EERHT

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     Llorar y llorar por horas era desgastante y devastador, TaeHyung se sintió en un punto tan agotado que ignoró cuando se quedó dormido en el suelo de la recamara de sus hermanos. Poco a poco se levantó sentándose primero, miró a su alrededor recordando por todo lo que había pasado en una sola mañana, su teléfono estaba cerca de él, lo alcanzó notando que seguía igual luego de ese último mensaje de su madre, no habían llegado más, ni llamadas, tampoco pudo mandar algo o marcarle a nadie.

Sin señal, se leía arriba. El único cambio fueron los números que marcaban la hora. Se levantó cansado y sosteniendo de la pared, empezando a avanzar temeroso de que todo siguiera igual, la pequeña llama de esperanza de que se hubiera solucionado su situación brillo cuando llamó a sus padres.

—¿Omma, appa? —esperaba todavía la respuesta de alguno de ellos cuando llegó a la sala, sintiéndose derrotado nuevamente al encontrarse solo, con la luz de la tarde entrando por las ventanas— ¿JiMin? —su amigo prometió en venir a su hogar, y jamás llegó, claramente.

No podía quedarse en esa casa, TaeHyung salió por segunda vez en el día al exterior tomando aire y cerrando sus ojos un momento, aguantándose nuevamente las lágrimas. Estaba solo, tal vez completamente solo en todo el mundo.

» ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! —gritó tanto como su garganta se lo permitió, hasta que dolió y hasta que necesitó tomar aire. Al abrir sus ojos vio un vecindario vació, no escuchó perros ladras, pájaros piar, menos su eco, no escuchó nada— ¡NOOOOOOOOOOOOOO! —repitió por menor cantidad de tiempo, su grito acabó con un sollozo. Empezó a caminar llorando, de sus ojos caían lágrimas mientras él caminaba hacia la calle en la que creció desde pequeño, pasó por donde se había caído de su bicicleta a los siete años, pasó la casa de una vecina amable que les daba a sus hermanos galletas cada Navidad, y pasó por varias cuadras y casa, algunas con recuerdos especiales y otras pintadas de indiferencia.

De momento se topaba con cristales de vehículos o ventanas de hogares que le regalaban su reflejo, notaba que tan mal se veía, si alguien le viera sabría que estaba desesperado y que necesitaba ayuda, si tan solo alguien pudiera verle. Por un momento creyó que simplemente era invisible a los ojos del resto, lo que le hizo detenerse de golpe.

Eso no explicaba porque no podía oír nada más que a sí mismo, ni por qué él no podía ver a nadie, pero igual sin darle importancia a de quién era la casa de dos plantas que tenía frente a él, se aventuró a correr y tocar con insistencia la puerta.

» ¿Hola? ¡Hola! ¿¡Alguien puede ayudarme?! —pegó con ambos puños luego de unos segundos, se desesperó bastante rápido, tanto que hasta pateó la puerta— ¡TIENEN QUE AYUDARME! ¡AUXILIO!

Sólo él se escuchaba, eso y los golpes de sus lastimadas manos en la madera. Al lado de la puerta había una ventana cubierta por una cortina en su interior, pero no tapaba completamente su interior lo que hizo que TaeHyung se asomara, pegó su cara al cristal sin dejar de llorar, viendo como esa casa lucía tan sola como la propia. No había nadie, y ni un solo movimiento.

Cuando se apartó notó que dejó su marca de respiración y su mano, se preguntó si sería otra manera de comunicarse con quienes quería cuando se rindió fácilmente. No podían verle, no podían oírle, y seguramente eso sería con cualquier cosa que hiciera.

Solamente su celular parecía ser capaz de pasar esa barrera, le ayudaba a tener un pequeño y corto contacto con sus familiares y seres amados.

Retrocedió marchándose nuevamente hasta la acera, siguió hasta quedarse de pie en medio de la calle empedrada, ahí volteó a ver hacia donde estaba su hogar preguntándose si HoSeok ya habría llegado, esperaba que fuera así, que hubiera tenido un buen viaje y que pudiera ayudarles. Confiaba en él y en su familia, no se quedarían de brazos cruzados.

[edis rehto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora