Capítulo 7

589 24 1
                                    

Las semanas pasaron. Cada vez el sol era más abrasador y pesado. Me costaba mucho estudiar, sólo me apetecía estar en la playa y disfrutar. Sin embargo, se lo prometí a mi madre y lo haría. Conseguiría el título de bachillerato... aunque seguía sin saber el después.

Desde que tuvimos aquel encuentro no veo a Joyce. No sale con las chicas y no la he visto en ningún lugar. Eso me mataba, era muy impropio no verla ya que las dos circulábamos por los mismos sitios. Sin embargo, no aguantaba más, tenía que verla y ver que todo iba bien. En una pausa de mi estudio intensivo de poetas, puse rumbo a casa de Joyce. Con cinco minutos de su tiempo me bastaba.

Esta vez, realmente, no nos habíamos peleado. Teníamos opiniones diferentes, eso suele pasar y nosotras no vamos a ser menos. Ella era muy importante para mí y no podía tenerla lejos tanto tiempo. Eso me partía.

Llegué. Fue su madre la que me abrió, tenía un aspecto espantoso. Sus ojos estaban acompañados por un color rojo. Había estado llorando. Entré dentro de su casa, ya había confianza entre nuestras familias. Incluso los padres de Joyce y los míos salían, alguna que otra vez, a cenar. Le dije que se sentara en el sofá y le llevé un vaso de agua. Cuando ya estaba más calmada le pregunté:

── ¿Qué ha pasado? ── Le acariciaba la espalda, para que supiera que todo iba a salir bien. Espero que no fuera una noticia muy grave... Empezó a llorar. Alcancé una caja de pañuelos y se los ofrecí.

── Cuéntame. ── Le dije en un susurro.

── Pues... es... que... mi hi-hi... ja. Joyce no... no... ha... desaparecido. ── No pudo más y rompió a llorar, con más fuerza. Me quedé petrificada. No podía ser. No. Esto no podía estar pasando... Quise saber más y, sin ningún tipo de compasión por la mujer, le pregunté:

── ¿La han raptado o simplemente ha desaparecido? ¿Os ha llegado alguna nota o alguna amenaza o...? Candela, por favor, tenemos que solucionarlo... ¿Por qué no nos habéis avisado? ¿Cuánto tiempo lleva desaparecida? ── No pude estar más rato sentada. Empecé a dar vueltas por la habitación, incluso me mareé. La madre de Joyce, Candela, seguía sin decir nada y me estaba poniendo nerviosa. Así que la miré con gesto de desesperación y, por fin, respondió:

── No, no está raptada. No nos ha llegado ningún mensaje. Simplemente, cogió algo de ropa, dejó una nota y se fue.  ── ¿Una nota? ¿Se había fugado? ¡Madre mía!

── ¿Qué decía en la nota? ── Bebió un poco de agua, se levantó y me entregó la nota.

“Em, cuida de mis padres por favor. Cuídate y cuida a tu madre. Te necesito. Necesito que lo hagas hasta que pueda volver y... y... si no vuelvo, sólo decirte que... Lo siento. Te quiero.”

No sé cuántas veces leí la nota. ¿Pero qué había hecho para tener que irse así? ¿Dónde había ido? No sólo estaba Candela llorando, yo también. Llorábamos de impotencia, de desesperación, de preocupación... Sentí que había perdido mi media mitad. No sabíamos a quién acudir, se fue porque quiso. Además era mayor de edad, así que realmente podía irse cuando quisiera, pero ¿de esta manera? No.

Estuve un rato más con la madre de Joy. Luego fui a contárselo a Jess y Sara y, por último, a mi madre. Siempre la había tratado como una hija, la hija que nunca tuvo. La hermana que nunca tuve. Cuando mi madre se calmó y dejó de chillar y llevarse las manos a la cabeza, me dirigí al baño. Necesitaba relajarme aunque, seguramente, me pusiera a pensar. Que tortura... crecer no me está gustando nada.

Mientras me enjuagaba la cabeza, pensé en todos los lugares donde podría estar. Que yo supiera no tenía ningún amigo de confianza fuera de la ciudad...

Sabía que con este problema no iba a estudiar en condiciones, sin embargo, me dirigí a mi habitación... Por lo menos lo leería y así se me iría quedando algo. Y así pasé algún tiempo... Leyendo y leyendo apuntes, que si la escultura era de bronce que si el cuadro describía la guerra de noséqué... Realmente no me estaba enterando de nada y me estaba poniendo nerviosa. Quería concentrarme y no podía. Entonces apareció mi madre con un cola-cao fresquito. Por detalles así la amo.

── Hola cariño, ¿cómo va el estudio? No sé cómo puedes estar tan tranquila con lo de Joy... ── Parecía nerviosa, pero lo omití. Dejó el cola-cao en la mesa, le di un sorbo.

── Gracias mamá ─refiriéndome a la bebida─ No, no puedo estudiar. Lo leo, lo leo... y así estoy. ¿Cómo estás tú? ── Mi madre no aguanta estar ni cinco minutos sentada. Es hiperactiva y a veces me pone nerviosa. Empezó a dar vueltas por mi cuarto, me giré para verla mejor.

── No puede ser, Em. Ella no se iría de esta manera, así porque sí. Ha tenido que pasar algo... ¿Se habéis peleado? ¿Se ha buscado un novio motero...? ¡No lo entiendo! ¡No lo entiendo! ── Sólo le faltaba jalarse de los pelos. Estaba muy nerviosa, como todos. Ella esperaba una respuesta de mi parte, pero realmente no sabía que responderle... ¿Nos habíamos peleado? No, teníamos diferentes opiniones y un novio motero... ¿En qué pensaba mi madre? ¡No! Claro que no tenía un novio motero. Ella estaba loca por Elliot, se le notaba. Al ver mi madre que no respondía, continuó.

── No sé cómo tomarme tu silencio... Sabes algo. Estoy segura, sois amigas. ¡Qué digo! ¡Como hermanas! La estás cubriendo. ── Me apuntó con su dedo índice. Negué con la cabeza.

── Mamá, no sé dónde está. ¿Piensas que si lo supiera le habría dejado que se fuera de la manera en la que se ha ido? ── ¡Mini punto para Em! Pero era la verdad, no sabía dónde estaba y el tema ya empezaba a molestarme.

── Te doy la razón, no le hubieras permitido irse así. Y, ¿no teníais ningún lugar privado para vosotras, donde ir cuando estuvierais estresadas o enfadadas con el mundo? Yo sí lo tenía... Vosotras seguro que lo tenéis. ── En ese momento me di cuenta de la verdad. Miré el cuadro casi-quemado donde aparecía Joseph. Aquel cuadro, aquel mundo. ¡Estaba allí! ¡¿Por qué no me había dado cuenta antes?! Soy estúpida.

Sin embargo, no podía decirle nada a mi madre, no me creería. Así que, muy a mi pesar, le mentí. Le dije que estaría un par de días con Sara y así intentaría desconectar un poco. Se lo tragó. Me dejó sola para que pudiera hacer una pequeña maleta con todo lo que necesitaría y, a las nueve de la tarde ya estaría rumbo a "casa de Sara". Antes de entrar en el museo la llamé. Le dije que si me podía cubrir, que creía saber dónde estaba Joy, pero que no quería decirle nada a nadie antes de no estar segura de ello. Me dijo que no me preocupara, que si llamaba mi madre ya se inventaría algo. Suspiré. Sara se inventa las mejores trolas, así que no tenía de que preocuparme.

Sabiendo que mi paradero estaba cubierto. Fui dirección al museo, museo que no visito desde... desde... desde la última vez que entré en el espejo. Ansiaba volver, pero entonces, las palabras de Joyce, Elliot y Joseph empezaban a retumbar en mi cabeza. Esas miradas de desaprobación hacia salir y entrar cuando me apeteciera. Entré, con prudencia, en el cuarto donde se encontraba el espejo. Seguía igual que la última vez, lleno de polvo y asquerosamente asqueroso.

Y ahí estaba. Enfrente de ese espejo. Sin saber lo que hacer... ¿Cumplo con lo que dije de no pasar más o lo incumplo? Daba vueltas y vueltas por aquella pestilente habitación. Sin saber qué hacer.

Utilizaría la táctica de Jess. Una balanza. En una parte está mi madre, la familia de Joy, mis estudios y la advertencia de 'no pasar' de mis dos nuevos amigos: Joe y Elliot. En la otra, Joyce desaparecida y, probablemente se encontraba detrás de ese espejo. Además, podría ver a Joseph y podría estar en aquel maravilloso mundo de tranquilidad y aire fresco. ¿Qué parte pesa más? Estaba claro. La primera parte pesaba mucho más, pero ¿qué es lo que yo quería? Pasar. En cambio, ese no era mi deber.

Después de pensar, pensar y... pensar. Decidí pasar... ¿Qué podría pasar? Me puse en frente del espejo, muy cerca pero sin tocarlo. Aún se podía ver la marca con sangre y el gran 'no tocar', ¡estúpida Emma! No deberías haber desobedecido. Y aún, seguía desobedeciendo. No estoy hecha para acatar normas. Hice un repaso mental de todo lo que llevaba por si faltaba algo, parecía que todo estaba. Y, como la primera vez, lo traspasé poco a poco. Sintiendo cada contacto con este extraño espejo. Pensé en Joyce y en las ganas que tenía de abrazarla. De pronto, todo estaba oscuro y caí hacia un desconocido lugar.

Ante el espejo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora