Marinette regresó al colegio el lunes siguiente sintiéndose insatisfecha. No sabía cómo reaccionaría Adrien al hecho de que lo hubiera dejado en la mitad del lobby del teatro sin ninguna explicación. Desafortunadamente, Marinette no volvió a tener oportunidad de hablar con él, ya que tuvo mucho trabajo, y sus caminos no se cruzaron en lo que quedó de la tarde.
Sin embargo, ya era lunes, y teniendo en cuenta que compartían el mismo grupo de amigos, y que se sentaban muy cerca el uno del otro, ellos dos finalmente podrían discutir lo sucedido. Ella no lo iba a negar, se sintió defraudada por la manera en la que Adrien había roto el compromiso de servir como suplente. Sin embargo, lo cierto era que Marinette sabía que no podía estar eternamente molesta con él. En especial, por qué ella ya conocía la forma de ser de Adrien, y lo exigente que era su papá, así que lo mejor sería hacerle saber a su amigo que reprobaba lo que hizo, y continuar con su vida.
Marinette subió los escalones hasta su pupitre, se acomodó en su asiento y sacó sus libros. De repente, Adrien pasó por la puerta. Marinette fue la primera persona que Adrien miró en cuanto entró a la habitación. Ella de inmediato se dio cuenta que algo andaba muy mal, ya que él bajó su cabeza, se sonrojó y murmuró un "buenos días" apenas audible.
– Buenos días – dijo Marinette fuerte y claro. Quien realmente hubiera querido que aquello fuera suficiente para hacerle entender que no se encontraba molesta.
Adrien apenas le dirigió la palabra en lo que restó del día, y aquello le irritó mucho más que su fatídica actuación del sábado pasado. Él era quien se había equivocado, y aún así tenía el descaro de entrar a aquel salón, cual diva ofendida, cómo si Marinette fuera la culpable de lo que había sucedido. Ella quería mucho a Adrien, pero esta faceta de su personalidad le estaba comenzando a colmar la paciencia. Ella no quería andar por la vida teniendo cuidado y caminando sobre cáscaras de huevo con tal de no herir su orgullo, por lo que decidió no prestarle atención.
Finalmente, aquel miércoles, al terminarse la jornada, Alya exigió respuestas.
– La tensión entre Adrien y tú es demasiada – dijo Alya – es espantoso, el ambiente es tan denso que se puede cortar con un cuchillo.
– No me voy a disculpar, yo no hice nada malo– se defendió Marinette.
– Pero, él se ve tan decaído – dijo Alya, quien quería terminar esa pelea de una vez, aunque eso significara que Marinette debía dejar de lado su orgullo.
– Yo no le hice nada. Él es quien está molesto conmigo– se defendió Marinette – ¿Porqué habría yo de disculparme?
– Bien, bien – dijo Alya – ¿cómo va la obra? – preguntó.
El humor de Marinette cambió de inmediato. El día anterior, ella encontró su vestido blanco. Estaba segura de que el departamento de vestuario querría hacerle algunos cambios, pero serviría sin lugar a dudas.
– Esta tarde tenemos una cita con el guionista – dijo Marinette – quiere conocernos a Félix y a mí, para saber si el poema del lago es adecuado para nosotros. La Directora me dijo que ellos no desean asignarnos papeles que se alejen por completo de nuestras personalidades. Los estudiantes tienen una formación como actores, nosotros nó, por lo que la escena debe ser corta.
– En pocas palabras, no desean que ustedes tengan que actuar mucho, ni que gasten mucho tiempo en escena– dijo Alya
– ¿Puedes culparlos? – preguntó Marinette – todos esos actores son adultos jóvenes, y muchos de ellos llevan actuando desde que eran niños, mientras que Félix tan sólo tiene experiencia gracias a unas cuantas obras escolares y yo no tengo nada.
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Jaque Mate
RomancePara Felix todo era un juego especialmente difícil, para Marinette una amenaza latente y para Adrien un reto a su paciencia. Felix de Vanilli encuentra una manera para recuperar la confianza perdida de la familia Agreste y tener la oportunidad de re...