- Nadie me amará como tú -

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Estaban casi en epoca de examenes. Los profesores estaban terminando de explicar los últimos temas que entrarían en los exámenes finales del curso. 

Skadi andaba por el pasillo hasta su próxima clase, en su mente estaba revisando si las respuestas a la prueba que había hecho en Lengua. Estaba concentrada en la raíz morfológica de las palabras que había puesto el profesor, cuando se fijó en un grupo de estudiantes. 

Era un grupo de unas siete personas que miraban el tablón de anuncios que había en el pasillo. No era común ver a tantos estudiantes juntos mirando los anuncios por lo que la castaña supuso que sería algo interesante. 

Y vaya si lo era... 

Cuando se acercó curiosa y echó una ojeada se quedó blanca. Esperaba algún curso, o que algún alumno vendiese algo jamás esperó ver una simple fotografía... ojala fuese tan simple...

Era ella, en los vestuarios femeninos del gimnasio, lo único que tapaba sus vergüenzas era la toalla... Ni siquiera miró a los estudiantes que ahora la miraban, no quería ver sus rostros. Sintió sus mejillas enrojecer de rabia y verguenza. Arrancó la imagen del tablón y se alejó todo lo que pudo. 

¿Cuánto tiempo había estado la imagen? ¿Quien la habría visto? Que más daba. Estaba cansada. Estaba harta de tener que ser fuerte cuando lo único que deseaba era llorar y venirse abajo. 

Skadi salió del instituto y fue hacía el bosque, el único lugar donde nadie podría verla. Nadie sabría donde estaría. No se adentro pues no quería perderse, simplemente se quedó en el borde, donde se apoyó en un árbol y se dejó caer al suelo. 

Se sentía humillada, sabía que era su manera de vengarse, pero... estaba tan cansada. Entre Mary y su hermana se sentía agotada emocionalmente. 

Skadi recogió sus piernas, llevando sus rodillas al pecho, luego hundió su cabeza en ellas, escondiendo su rostro mientras dejaba que las lágrimas saliera. Fuera, el cielo parecía querer acompañarla en su tristeza pues empezó a llover. Primero lentamente y luego con un poco más de fuerza. 

El árbol donde se encontraba la protegía de gran parte del agua, pero aún así se estaba mojando, a Skadi no le importó. De hecho durante un segundo pensó que si pillaba una hipotermia y se moría quizá le ahorraría mucho sufrimiento. 

-¿Sadi?

Skadi levantó su rostro para mirar a la única persona capaz de encontrarla. Jasper la miraba sufriendo, aquel rostro tan perfecto se deformaba como si el dolor no le permitiese otra expresión. 

-Déjame, quiero estar sola. 

-Sabes que eso no es cierto... -dijo él sentándose a su lado. 

Puede que no fuera cierto, pero ella sentía todas sus emociones a flor de piel. Se levantó esta vez furiosa, no estaba siendo racional pues sabía que él solo quería ayudarla. Siempre lo hacía. Pero estaba molesta, se sentía impotente y furiosa y todas las emociones tenían que salir de alguna manera... 

-¿Y qué si no es cierto? No te necesito siempre detrás mía para consolarme. No necesito tu ayuda, no tienes que hacer nada por mí, no somos nada. 

Jasper seguía ahí, con su rostro imperturbable, pero en sus ojos si podía ver el dolor, la molestia que sus palabras le ocasionaron. Podía darle lo que le pedía, tan solo alejarse y dejarla ahí sola bajo la lluvia, pero no era capaz. En un pasado podría haberse alejado pero ahora, todo era diferente para él y no se veía capaz. 

Él solo se levantó, acercándose a ella, Skadi ni siquiera retrocedió cuando invadió su espacio sin apartar la mirada de sus ojos. Jasper tomó su rostro con delicadeza mientras se inclinaba. El corazón de Skadi parecía el de un colibrí, tan acelerado por su cercanía... deseaba sus labios, lo veía acercarse lentamente y ella entreabrió sus labios. 

Jasper titubeo. No sabía si debía hacerlo o no. Skadi lo sintió y antes de tener que arrepentirse ella se inclinó. Agarró la camisa de Jasper mientras se colocaba de puntillas. Ella beso aquellos labios fríos, que se abrieron para ella.

A ninguno le importo estar mojándose por la lluvia. En ese instante solo estaban ellos dos, unidos por aquel beso.

Ella llevó sus manos a su cuello para poder impulsarse y él había liberado su rostro para abrazarla, hasta que no hubo un espacio vació entre ambos.

Puede que su cuerpo estuviera frió, pero ella se sentía arder con aquel beso.

Cuando ambos se miraron a los ojos nuevamente, todo había cambiado. Él podía sentirla, sentía el amor, el calor y la paz que ella siempre le daba. Ella pudo ver el amor, el sentimiento que aquellos ojos dorados reflejaban. Se dio cuenta que nadie jamás la había mirado de esa manera, nadie la amaría como él lo hacía en ese momento. 

Ella sonrió y apoyó su cabeza en su pecho. 

-Lo siento... -murmuró- no debí decir aquellas cosas... tú... eres importante para mí.

Él sabía que decía la verdad. Por eso sonrió levemente mientras hundía su rostro en su pelo. 

Puede que no lo dijese en voz alta, pero para él ella era su vida ahora, por eso no iba quedar aquella situación así. Él se encargaría de Mary, cueste lo que cueste.




West Coast (crepúsculo) (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora