Jaque Mate: Parte 6

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– El señor Agreste dice que puedes pasar – dijo Nathalie mientras le indicaba el camino. Félix observó a la asistente deseando reir. Todo ese asunto del "Señor Agreste", era completamente ridículo, hasta un ciego podría ver que entre aquella mujer y Gabriel no existía precisamente una "madura relación profesional". Félix se preguntó si Adrien ya sabía que su papá dormía con su secretaria, o si podría utilizarlo más adelante.

– Gracias – contestó Félix antes de entrar a la oficina de Gabriel Agreste. Su tío se encontraba parado en su escritorio de pie, trabajando en lo que parecía ser una compleja aplicación de diseño. Félix nunca había sido de la clase de personas que sentían interés por el trabajo de su tío. Todo lo contrario, le parecía que vendía trapos sobrevalorados. En especial, cuando su propio guardarropa podría llamarse "minimalista", él tenia unos cuantos trajes negros, camisas blancas y en varios tonos de grises, así como una muy limitada selección de ropa casual que usaba únicamente cuando era necesario.

– Buenas tardes, tío – dijo seriamente Félix quien no esperaba una cálida recepción después de haber robado el anillo de bodas de Gabriel.

– Hola, Félix–contestó Gabriel mientras miraba la pantalla de su computador, sin siquiera dedicarle una mirada. Félix no le prestó atención. Él prefirió caminar por el estudio mientras observaba la exposición de los mejores diseños de Gabriel en los maniquíes. Lo dicho: trapos sobrevalorados.

– No sé qué le hiciste a Adrien, pero debió ser grave, Nathalie me dijo que prácticamente te había echado– continuó Félix.

– No es la gran cosa, sólo me robé a su novia imaginaria – dijo Félix encogiéndose de hombros. Él quiso golpearse a sí mismo, no sabía cómo se le había escapado aquel sarcasmo justo en frente de Gabriel. Para su sorpresa, su tío se rió levemente ante su comentario.

– Eres un rufián Félix, podrás tener a tu mamá comiendo de la palma de tu mano, pero yo te conozco a la perfección – contestó Gabriel – Hasta donde entiendo, Marinette Dupain es bastante real, aunque ciertamente no es la novia de Adrien – dijo mientras tecleaba en el computador. Por primera vez, Félix se mostró interesado en la conversación con Gabriel.

– ¿Usted la conoce? – preguntó.

– Si – dijo Gabriel. Félix le pareció ver un brillo extraño en los ojos de su tío, pero podría tratarse de su imaginación – es una jovencita particular.

– No entiendo porque me dice eso. – respondió Félix a quien no le gustaba el tono que aquella conversación estaba tomando. De repente, Gabriel dejó su escritorio de pie, y le dedicó toda su atención. Él se sintió aprehensivo ante su escrutadora mirada.

– Siéntate, por favor – dijo Gabriel quien le enseñó la sala de estar que se encontraba en uno de los extremos de su oficina. Félix hizo lo que él le pidió, pues su tío tenía el raro talento de hacer que la gente cumpliera sus órdenes con una simple indicación. Gabriel lo imitó, sentándose en la silla junto a él. Después, lo observó con sus fríos ojos grises, lo que sólo logró aumentar el nerviosismo que ya sentía.

– Félix, tú tomaste mi anillo de bodas– lo acusó. Félix levantó la cabeza y fingiendo altanería, a pesar de que se sentía muy intimidado.

– Si lo hice. Ese anillo es de nuestra familia. Es una reliquia familiar. Mamá lo quería, y yo sólo deseaba complacerla. – respondió.

– ¿Por qué te encuentras acá? – preguntó Gabriel.

– He venido a visitar a mi primo...

– Mentira.

– No tengo por qué darle explicaciones.

– Tu quieres el segundo anillo – lo volvió a acusar Gabriel, quien abrió su mano y se quitó el anillo. Su tío levantó la argolla entre sus dedos y Félix la observó sintiendo la ambición correr por sus venas, como si se tratara de una droga. Estaba tan cerca, y a la vez tan lejos, sí tan sólo él pudiera tenerlo, todos sus deseos finalmente se cumplirían.

Jaque MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora