Jaque Mate: Parte 7

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Adrien finalmente se ablandó y ofreció llevarlo de vuelta a su hotel. Él no sabía porqué se encontraba tan molesto. Adrien había permanecido en silencio durante todo el camino. Incluso cuando dejaron a Marinette en frente de su casa, él apenas le dedicó una breve despedida.

– ¿Por qué estás tan molesto? – preguntó Félix mirándolo fijamente. Su primo tenía su atención puesta en su ventana, por lo que de repente se volteó muy lentamente y lo observó. Él no recordaba haberlo visto tan furioso.

– No estoy molesto – dijo Adrien con voz profunda. Él volteó nuevamente la mirada y se concentró en la ventana. El silencio le pareció insoportable. Félix hubiera deseado que el guardaespaldas de Adrien por lo menos pusiera música, las noticias o lo que fuera. En cambio, se encontraba allí encerrado con su primo quien era un experto en pasivo agresividad.

– Deberías tener cuidado, la gente está comenzando a murmurar sobre tí– dijo Adrien de repente.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Félix.

– Puede que engañes a los otros, pero se que estás incomodando a Marinette intencionalmente mientras actúan– dijo Adrien.

Félix se alarmó, pero no dejó que esto se reflejara en su rostro. Él sabía a lo que se refería Adrien. Había una perversa satisfacción al sentir que aunque fuera por un corto instante, Marinette le cedía el control de la situación, pues en la vida real era ella quien tenía la sartén por el mango, y aquello no le gustaba. Félix siempre era la voz mandante en la relación, quien era complacido, antes que verse obligado a complacer.

– Estaba actuando– dijo Félix mientras se encogía de hombros – no sé por qué te metes en lo que no te importa, tu no eres su novio, ni nada por el estilo. Además, es obvio que a la directora tampoco le gustaba esa dinámica, ya que hoy decidió cambiarla.

– Aún así, es claro que tú disfrutas todo esto, cómo también es claro que tienes terribles intenciones, tú... – empezó Adrien. Sin embargo, una fuerte explosión estremeció el auto.

– ¿Qué sucede? – preguntó Félix al tiempo que el chofer frenaba con fuerza.

– Debe tratarse de un akuma – dijo Adrien.

– ¿Otra vez cerca a mi hotel? – preguntó Félix molesto.

– Deberías haber cambiado de hotel – lo regañó Adrien.

– Y tu deberías irte a la... – Adrien no pudo escuchar a donde exactamente debía irse, ya que una nueva explosión hizo vibrar el piso – ¿Tienes alguna idea de qué tan difícil es encontrar un hotel decente en París, en medio del verano? La ciudad está completamente copada, no he podido encontrar nada.

– Saldré a revisar el lugar – dijo el guardaespaldas en una voz tan profunda que no le dio lugar a replicar – quédense en el auto– ordenó.

Félix estuvo feliz de hacerle caso. Él no tenía ninguna intención de arriesgar su cuello por una simple salida, cuando se encontraba a salvo allí. Sin embargo, su patético primo tuvo el pensamiento contrario, ya que apenas se marchó el guardaespaldas, él saltó del asiento hacia el pavimento sin pensarlo dos veces.

– ¡Adrien! – gritó Félix mirando hacia afuera, en tanto una lluvia de escombros comenzaba a caer sobre sus cabezas – vuelve al auto, no seas cretino.

– Voy a mirar, quédate acá – dijo Adrien.

– Por favor Adrien, no me dejes solo en medio de un ataque de un... – comenzó, pero su primo no le hizo caso. Él cerró la puerta del auto sin la menor ceremonia y se marchó. Félix se quedó lívido en su asiento. Adrien lo abandonó luego de que prácticamente le había rogado que no lo hiciera. Él no sabía que podía ser tan importante cómo para que lo dejara allí en medio de un ataque. Fue entonces que Félix recordó que su primo tenía una rara fijación con Ladybug, lo que le había quedado claro luego de ver los cientos de fotos en su celular. ¿Sería posible que Adrien lo hubiera abandonado por algo como eso? Félix se molestó, si en algún momento se sintió culpable por hacer sufrir a Adrien a través de Marinette Dupain Cheng, esa culpa estaba muerta y enterrada, se merecía el corazón roto.

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