CAPÍTULO 7 SANEM

3.9K 127 46
                                    


Este es uno de esos momentos en donde no estoy segura de sí estoy soñando, alucinando o de plano en una retorcida realidad. Mientras lo observo recuerdo la primera vez que lo vi, sus ojos duros y su expresión estoica, como una roca fuerte que era completamente inamovible. Ahora no se parece en nada a aquel hombre... en nada en absoluto, el cambio es tan surreal que me parece en un extremo divertido.

- ¡¿Y a el que le importan tus sueños?! – grita al frente mientras maneja – es un maldito profesor no una jodida hada madrina, hay algo muy mal en ese hombre, ¡lo juro Sanem! Es como si tuviéramos un imán para la gente rara... ¡¿y porque estas sonriendo?!

- No estoy sonriendo – respondo con toda la tranquilidad que puedo apretando mis labios.

- ¡Claro que sí! – esta tan alterado que le grita al carro esta frente a nosotros para que avance más rápido, como si este lo fuera a escuchar. Can está totalmente fuera de control – ¡y solo hay que ver su mirada! Se me congelaron las ideas con esta mirada tan penetrante como de ratón, ¡sí! ¡Eso es lo que parece! ¡Una maldita rata que quiere roer todo lo que se encuentra!

- ¿No crees que exageras? – pregunto en una pequeña voz. Me da una rápida mirada fulminante.

- ¡¿Exagerado yo?! – otra vez aprieto mis labios para tratar de no reírme, este era un Can totalmente fuera de sí, pero de la manera divertida, hasta sus mejillas están algo ruborizadas – no soy yo el que va por la vida con esos enormes sacos y suéter en temporada de calor. ¡¿Acaso estoy loco?! Y si vuelve a querer despedirse de ti de esa forma "amistosa" le romperé los brazos. ¿No es demasiado anciano? ¡Maldita sea! ¡No quiero ver a ese hombre otra vez!

No respondo a sus palabras hasta que nos detenernos en una luz roja. Agacho mi cabeza tratando de tapar con mi cabello la risa que mantengo atrapada entre mis labios.

- ¿Porque no dices nada? – pregunta con voz dura. Tomo una larga reparación y me enderezo.

- No tengo nada que decir a eso... - susurro con la mirada al frente – aunque al principio también me pareció un poco intimidante creo que no esta tan mal. No tienes por qué sentir celos.

- ¡¿CELOSO YO?! – grita otra vez – ¡¿de qué podría estar celoso?! ¡El hombre podría ser nuestro padre! ¿De qué debería estar celoso? ¡¿De andar por la vida con esos zapatos incomodos y horribles corbatas?! ¡¿Y quién en su sano juicio usa coderas en los sacos?! Que tipo tan aburrido. Además de su cara... algo tiene que no me gusta, no sé qué es...

- También tuve esa idea, pero creo que eso hace a sus facciones ser más duras, no se ve mal...

- Un momento... ¡¿Crees que es guapo?! – grita con sus ojos clavados en los míos.

- ¿Que? ¡NO! ¡Yo no dije eso, tú lo dijiste! – me defiendo cuando siento que su mirada es como dos dagas ardiendo.

- ¿Quién crees que es más guapo?

- ¡Tu! – respondo sin pensar. Cierro los ojos cuando una ola de calor resbala por mi cara. Controlar mi boca era tan difícil algunas veces. Sonríe como un gato que acaba de atrapar al ratón, mi rubor crece a niveles incontrolables.

- Yo también creo que eres muy hermosa – sonríe ampliamente y regresa su vista a la carretera. Can es frio y caliente de un segundo al otro. Mi cabeza da vueltas tratando de seguirle el ritmo.

- Mira lo que me haces decir... a veces me confundes mucho – susurro un poco perdida.

- Es ese profesor tuyo el que me pone así, ¡profesor! Si claro... - ruedo los ojos. Ya íbamos otra vez. Suspiro buscando en mi bolsa algo que se supone que debí hacer en cuanto amaneció... Can y su boca tenían la culpa. Me estremezco por el recuerdo.

DEJAME ATRAPARTE: ENTRE SUS BRAZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora