23. Incertidumbre

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Disfruten el capítulo.

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—Estaremos ahí, a primera hora.

—De acuerdo.

—Gracias por avisarnos, doctor.

—Fin de la llamada.

Mónica la veía expectante luego de mantenerse atenta a la llamada del doctor con su prima.

—Y bien ¿Qué te dijó? —preguntó aguantando el saber su respuesta.

—Dice que me espera mañana para entregar los resultados del estudio de compatibilidad.

—Al fin sabremos si puede donar tu ma… quiero decir, Silvina —rectificó, no quería que se enfadara al mencionar a esa mujer como su madre.

—No me molesta si la llamas así —guardó el celular en su bolsillo—. Después de todo, lo es. Pero prefiero no hablar del tema.

—Claro, Silvanis. Lo importante ahora es mentalizarnos por la gran noticia de mañana.

Silvana asintió, nadie más que ella tenía el enorme deseo porque los resultados apuntaran a algo favorable en la salud de su hermano.

Los últimos días se pasó pensando lo que trascendería y pareciera que el tiempo jugaba en su contra durante la espera, se le hicieron eternos en cada minuto transcurrido. Pero al fin podía descansar de aguardar a ello.

El momento estaba por ocurrir.

—No te desesperes, cariño. Mañana conoceremos los resultados y espero con anhelo sean buenos —Renata se sentó en una de las bancas del corredor en la universidad.

—Tambien ruego porque sea así. Aunque ahora que esto ocurra me preocupa que es lo me dirá mi madre. Desconozco aún sus planes o lo que quiere obtener con "su ayuda" —caminó alrededor la enorme oficina. Se encontraba sola, tomando el tiempo para hablar a su novia y darle la noticia.

—No sé que pensar al respecto sobre su petición, pero sea lo que pida, afrontaremos esto juntas ¿De acuerdo? —sonó firme.

—Gracias, amor —suspiró—. Es lo que necesitaba escuchar.

Minutos después terminaron la llamada, Silvana debía seguir trabajando, lo que dejaba el tema para la noche.

—¿Cómo sigue Mario? —preguntó Ana, a su costado.

—Aún internado en el hospital, debido a su condición actual deberá permanecer ahí, hasta hallar al donante.

—Uff… pobre. No imagino lo que debe estar pasando en medio de la espera. Roguemos en que esa señora sea la esperanza que él necesita.

—Ojalá, amiga. Porque no sé como resultarían las cosas sino fuera de esa forma.

—Todo irá bien, Ren —abrazó a su amiga sobre los hombros—. Qué tal si vamos a comer para despejarse. Aprovechemos que hoy salimos temprano.

Acepto la idea.

Una vez arriba del auto, Renata condujo cerca de veinte minutos para llegar al restaurante De Gant y hacerle una visita a su amiga. 

Lo que no sabían es que se encontrarían a alguien en particular.

—Pero que sorpresa, si es nada menos que la prima Mónica —habló Ana, animada. Ella al igual que Mónica tenían el mismo entusiasmo para meterle sabor a la conversación, cada una a su estilo pero sin duda la chispa con la que se desenvolvían era de locos.

3° Parte - La Amante Perfecta ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora