Capítulo 6

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Sentí el toque de unos labios en mi mejilla, luego en la frente, en la nariz, en el lóbulo de la oreja... Abrí los ojos y vi a ¿Joseph? ¡Ay Dios mío! Me están entrando unos calores... Lo aparté, no quería llegar a nada. Si no lo iba ver más... ¿para qué servía hacer este espectáculo? ¿Para estar más enganchada a este hombre? No y no.

── Buenos días... ── Estaba desconcertado. Yo también, para qué negarlo. Me levanté y fui dirección a la cascada. Necesitaba refrescarme. Me siguió, pero me daba igual, necesitaba aire y agua para espabilarme.

── Emma... Espera... ── No, no quería verlo. No. ¿Qué pretendía con eso? No lo sé y, ahora mismo, me daba igual. Llegué a la cascada y, con ayuda de mis manos, me lavé la cara, el cuello, los brazos... Me sentó bien. Bueno, duró muy poco mi buena sensación ya que, cuando me alcanzó, me rodeó la cintura con sus brazos y no me dejaba ir. Acercó sus labios a mi oreja. Mi cuerpo temblaba, sudaba y no era capaz de decir nada. Así que, viendo Joseph que no ponía resistencia, me susurró al oído:

── ¿Qué haces? ¿Por qué intentas huir? Pensaba que había algo bonito entre los dos. ── Tragué saliva.

── No sé si lo recuerdas, pero el primero que huyó fuiste tú. ─no podía ver su cara, pero me daba la sensación de que no lo entendió─ Sí, tú. La primera vez que nos vimos. Justo ahí ─señalé el río─ nos besamos y luego saliste corriendo. Lo que trato de hacer es olvidarme de ti. Me da la sensación de que no voy a poder volver a verte y no me voy a ilusionar. Olvídame porque yo lo haré. ── No sé de dónde salió mi valentía para decir eso, pero era lo que sentía y tenía que dejárselo claro. Deshizo su agarre de mi cintura. Me dio un beso en la nuca y se fue, no sé por dónde, pero ya no me importaba... o eso pretendía.

Volví al escampado para despertar a Elliot y Joyce. Ya que teníamos que volver antes de que nuestras familias notaran nuestra ausencia. Cuando llegué ya estaban despiertos aunque sus caras decían lo contrario. Elliot se dio cuenta de mi presencia y me lanzó una perfecta sonrisa, cosa que me tranquilizó. Joseph no estaba. Bien.

── Bueno, Em. Tenemos que volver, no quiero problemas y supongo que tu tampoco. ── Dijo Joyce. Parecía que no había pasado nada entre nosotras, pero no era así. Tenía que hablar con ella, en privado. Asentí. Recogimos todo lo que había y nos encaminamos hacia algún sitio que yo no conocía.

***

Estábamos en frente del espejo. Mirándolo. Ya estábamos en nuestro mundo y yo me sentía triste, mal. Miraba a Joyce y al espejo. Al espejo y a Joyce.

── Lo volverás a ver, Joy. Tu eres una guardiana… lo verás. ── Joyce formó una o con su boca.

── ¿Quién te ha dicho que yo soy...? ── Ya estábamos fuera del museo, donde se encontraba el espejo. Nos tuvimos que parar, ya que nuestras casas se encontraban en direcciones opuestas.

── Me lo dijo Joseph... También me dijo que lo habían invadido y, además, dijo que tú y Elliot erais los tortolitos, entonces sois... ¿Novios? ¿Quién ha invadido ese maravilloso mundo? ¿Por qué lo han hecho? ¿Por qué no puedo volver? ¿Por qué eres una de las guardianas? ── Tuve que parar. No me di cuenta, pero dejé de respirar y me estaba ahogando. Joyce no sabía que hacer o donde meterse, en cambio, yo esperaba mis respuestas. Respuestas que iban a esperar, por lo que deducía.

── Em, por favor, déjalo. Estoy muy cansada y no tengo fuerzas. ¿Te apetecería quedar y charlamos? Supongo que no lo vas a dejar estar... Así que... ── ¡Bien! ¡Lo conseguí! Le di un beso en la frente y me fui a mi casa. Espero que mi madre no notara mi ausencia...

Cuando llegué a casa pensé encontrarme con una madre enfurecida. Pero no fue así. No había nadie y, para qué mentir, me parecía raro. No le di muchas vueltas... estaría haciendo recados. Por lo que aproveché para darme una ducha-concierto a mis champuses. Había quedado con Joyce dentro de tres horas, así que tenía tiempo. Necesitaba relajarme, pensar en todo lo que había pasado.

Ante el espejo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora