i sleep naked (l.s) español

veintiocho

El resto del verano pasó lento.

Los chicos no notaron la tensión entre Louis y Harry, o eso o no dijeron nada. Harry estaba perfectamente bien, y cuando lo dejaron en su casa una semana después, entró sin ni siquiera saludar.

Y desde entonces, Harry pasó sus días saliendo. Todas las mañanas se comía su tazón de cereales y se ponía sus pantalones cortos y sus playeras negras, junto con una camiseta cualquiera que sacaba de su cajón. Luego, silenciosamente entraba de puntillas en la habitación de su madre y le besaba en la mejilla, mirándola dormir durante unos segundos, las líneas de preocupación entre su frente y la suave curva de sus labios. Le echaba terriblemente de menos.

Y después de hacerlo, se pasaba un peine por los rizos y se ponía unas gafas de sol para cubrir las bolsas debajo de los ojos. Se miraba en su espejo manchado de su baño, que estaba desordenado por primera vez desde que tenía uso de memoria. A medida que pasaban los días, todo a su alrededor se volvía más desordenado, ya que ya no tenía la energía para continuar.

Y el segundo día antes de que terminara el verano, Harry estaba en su camino de entrada, sintiendo el cálido sol filtrarse en su piel bronceada. Después de salir todos los días, pasó de ser un fantasma pálido a un surfista extremadamente bronceado que pasaba sus días en la playa.

Que era en parte cierto. Aunque había un océano a millas de distancia de donde vivía Harry, había un lago con arena clara y agua parcialmente limpia. Había decidido que iba a sentarse al menos una vez más antes de entrar por esas horribles puertas dobles que eran el instituto.

Llevaba el bañador que Louis le había dejado y él nunca se lo había devuelto, el verde que usó cuando fueron a la piscina que tenía su madre. De hecho, le gustaba como le quedaba, aunque era un poco pequeño. Su pelo casi rubio claro estaba más largo ahora, rizado hasta su cuello, aunque cada vez que su madre le veía le rogaba que se lo cortara. Aunque a él le gustaba, era diferente.

Nunca habría pensado que le iba a gustar algo diferente. Nunca. Pero desde que su vida dio un giro inesperado y se encontró llorando todas las noches, supo que necesitaba un cambio. Ya estaba intentando olvidar a Louis. No del todo, pero lentamente.

Una forma de hacerlo fue tirar la almohada a la basura y comprarse una nueva. Y cada vez que pensaba en Louis, lo escribía y luego quemaba el papel en el que lo había escrito. Borró todas las fotos excepto la que sacó hace dos años, porque no podía cambiar su pantalla de bloqueo, daba igual lo que pasara.

Y ahí estaba, sus zapatos resonando en la acera caliente y en el aire húmedo. Había sudor formándose bajo los ojos de Harry mientras caminaba, mirando al frente y balanceando los brazos levemente. Podía escuchar a los niños reír en algún lugar cerca de él, probablemente en bicicleta o jugando al escondite o algo así. Deseó ser como ellos. Despreocupado, joven, normal.

Pero en cambio, tenía diecisiete años y no sabía cómo manejar las situaciones emocionales correctamente. Parecía como si sus amigos se hubieran olvidado de él, pero en el fondo sabía que era culpa suya. Le habían estado mandando mensajes y llamándole todo el tiempo, preguntándole qué le pasaba y si quería pasar el rato. Pero siempre se negaba. Incluso fingió que no estaba en casa cuando llamaron a su puerta y le gritaron que abriera. Necesitó mucho autocontrol, pero lo hizo, y cuando se fueron se distrajo viendo dibujos animados e intentando no llorar.

Mientras todos los pensamientos deprimentes de ese verano inundaban su mente, podía sentir su muñeca picando detrás de las pulseras de goma que se deslizaban hacia arriba y hacia abajo mientras movía los brazos. El impulso seguía ahí, a pesar de que solo lo había hecho una vez. Dolía, de verdad lo hacía, pero era la mejor manera de distraerse, y también estaba haciendo lo que le había dicho a Louis. Louis todavía se estaba autolesionando, él mismo lo había visto.