Irritante.
Si había una manera de describir a Chloe Bourgeois esa era la palabra correcta.
🌹 Los personajes no me pertecen.
🌹 La historia es mía.
🌹 Realidad alterna (no existen los miraculous).
🌹 Ship principal: Feliloe.
🌹 OS - Jealous.
🌹 Habr...
Miré mi reflejo sorprendido, mientras ella sonreía satisfecha.
- te lo dije - sonrió y yo asentí casi mecánicamente - deberías usar cuero más seguido
No sabía cómo, pero Chloe en un par de horas había logrado que mi asqueroso aspecto mañanero se esfumara para dejar paso a una de mis mejores versiones, aunque me sentía extraño sin un saco y además tampoco había dejado que me afeitara.
- ¿estás segura que esto se ve bien así? - dije señalando los pocos pero notorios vellos en mi rostro
- se ve bien, enserio - dijo ella con orgullo - y no tardamos tanto. En fin, voy a mi casa para arreglarme, nos vemos allá quince minutos antes...
Antes de que se fuera tomé su brazo, ella me miró sorprendida.
- pasaré por tí treinta minutos antes - dije con seriedad
Ella abrió sus orbes azul cielo de par en par y creí ver un sútil tono carmín en sus mejillas.
- no es necesario, no es una cita de verdad además...- la interrumpí
- no te lo estoy preguntando
Ella asintió un poco confundida. Y desapareció de la habitación. Cuando por fin me quedé solo pude volver a respirar con normalidad.
¿esto realmente sería una buena idea?
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Las manos me sudaban, y mi corazón iba a mil por hora. Estaba demasiado nervioso y cuando la ví aparecer fue peor. Otra vez olvidaba como respirar.
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¡Mierda, Chloe!
¡¿Por qué tenías que ser tan jodidamente sensual?!
Cuando su mirada azul cielo se posó en mí, tragué con dificultad. Ella sonrió de medio lado con satisfacción.
- sé que me veo fabúlosa, pero cierra tu boca, Graham - dijo con burla
Ni si quiera había notado que mi boca estaba ligeramente abierta. Desvié mi mirada para que no notara el rubor de mis mejillas.
- sueña, Bourgeios - dije lo más convincente que pude - jamás podría verte como otra cosa que no fuera la niñata malcriada
Ella sólo pronunció más su sonrisa y se comenzó a acercar demasiado, al punto que nuestras narices chocaron. Como ya era costumbre dejé de respirar ante eso y el rubor ya no se podía ocultar.
