Capítulo 20

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Tommy siempre había odiado las alturas. Por eso nunca en su vida había tratado de volar con las elitras de Philza, aunque eso no quitaba que alguna vez jugó con ellas. No obstante, ahora no le habían dejado otra opción más que enfrentarse a su miedo.

—Tommy, no puedo respirar—. Dijo con dificultad el adulto, llamando la atención del más joven, quien de inmediato hizo más suave su agarre.

—¡Aun estoy seguro de que era mejor idea venir con pociones de invisibilidad y ya!—. Exclamó el muchacho, negándose a toda costa a mirar hacia abajo.

No era estúpido. Aún no era de noche, lo que significaba que estaban volando por encima de las nubes, o sea, a muchísimos metros de altura, por no decir kilómetros. Y si, tal vez podía estar exagerando, pero no quería arriesgarse a caer. Justo por eso sus piernas estaban envolviendo la cintura del adulto a la vez que sus brazos lo ahorcaban por la fuerza que usaba para aferrarse. Aunque claro, también se aseguraba de no tirar su arco y carcaj.

 Aunque claro, también se aseguraba de no tirar su arco y carcaj

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—Literalmente vamos a pasar horas en L'Manberg. No creo que un par de pociones sean suficientes para pasar todo ese tiempo sin ser descubiertos—. Decía él, tratando de relajar al chico apegándolo a su cuerpo, demostrándole que no lo dejaría caer. —Además, todavía no sabemos si Techno y yo somos criminales buscados allá, de cuando fuimos a buscarlos a Wilbur y a ti. Puede que nos hayan reconocido, puede que no, pero lo mejor es tomar precauciones.

Tommy solo soltó un gruñido, maldiciendo por lo bajo a la vez que ocultaba su rostro en la tela verde de las ropas del mayor, escuchando a duras penas el "No olvides guardar tus banderas al llegar" que el mayor había soltado para finalizar su conversación. En serio no quería saber nada de lo que pasaba a su alrededor en ese preciso momento. Le bastaba con sentir las banderas verde, amarilla y roja, dobladas en cuatro, ondeando hacia atrás desde su cintura. Así sabía a la velocidad a la que iban, la cuál era muy alta. Le sorprendía que Philza no necesitara algo para proteger sus ojos del viento.

Estuvo perdido en su miedo durante más de lo que él pensó, pues de la nada sintió que todo dejaba de pasar a la velocidad de la luz a su alrededor. El bullicio en la plaza al pie del edificio donde se encontraban era suficiente para que nadie se diera cuenta de su ilícita presencia. Fue entonces cuando se dio cuenta de que habían aterrizado encima de un edificio en Manberg.

—Con que no le tienes miedo a las alturas. Creíble—. Escuchó una voz grave y monótona de tono burlón bastante conocida, acompañada de una risa también familiar. Su rostro pasó a un color granate en tan solo segundos, pegando un salto para bajarse del mayor. Justo iba a replicar cuando todo a su alrededor empezó a dar vueltas y casi cayó de bruces.

—Woah, ¿estás bien?—. Escuchó la voz del adulto mayor, quien lo había atrapado a media caída, seguido del silencio y los pasos apresurados de sus otros dos compañeros.

—Aja...—. El chico susurró. De pronto se sentía débil, sin energía, y mareado. Su vista estaba borrosa, así que fruncía el ceño en un intento de enfocar. Sabía lo que le ocurría, y podía decir que era el peor de los momentos para que su presión sanguínea bajara de ese modo tan drástico. Probablemente fue por el movimiento brusco luego del susto que se llevó por el vuelo, pero eso no importaba por ahora.

Betrayed | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora