera para colocármela, me queda enorme, aunque es muy caliente.
- ¿Qué es eso? – pregunto señalando con la barbilla al parche blanco que se ve por debajo de su playera muy cerca de su cuello. Lo tapa con su mano.
- No es importante… - responde desviando su mirada de la mía y llevándome con él a la cama. Cuando nos sentamos trato de quitar su mano, pero me detiene.
- Sanem déjalo no es importante… - insiste, hay mucha intranquilidad en sus ojos.
- Can, solo déjame ver que es… - insisto ahora yo tratando de quitar su mano para que me deje ver. Suspira y tras un breve duelo de miradas baja su mano; despego suavemente la cinta y puedo ver lo que oculta. Una mordida.
Tapo mi boca cuando el recuerdo sale disparado de la neblina de mis pensamientos.
- Yo te hice eso… - afirmo. Vuelve a cubrirse y de alguna manera nos acuesta a ambos levantando el suave edredón de la cama.
- No pienses en eso… - susurra apagando la lampara de su lado y dejando la habitación en la penumbra.
- Oh no Can, perdóname por favor, no sé qué me paso… - suplico sintiendo lágrimas en mis ojos – perdóname por favor…
- No pidas perdón otra vez – sonríe y me roba un beso rápido – no pasa nada, estabas asustada…
- ¿Qué pasa conmigo Can? – pregunto sin esperar respuesta cuando acomoda mi cabello fuera de mi frente – ¿porque no puedo ser normal?
- Me gusta que no seas normal… - sonríe de medio lado y me roba otro beso.
- Hablo en serio… - bajo la mirada avergonzada al centro de su pecho, ¡¿Cómo pude lastimarlo?! De verdad estoy loca… - ¿porque estoy tan rota?
- No hay nada mal contigo, solo necesitas un poco de atención y tiempo, pero no es momento de hablar de eso…
- Pero… - me interrumpe dejando un dedo sobre mis labios. Sonríe un poco y beso su dedo.
- Me gusta cuando te pones así de traviesa – ruedo los ojos sintiendo como se encienden mis mejillas. Solo a Can se le ocurriría elevar mi locura al terreno sexual.
- No se puede hablar en serio contigo – me quejo empujándolo ligeramente. Su gran brazo se ajusta detrás de mi espalda pasando por mi cintura, estamos tan cerca que nuestros labios casi se rozan.
- Si vuelves a hablar de algo triste voy a besarte – me amenaza pasando su lengua por mi labio. Sonrío ampliamente, mi corazón late tan fuerte que me sorprende que no resuene por toda la habitación.
- Eso no suena como un castigo – entrelazo mis piernas con las de el en un intento de calentarme, responde a mi movimiento y sonríe con los ojos cerrados.
- Ya veremos… - la energía divertida me hacer recordar con nostalgia donde estamos. No es momento para bromas.
- ¿Has… - mi voz se atasca en mi garganta – has visto a mi madre y a Leyla?
Aunque sus ojos están cerrados el cambio en su expresión es evidente.
- Si… aunque fue hace ya un tiempo… - responde con voz grave.
- Cuéntame que paso cuando… - paso saliva; su mandíbula se endurece y abre los ojos lentamente, su mirada es fría y peligrosa.
- ¿Cuándo te separaron de mí? – asiento no queriendo hacerlo enojar y evitando prestarle mucha atención a ese sentimiento tan horrible.
- Quiero saber… - lo animo abrazándolo con fuerza. Suspira y pasa su mano por mi mejilla como si me consolara.
- Todo fue una trampa de nuestras madres y Polen para separarnos y traerte aquí; la llamada de Deren fue para alejarme de ti, sabían que si yo estaba presente no te moverías de la casa y no iba a permitir que te llevaran. Cuando me di cuenta de que todo era un engaño corrí a Polen y fui en busca de Deren por una explicación, ella me lo conto todo. Sali disparado de la agencia a la casa, fue un error, debí ir a la casa de tu madre inmediatamente así que eso hice, pero cuando llegue ya fue tarde… - cierra los ojos con fuerza y su cuerpo se pone tenso, de inmediato le doy un suave beso para tranquilizarlo, abre los ojos y sonríe – Leyla estaba muy mal, tuve que ayudarla a entrar y de alguna manera me ayudo a calmarme para no moler a mi hermano a golpes. Cuando me iba tu madre bajo junto con la mía y me confesaron que fue su idea…
- ¿Mama está bien? – pregunto preocupada.
- Esta perfectamente Sanem, no le hiciste nada si eso es lo que estás pensando, se aprovecharon de tus lagunas para convencerte de que eres un peligro y recluirte aquí sin tu consentimiento – de alguna manera es un alivio. Si me siento traicionada, pero saber que no había lastimado a mi madre quitaba una gran carga sobre mis hombros.
- ¿Y después? – pregunto para que continúe y no se enfade otra vez, creo que hablar sobre ello lo relaja.
- Lo perdí totalmente, estaba enloqueciendo porque no sabía en qué centro médico estabas y como recordaras, tengo un trato con la policía para no estar en el país al menos un tiempo. No iba a irme y dejarte atrás así que me dedique a acosar a tu madre, a Leyla y Emre para que me dijeran donde estabas, fui cuidadoso para que nadie se diera cuenta de que entraba a la casa para esperarlos y buscar cualquier indicio que me llevara a ti, no encontré nada. Emre me puso una orden de restricción, pero para eso Metin ya tenía preparada una cuartada para mí, es un video de seguridad alterado de la aerolínea donde “se me ve” tomando un avión y saliendo del país, es un doble por supuesto.
Para evitar que hiciera otra estupidez Metin me puso un “guardaespaldas”, el mismo policía infiltrado que tiene en la fuerza, un tal Bulut. Como sea tuve que ingeniármelas, Deren me contacto para disculparse, no le importaba que la despidiera, ella solo quería que la perdonara así que eso hice y a cambio ella se ofreció a buscarte…  en un arranque de desesperación… - suspira y aprieta los labios – estrelle mi camioneta contra el portón de la entrada…
Pestañeo varias veces con los labios separados, casi no puedo entender lo que está diciendo.
- ¿Tu… tu fuiste… - no puedo formar las palabras por la impresión – tu fuiste el borracho que se estrelló?
- No estaba borracho, – me aclara con media sonrisa – aunque eso lo hace peor porque estaba en el uso de todas mis facultades mentales…
- Estaba en una de las sesiones con una de las doctoras de aquí, se escuchó un estruendo y todos los enfermeros y enfermeras se pusieron a correr de aquí para allá llevándonos a nuestras habitaciones. Escuché decir al enfermero que se encarga de mí que un borracho se estrelló en la entrada, nunca pensé que fueras tu… - y es que era muy difícil de creer. Can sin duda tiene habilidades excepcionales para manejar.
- He perdido la cordura en estos días, estaba desesperado y eso me valió el golpe en la mandíbula… espera, - su tono de voz vuelve a endurecerse – ¡¿estás a cargo de un enfermero hombre?!
Me encojo de hombros restándole importancia.
- Solo me lleva de mi habitación, a las sesiones o a la enfermería – la dureza de sus ojos no se ablanda, mejor cambiar de tema - sinceramente creo que es gay o que le gusta la doctora que me atiende…
- Claro… - susurra. Por el frio meto mis manos dentro de su playera, el hace lo mismo provocando mucho calor en mi piel.
- Tendré que decirle a Mihriban que cambie eso de que un hombre te cuide, no me gusta – se queja besando mi mejilla y mi cuello.
- ¿Ya le hablas por su nombre de pila? – pregunto evitando su comentario y disfrutando de sus besos de labios abiertos. Me gusta mucho cuando me besa de esa manera, como si me chupara.
- Resulta que tenemos dos conocidos en común… - responde acomodándose sobre la almohada otra vez. Como que me gusta más cuando jugaba con mi cuello.
- ¿En serio? – pregunto curiosa – ¿quiénes?
- Para empezar tu… - abro los ojos sorprendida, eso no lo esperaba – y mi padre…
- ¿Como es que nos conoce? – pregunto buscando en mi memoria si la he visto alguna vez, hay tanta oscuridad en mi mente que no puedo estar segura de nada.
- Como te conoce a ti es algo que ella quiere contarte, creo que lo entenderás mejor si lo escuchas de sus propias palabras y como conoce a mi padre… al parecer ella fue el gran amor de su vida – suspira y no habla por un momento, siento que algo está mal – al parecer ha hablado con el…
- ¿Hablado…? – no puedo formular palabras porque no entiendo a qué se refiere, francamente estoy imaginando seres blancos hechos de sabanas con ojos vacíos – ¿hablado frente a frente?
- Estoy tan sorprendido como tu… - pasa su lengua por su labio inferior y vuelve a suspirar – al parecer mi padre está vivo Sanem…
Por unos segundos ninguno de los dos decimos nada. ¿Qué se puede decir? ¿Cuáles son las palabras correctas? Hasta ayer el padre de Can estaba muerto y ahora no, ¿cómo se supone que uno procesa eso? Can debe sentirse fatal.
- ¿Como está segura? – pregunto insistiendo en el tema. Si no lo hago, Can no me dirá nada y se encerrará en sí mismo.
- No quiero preocuparte por esto… - ruedo los ojos. De todos nuestros problemas creo que esto era algo más simple y eso era mucho decir.
- Quiero saber – asiente y suspira.
- Al parecer se volvieron a encontrar, él le ha hablado de mí y al parecer sabe de ti también… creo que el último viaje que hizo fue para verlo – explica con voz plana. Así que el señor Aziz estaba vivo y sabia de mi existencia… no sé qué pensar sobre eso, para mi ese hombre solo es la imagen en una fotografía y también el que dejo a dos hijos a merced de una bruja que se hacía pasar por su madre. Es triste, uno de los hermanos tomo todas las buenas apariencias y el otro todo el corazón y a ningún padre le preocupo.
- ¿Como te sientes? – pregunto con cautela.
- No lo sé… creo que aún no lo he procesado, tendría que ver por qué en caso de que sea cierto y él le hablo de mi a Mihriban eso quiere decir que alguien cercano a mi sabe que está vivo y no se tomó la molestia de decirme…
- ¿Crees que sea la abuela Remide? – por alguna razón dudaba que fuera ella. Se notaba cuanto echaba de menos a su hijo, cuanto sufría por su muerte.
- Lo dudo mucho, – concuerda conmigo – mi abuela ha sufrido bastante desde que papa “murió” … necesito investigar quien es o esperar su llamada…
- ¿Va a hablarte? – levanto una ceja escéptica. Puedo sentirlo sonreír de medio lado.
- Mihriban me dijo que suele comunicarse con ella a un celular, me lo entrego para que sea yo el que conteste. Claro, en caso de que sea cierto…
- ¿Crees que nos esté mintiendo? – pregunto asustada. La información que teníamos de ella es muy poca, pero al menos con respecto al viaje, eso era verdad, escuche hablar a los doctores y enfermeras que la jefa estaba de viaje por algo “personal”.
- Todo lo que me ha dicho ha resultado ser verdad, pero ahora no me atrevo a albergar alguna esperanza, necesito buscar respuestas por mí mismo…
- Es comprensible… - concuerdo cerrando mis ojos sintiendo la tristeza florecer en mi corazón – ojalá… ojalá pudiera serte de ayuda en esto…
- ¿A qué te refieres? – pregunta jugando con mi cabello otra vez.
- Pues en que mi mente no está bien… sé que no lo está Can y lo que acabas de descubrir, sea mentira o sea verdad será un gran impacto para ti, pero no puedo estar totalmente ahí, tengo mucho miedo de mí misma y me odio por no poder controlar lo que sea que está roto en mi cabeza… - antes de que pueda continuar y las lágrimas escapen de mis ojos me besa. Sus labios son como agua refrescante para mi alma atormentada.
- Escucha bien mi amor, - toma una de mis manos y la besa – sea cual sea la decisión que tomes, quedarte o irte yo estaré justo a tu lado. Siempre estás en mi corazón, en mi mente hay toda una colección de imágenes de Sanem que desde que te fuiste me han atormentado pero que ahora que te tengo enfrente al fin puedo disfrutar de ellas. Nada tiene la suficiente importancia para mi más que tú, mi padre, nuestras familias, la empresa o todos mis problemas con la policía palidecen en comparación a la preocupación que siento por ti, eres el centro de mi mundo y sea cual sea la decisión que tomes estaré ahí, para tomar tu mano y llevarte o para soltártela y esperar cada segundo por ti.
- Me haces llorar… - sollozo escondida en su pecho.
- Lo siento – se disculpa besándome en mis mejillas húmedas por las lágrimas – ¿recuerdas lo que te dije antes?
- ¿Qué cosa? – pregunto limpiando mis lagrimas con la manga de la sudadera.
- Que iba a besarte como castigo si hablabas de cosas tistes… - sonrío ampliamente pero no me besa, al contrario, chupa en mi cuello una y otra vez, siento que mis pensamientos vuelan de mi cabeza así que no me doy cuenta cuando nos descobija y se coloca encima de mí. Subo mis manos a su cabeza para que no se detenga.
- Me gusta este castigo… - suspiro cuando sube mis manos sobre mi cabeza.
- Apuesto a que si… - responde en un gruñido ronco. Todo mi cuerpo se siente hirviendo y listo para que lo que sea que vaya a darme, cualquier cosa, estoy tan necesitada de su contacto que no me importa. Atrapa mis labios y comienza a besarme con frenesí, pero sus manos están ocupadas en otra cosa, abro los ojos y su mirada es oscura y peligrosa.
- Necesito que te quedes muy callada, estoy casi seguro de que nos vigilan… - susurra en mi oído provocándome cosquillas con su barba. Con este ritmo le diría que si a todo.
- Aaah… ja… - me escucho responder, estoy más ocupada en las sensaciones de sus ásperas manos en mis sensibles muslos hasta que siento una tela en la boca. Abro los ojos de inmediato.
- No quiero que grites – me explica ante mi cara de espanto. Me relajo y lo dejo amarrar la funda de la almohada por detrás de mi cabeza, ¿en qué momento se la quito a la almohada? No lo pienso demasiado porque se quita la playera dejándome admirar su hermoso pecho… tantas ondulaciones me recuerdan a una tableta de chocolate, es tan musculoso, bronceado y perfecto que me hace agua la boca. Sonríe como si supiera que estoy pensando, toma una de mis piernas y empieza a besarla, siento miles de fuegos artificiales atrapados por debajo de mi piel, hace lo mismo con la otra y ya estoy enloqueciendo. Necesito dejar salir estas sensaciones tan fuertes – ahora voy a castigarte… recuerda esto cada vez que se te ocurra pensar en algo triste, es un orden Sanem.
Baja al centro de mi cuerpo y en el segundo en el que siento su húmeda lengua tocar mi piel sensible una corriente eléctrica atraviesa mi cuerpo. No pierde tiempo, está devorándome como un león sediento, como si su alimento estuviera escondido entre mis piernas y lo necesitara desesperadamente para sobrevivir. No puedo gritar, no puedo desahogarme y él se aprovecha de eso negándome la tregua; en algún momento he lanzado lejos la liga que sostenía su cabello y presiono fuertemente con mis dedos enredados en su larga melena para que no detenga su ataque, me encanta, me fascina y no me importa cuánto tiempo lo alargue o cuanto tiempo me niegue la liberación, soy feliz en la deliciosa tortura que me está proporcionando.
- Cuando te sientas sola vas a recordar esto Sanem… - susurra con voz baja y grave, siento como uno de sus dedos entra dentro de mí, apenas puedo entender sus palabras, hay miles de fuegos artificiales frente a mis ojos y mis oídos solo escuchan mis ahogados gemidos, mi cuerpo está a punto de estallar en mil brillantes pedazos – esto es mío Sanem, mío, NUNCA DEBES OLVIDARLO…
Niego con la cabeza por no sé qué más hacer, sus traviesas palabras solo elevan mi placer hasta el infinito, no recordaba que pudiera ser tan feliz. Otra vez su lengua regresa a esa parte sensible y ya no puedo soportarlo un minuto más, voy a explotar de felicidad en este instante si el… si el no… se… detiene…
Muerdo con fuerza la tela en mi boca y todos mis sentidos se apagan. Creo que he muerto.

Vuelvo a la realidad porque siento como Can me quita la tela de encima. Se queda frente a mi acomodando mi húmedo cabello y besando mis labios hasta que puedo enfocar otra vez.
- Eres tan hermosa… - susurra inhalando mi cuello – y tan deliciosa, eres mi dulce Sanem…
- Creo… - susurro aun con la respiración agitada – creo que estoy ciega…
Su risa alivia me hace sonreír.
- Espero que no, nos queda mucho que explorar… - me guiña un ojo y yo ruedo los ojos en respuesta.
- Aunque ahora que lo pienso, fuiste tú el que me hizo llorar, ¿no debería castigarte yo? – pregunto cuando juega con mi labio inferior.
- Tienes razón, ¿quieres devolverme el favor? – mis mejillas se encienden al entender la intención de sus palabras… hacer yo…eso… así… como el a mi…
Mi mirada no puede evitar ir hacia abajo, se da cuenta y se echa a reír.
- Creo que lo dejaremos para otra ocasión – besa mi frente con suavidad y vuelve a recostarse a mi lado tapándonos a ambos.
- Te amo – susurra. Me giro para verlo, sus ojos son serios.
- Te amo… - contesto sin vacilar. Si mi mente atrofiada se apega a una realidad, la única a la que puedo aferrarme, Can existe en mi vida y el sentimiento tan profundo que siento por él. El agua y el aire caen en segundo plano cuando se trata de compararlos. Can es mi agua y mi oxígeno, cualquier otra cosa es irrelevante en mi mundo.
Sonríe y me abraza cerrando sus ojos.

No dormí nada, como podría cuando una cara tan bella esta tan cerca. Can no solo tiene un corazón hermoso, sus facciones también son tan perfectamente cinceladas que realmente parece hecho a mano por una fuerza divina, su fuerte mandíbula, su simétrica nariz y sus ojos profundos, sus labios dulces y hasta su delineada barba. Todo encaja en su lugar.
Es un hombre fuerte, no importa la tormenta o el obstáculo, el sigue levantándose una y otra vez, no presta atención a su torturada alma o a su agrietado corazón si se trata de ayudar a los demás. Amo eso de él, sus generosos sentimientos, su falta de egoísmo cuando alguien lo necesita. Sin dejar de admirarlo me detengo a pensar en todas sus heridas, no solo las que se pueden ver sobre su piel, también las que esconde debajo, quisiera ser la que cure su dolor, tomarlo entre mis manos y purificarlo para que no sufra nunca. Ese es mi amor por él, cuidarlo y protegerlo de cualquiera que se atreva a lastimarlo, pero en este momento… no puedo soportarlo…
¿Quién decidió que dos almas tan atormentadas se encontraran? ¿Qué sentido tiene nuestro amor? Al menos yo no le encontraba alguna explicación lógica, éramos tan diferentes a veces… y al mismo tiempo tan iguales. Lagrimas resbalan por mis mejillas, trato de mantenerlas en silencio, no quiero que se preocupe por mí, apenas cerro los ojos cayo dormido y se ve mortalmente derrotado.
Con todo el dolor de mi corazón tengo que ceder, siento como se estruja mi pecho al tomar esta decisión. Si quiero tener un futuro junto a él tengo asegurarme de estar lista, ¿cómo puedo ser su compañera y sanar su corazón si el mío esta hecho pedazos? ¿Qué tal si en un arranque lo lastimo más de lo que ya hice? ¿Qué tal si mis peores temores se hacen realidad y me pierdo para siempre en esa oscuridad? Aun no puedo creer que lo haya mordido… eso solo me lleva de una posibilidad siniestra a otra, quien sabe de lo que soy capaz y lo que él me permitirá hacer… aprieto los labios reprimiendo un sollozo, está aquí entre mis brazos y ya lo extraño.
- Te amo más que a mí misma… - susurro muy cerca de sus labios, su respiración no cambia solo sus brazos me aprietan más contra su pecho como si quisiera asegurarse de que sigo ahí – y aunque me duela… voy a hacer esto, por nosotros…

- ¡Buenos días! – lo saludo cuando abre sus ojos, sonríe de inmediato y empieza a besarme.
- ¡Buenos días! ¿Estoy soñando? – pregunta con la voz ronca por el sueño. Sonrío pasando mi mano a su nuca para que se acerque a mi cuello.
- No… - lo dejo besarme, es como una adicción.
- Tienes razón, si esto fuera un sueño ambos estaríamos desnudos en una playa… - mis mejillas estallan en calor.
- ¡¿Can cómo puedes decir esas cosas tan temprano?! – me quejo cuando se ríe.
- Así, te veo y saltan en mi cabeza… es tu culpa – se encoje de hombros y sonríe. Todo el ambiente divertido se cae, voy a extrañarlo tanto.
- Voy a extrañarte mucho… - parece que le he echado agua fría, sus hoyuelos desaparecen y su sonrisa ahora es una línea, me mira de una manera extraña, como si quisiera ocultar algo. Sube una de mis manos a su boca y la besa.
- Y yo a ti amor – sus palabras son un puñetazo en mi pecho.
El sonido de la puerta nos interrumpe, es hora de separarnos.
Con lentitud nos levantamos de la cama, lo observo ponerse la playera, sus zapatos y amarrar su cabello, no me pasa desapercibida la mueca de dolor que hace al mover su brazo, un recordatorio del porque el que me quede aquí es lo mejor. Cuando nuestras miradas se encuentran se apoya sobre su rodilla y toma mis manos, trato de sonreír, pero una traicionera lagrima cae por mi mejilla.
- Todo estará bien, el tiempo que necesites te esperare… - me promete apoyando su frente en mis manos unidas a las de él. Saca algo de la bolsa de su pantalón… es MI COLLAR. Sonríe y me lo vuelve a poner dejando un beso en mi mejilla.
- ¿Vendrás a visitarme? – pregunto esperanzada.
- Quizá sea un poco difícil en este momento, Mihriban dice que necesitas enforcarte en ti misma y yo solo sería una distracción además necesito mantener un bajo perfil y al menos fingir que si estoy fuera del país, pero estaré en contacto te lo prometo. El día que salgas estaré esperándote del otro lado y al fin cumpliremos nuestros sueños… - inclino la cabeza un poco confundida.
- ¿Como? – pregunto.
- Nos casaremos obviamente, nos iremos a unas merecidas vacaciones a las Galápagos y tendremos un montón de niños y en el proceso publicaras tu libro – sonrío emocionada cuando él sonríe también. Sin pensarlo ambos avanzamos hasta besarnos, quiero grabar con fuego su sabor en mis labios para superar este tiempo que estaremos alejados. 
- Sanem… - la puerta se abre interrumpiéndonos – lo siento Can, es hora de que te vayas…
La doctora Mihriban tiene las mejillas encendidas de vergüenza, podría ser peor; Can asiente y se levanta tomándome de la mano.
- Te daré tu sudadera… - hago ademan de quitármela, pero me detiene.
- No es necesario, no tengo frio, quédatela… - asiento y salimos tomados de la mano a la salida con Mihriban detrás de nosotros.
- Entonces si son dinosaurios… - susurra Can.
- ¿Que? – pregunto confundida por su comentario.
- Nada, no importa… - se encoge de hombros.
- Uno de nuestros internos voluntarios es un amante de la jardinería – explica Mihriban. Ahora lo entiendo, hay muchos arbustos con formas de animales… en su mayoría dinosaurios. Jamás vi la entrada, pero es hermosa, hay flores y arboles por donde sea… me recuerda a esa película que me hizo ver Ayhan del tipo extraño con las manos de tijera.
Cuando bajamos los escalones de la entrada tengo una horrible sensación de perdida, como si alguien me quitara el oxígeno, si Can no me estuviera sosteniendo me desplomaría en el piso.
- Cuidare de ella Can, lo prometo – Can asiente cuando los tres nos detenemos. No se ve muy convencido. Suelta mi mano y me sostiene de ambas mejillas.
- Pasará rápido, cuando te des cuenta estaré aquí por ti… - asiento apretando mis labios para no llorar, besa mi frente y después mi mejilla – no te olvides de nuestros sueños…
- No lo hare… - respondo en un susurro abrazándolo muy fuerte. Siento su nariz inhalar fuertemente en mi cuello – TE AMO…
- YO TE AMO AUN MAS… - responde; después de unos segundos va soltándome – ahora tengo que irme antes de que decida que no me importa y te cargue sobre mi hombro…
Sonrío de medio lado, parte de mi quiere que lo haga, que no respete mi decisión y que tome el mando. Es imposible, Can siempre me daba a elegir.
Ninguno de los dos dice adiós, la palabra queda suspendida en el aire, pero si no la decíamos la hace menos real, deja la puerta abierta a la posibilidad de volvernos a ver, la esperanza de estar juntos otra vez e irnos a donde nadie nos pueda encontrar. Cuando empieza a alejarse mi mano se niega a soltarlo, quizá ya tomé la decisión, pero mi corazón se niega a obedecer mis órdenes y mi piel quiere que nuestro contacto jamás se rompa. Nuestros brazos se estiran hasta que es imposible seguir tocándonos, lagrimas caen de mis ojos haciendo mi visión borrosa, siento que me ahogo por dentro, se está llevando la mitad de mi corazón porque la otra aún tiene la esperanza para cuando nos volvamos a ver.
- No te vayas – susurro más para mí misma que para el cuándo se despide con una mano caminando hacia atrás. Se que entiende lo que mis ojos le gritan porque sonríe ampliamente dándome ánimos, jamás borraría esa imagen de mi mente, su hermosa y traviesa sonrisa con hoyuelos, mi favorita.
- Estarás bien Sanem, el estará bien – me anima Mihriban a mi lado.
- No es cierto – las palabras suenan ahogadas al salir de mi boca – nada sale bien cuando estamos separados… ¿es cierto que su padre está vivo o solo se lo dijiste para que accediera a dejarme aquí?
- Aun no puedo creer que Aziz le mintiera por tanto tiempo, pero también me queda claro porque el pobre muchacho es tan desconfiado, la familia Divit tiene mucho que enmendar – le doy una rápida mirada. Mihriban tiene sus gestos en calma, no se ve nerviosa o fría, hay tanta simpatía en esta mujer que no puedes evitar confiar.
- ¡CAN! – le grito. Cuando voltea le mando un beso con una gran sonrisa, quiero que se quede en calma y no se preocupe tanto por mí, tiene a sus propios demonios que enfrentar. Toma el beso que le he mandado y lo lleva a su pecho donde está su corazón, me despido con ambas manos y el hace lo mismo abriéndolas y cerrándolas para después mandarme muchos besos caminando hacia atrás de esa forma tan curiosa que tiene.
El portón se abre automáticamente y un auto se estaciona en el frente llevándose la única luz que ha podido calentar mi alma.

- Este ejercicio es para darle un descanso a tu mente Sanem… - me explica Mihriban sentada delante de mí. Es difícil saber su edad, podría tener la edad de mi madre, pero su piel es más tersa, aunque sus ojos están llenos del conocimiento de haber pasado por muchas experiencias dolorosas. Algo en ella es difícil de descifrar – trabajaremos en un escape.
- ¿Como un escape? No entiendo… - la habitación es totalmente blanca, aunque esta algo oscura, solo hay una luz que sale de algún aparato detrás de ella y que da vueltas por toda la habitación, incluso la puerta se pierde en las paredes, solo puede verse la perilla plateada. No hay ventanas o decoraciones, es un poco abrumador. También Mihriban se ve distinta, no está usando nada de joyería y esta vestida completamente de blanco, la falta de color me pone nerviosa.
- Así es. Cada uno de nosotros, como seres inteligentes tenemos el control de nuestra vida, decisiones y emociones, es cómo manejar un auto, eres el piloto y tú decides que pasara, pero en algunos casos rebasamos los límites y perdemos el control…
- Y algo más lo toma… - termino por ella.
- Puedes verlo así, lo que te paso de niña fue demasiado y al tener este don tan grandioso de no olvidar nada rebasaste tus propios límites dejando que algo más tomara el control como en una especie de mecanismo de defensa… - ahora tiene mucho más sentido.
- Y me arrojo al maletero – sonríe de medio lado por mi sarcasmo.
- Es una manera de decirlo, si sigue sucediendo un día podrías no volver, pero quiero que quede claro que NO ESTAS ENFERMA, tuviste un trauma y te ayudare a fortalecerte para que puedas enfrentarlo – asiento apretando mis puños en mis piernas.
- Nadie me violo – no sé porque siento que es necesario que aclare eso. Solo a Can le pertenece mi cuerpo.
- Hay más maneras de violar a las personas Sanem, no solo las físicas – aclara con una nota de tristeza en su voz, algo en sus ojos se ve lleno de dolor.
- ¿Y eso es lo que me paso? ¿Alguien violo mi mente? – tan solo pensarlo es asqueroso.
- Alguien intento destruirla y aunado a tu trauma, siendo niña es más de lo que pudiste soportar. Es por eso que iremos paso a paso, llegaremos del otro lado de la barrera que has construido dentro de ti misma y te daré un ancla cuando creas que es demasiado. No volverás a perder el control de lo que haces. – asiento, un poco más emocionada que antes, si puedo controlar mis episodios es un paso en la dirección correcta.
- Antes de eso, ¿porque estamos aquí? No me gusta este lugar – cada vez estoy más ansiosa.
- Es una habitación para limitar todos tus estímulos, de hecho, no uso joyería por eso, quiero que te enfoques solo en tu imaginación y lo que puedas crear con ella sin que adquieras las ideas de algo más o tengas algún atajo, la luz es para que te concentres. Serán solo tú y tu mente.
- Está bien – eso tenía sentido.
- Muy bien, cierra los ojos y concéntrate en tu respiración, intenta dejar tu mente en blanco y concéntrate en tu respiración y mi voz, que no exista nada más… - hago lo que me pide, trato de borrar de mi mente todo y concentrarme en mi respiración. No es tan difícil y ahora entiendo el porqué de la habitación y la luz, nada de lo que he visto se queda grabado, toda esa pureza parece limpiar mis pensamientos y Mihriban se desdibuja hasta dejar solo el sonido de su voz – eso es, solo respira y relájate… deja que tu mente se quede así solo sintiendo el aire que entra por tu nariz y sale por tu boca… limpia tu cuerpo y tu mente, que no exista nada…
Ahora quiero que traigas a tu mente la imagen de un lugar donde te gustaría estar en este momento, ese lugar debe de darte la sensación de paz y tranquilidad…
Sonrío cuando en mi mente aparece la sonrisa con hoyuelos de Can, como se forman arrugas alrededor de sus ojos cuando está contento…
- Sanem estás haciendo trampa, no pienses en Can – el hechizo se rompe. Abro los ojos.
- ¡¿Como lo supiste?! – pregunto algo avergonzada.
- Mi querida niña yo no nací ayer, reconozco una mujer enamorad cuando la tengo enfrente – sonríe con burla y no puedo evitar contestarle la sonrisa, tampoco dijo una mentira – te dije que un lugar, no una persona…
- Con Can me siento en paz – me quejo sintiéndome un poco triste.
- Te pedí que eligieras un lugar porque tu escape necesita ser algo permanente, tus sentimientos por Can son inestables. No puedes depender de alguien, necesitas hacer esto por ti misma…
- ¡Lo que siento por Can no es inestable! – empezaba a enojarme. ¿Ella que sabe de lo que siento?
- No lo dije como un insulto, más bien una realidad, lo que sentimos por los demás siempre está en continua alteración, así son las emociones. Imagina que tienes un episodio y al mismo tiempo estas peleada con Can, si te pido que vayas a tu escape y esos sentimientos de tristeza están dentro de ti solo va a empeorar la situación. Tienes que fortalecer tu mente con TUS PROPIAS ARMAS, es una batalla individual donde Can no puede intervenir – suspiro derrotada.
- Ok…
- Muy bien, iniciemos de nuevo… - sin su guía vuelvo a dejar mi mente en blanco y me concentro en mi respiración, pronto todo se vuelve blanco y lo único real es mi respiración, el aire que entra y sale de mis pulmones – suelta la mandíbula, los hombros y sigue respirando… relájate… Trae a tu mente esa imagen que te da calma, que te inunde por completo, está justo delante de ti y no puedes perderte un solo detalle… ¿qué es lo que ves?
- El atardecer – respondo con seguridad. Puedo verlo claramente…
- Descríbelo para mí, hazme parte de lo que ves… - me ordena con voz suave, lejana, es como si fuera ella la que está dentro de mi mente y no lo que estoy viendo.
- El cielo está lleno de color amarillo, rojo, rosa, naranja, azul, blanco… el día se está terminando, se ve hermoso…
- ¿Qué más? – pregunta en un susurro lejano.
- Hay aves pasando por enfrente, solo puedo ver sus sombras porque la luz es fuerte, vuelan sobre el mar con sus grandes alas…
- ¿Qué pájaros son?
- Son albatros… van de vuelta a casa, siempre son dos…
- ¿Puedes sentir el calor del atardecer en tu cara?
- Si, se sienten como cosquillas calientes en mi piel…
- ¿Qué más sientes al tacto?
- Arena bajo mis pies, el viento revoloteando entre mi cabello y mis dedos, dando una refrescante sensación en mi piel caliente…
- ¿A que huele?
- A mar… a libertad…
- ¿Qué escuchas?
- El sonido de las olas, el viento golpeando contra el agua… las aves… todo tiene un ritmo… arriba y abajo… arriba y abajo…
- Quédate ahí Sanem, no salgas…
Apenas alcanzo a prestarle atención, estoy perdida en las sensaciones que mi imaginación creo a mi alrededor, es increíble, no hace calor o frio, es el clima perfecto. No tengo hambre, no estoy cansada y no tengo ningún tipo de necesidad, solo quiero quedarme aquí disfrutando… relajándome con el sonido de las olas y la suave arena bajo mis pies.
- Estas a salvo Sanem, este es tu lugar especial, ahí nadie puede lastimarte… - el susurro se escucha lejano casi imperceptible. Tiene razón, estoy a salvo.
- Respira profundamente… siente como todas esas sensaciones de paz entran y salen de tu cuerpo… - lo hago varias veces, me siento tan liviana y brillante – tú tienes la llave de ese lugar Sanem y solo tú puedes entrar… ahora inhala y exhala otra vez y lentamente abre los ojos…
A regañadientes hago lo que me pide, no recuerdo haber estado tan relajada antes. Cuando abro los ojos, una pelirroja me sonríe con orgullo mientras una solitaria lagrima baja por mi mejilla.
- Se sintió bien – susurro limpiando mi mejilla.
- Ese era el propósito, ¡bien hecho!

- ¡AAAAAAAAAAH! ¡SUELTAME SUELTAME SUELTAME! – grito desesperadamente. Otra vez quiere tocarme, está justo ahí observando cómo me hundo en el infierno, él me está empujando – ¡DEJAME IR!
- ¡¿Qué es lo que pasa Deniz?! – un cumulo de voces se enredan en mi cabeza, es como si estuviera escuchando varias estaciones a la vez. Tanto ruido me está torturando.
- ¿Que no eres mi muñeca? – susurra esa espantosa voz. Sigue ahí con esos brillantes ojos, viene por mi otra vez, viene a destruirme.
- ¡NO NO NO! ¡SUELTAME! – grito más fuerte intentando zafarme de las corras con las que me ha amarrado.
- No lo sé doctora, estábamos en plena sesión y menciono algo de una muñeca y luego paso esto, ¡Sanem! ¡Reacciona Sanem! – el sigue ahí viéndome son esa sonrisa confiada y malvada, viene a destruirme.
- Eres nada Sanem – declara mientras me agito luchando por zafarme, mis muñecas duelen y mis pulmones queman, pero no importa – la nada no existe, tu no existes… me perteneces y sin mí no puedes existir…
- ¡Sanem nada de eso es real! – el grito femenino se escucha muy lejano, apenas puedo entender lo que dice, el viene por mí y me va a llevar, va a hacer que me pierda en la oscuridad.
- ¿Que eres Sanem?
- ¡NO POR FAVOR NO!
- ¿A quién le perteneces Sanem? – la oscuridad vuelve para atraparme, va a tragarme y no hay nada que pueda hacer para impedirlo. Soy nada y en nada me voy a convertir.
- ¡SANEM! – grita la mujer otra vez, pero lo único en lo que puedo enfocarme es en esos ojos azules como joyas, me tienen paralizadas, casi no existe nada aparte de ese par de joyas que le pertenecen al monstruo – ¡VE A TU LUGAR ESPECIAL SANEM!
Toda la oscuridad se deshace como si fuera aceite espeso, por un momento es asfixiante pero después la luz ocupa toda mi visión, hay colores tan hermosos frente a mí. Ya no me estoy ahogando, ahora puedo respirar normalmente, mis músculos no están agarrotados por el frio más bien me siento liviana y relajada. Todo el estrés se ha ido.
Cuando abro los ojos estoy en el piso siendo sostenida por unas manos suaves que acarician mi frente y me repiten una y otra vez que estoy a salvo.
Al fin.

DEJAME ATRAPARTE: ENTRE SUS BRAZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora