Capítulo 14: Acciones

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Cuando crees que nada puede ir mal, ocurre algo y tu mundo se desmorona.

          El mundo está lleno de injusticias, problemas; barbaridades que hacen los seres humanos por venganza, por satisfacción. No creen que haya un mundo más haya de sus propias manos, del dinero que les condrola y destruye. Todas sus acciones tienen un motivo, bueno o malo, que puede destrozar a otras personas.

Y esta vez me ha tocado a mí.  Nunca me creí afortunada, ¿afortunada por tener un poder que te hace alejarte de los demás?  ¿Por no poder salir de casa sin gafas ni un solo instante por miedo?

¿Por qué hay gente que quiere verte sufrir,  verte en lo más profundo de la miseria? Todos tenemos un destino y el mío está comenzando.

Otra charla con mis padres, está vez no se trata de mí o de Pterseo; aunque indirectamente un poco. Esto es serio. Mi vida podría verse afectada por este pequeño cambio y hay que decidir que hacer.

- Barry ha comprado parte de la empresa. - dice mi padre con tristeza sin mirarme a los ojos. Todavía no me ha perdonado que le haya mentido y menos que esté de novia con Pterseo, el hijastro de Barry White; su actual peor enemigo y socio parte de la empresa.

Me encanta cuando digo novia, su novia; y él es mío, mi novio. Nunca había creído que llegaría a decir esa palabra y menos que me sentiría tan feliz al decirla. Pero las cosas han cambiado tanto desde el primer día de colegio.

- Hay que decidir que hacer.-

- Tal vez podríamos demandarle.- salta mi madre. Tiene ojeras, se nota que no ha dormido mucho.

- ¿Por tener más dinero que nosotros? Hay que buscar otra manera, Melanie, ¿se te ocurre alguna idea?-

- Igual lo que tendríamos que hacer antes que nada, es saber porqué lo ha comprado; porqué tiene tanto interés en la empresa. -

Mi padre me mira asombrado, no había caído en eso y sabe que tengo razón; pero no lo va ha aceptar, sigue enfadado conmigo.

- Mañana es el cumpleaños de Pterseo, ¿no? - Pregunta mi madre cautelosamente.

-Sí, ¿por? - la miro extrañada. ¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es cierto el dicho que dice, las madres lo saben todo?

- Se me había ocurrido que podríamos ponerle una grabadora en el regalo y oír todo lo que sabe.-

- Ya os he dicho que Pterseo no tiene nada que ver con los negocios de su padrastro. -Replicó enfadada. - Además cómo vais a darle un regalo si le odiáis, se notaría extraño.-

- Se lo regalarías tú. - responde mi madre.

¿Qué? Ni hablar. Es mi novio, confío en él. No necesito una cámara para saber que me quiere o que es buena persona. Estoy perpleja, cómo puede decirme mi madre que traicione a Pterseo; solo para saber las intenciones de Barry.

- ¡No! Habrá otra forma de descubrirlo. - Respondo rápidamente.

En ese momento miro el reloj, es la hora; salvada por la campana.

- Me tengo que ir- les digo mientras me levanto rápidamente sin mirarles y cojo el bolso de la mesa. - He quedado con Pterseo.-

Mi padre no me dice nada, ni siquiera se mueve, solo me mira detenidamente; lo cual hace que me sienta más culpable. ¿Por qué me tengo que sentir culpable por estar enamorada?

- Si se te ocurre otra idea, ya nos la contarás. Pasatelo bien - dice mi madre con una sonrisa falsa, mientras me abraza.

¿Por qué tienen que ser tan egoístas conmigo? ¿Acaso yo no puedo ser feliz? Sé cómo se sienten, pero no piensan en mí; solamente en ellos y su empresa.

¿O tal vez soy yo la que no me doy cuenta de la realidad?

Cuando salgo de la casa con mis leggins negros y mi blusa blanca, Pterseo me está esperando en la entrada. Vamos a ir a su casa del campo, a pasar el día. Estoy nerviosa y no se porqué; solo quiero olvidarme de los problemas durante un rato.

- ¿Qué tal estás preciosa?- me dice sonriente nada más entrar en su coche.

- Ahora mucho mejor- le digo mientras le beso en la mejilla.

- Entonces, ¿adonde quiere ir señorita? - Me pregunta sarcásticamente, ya que sé muy bien a donde vamos; mientras imita a un chofer.

- Qué tal te parece al fin del Universo...

- Eso está muy lejos.- Se ríe mientras posa su brazo sobre mí hombro, arrimándome a él. - ¿Qué tal te parece si cierras profundamente los ojos y confías en mí?-

         

           - ¿Tienes los ojos cerrados? - Me pregunta Pterseo mientras me intenta guiar con sus manos en mis caderas.

- No veo nada, me has puesto esta venda verde que me va ha provocar un traumatismo por un golpe de un árbol.- le contesto mientras me río. Estoy andando como un pato mareado y cada poco tiempo le pregunto si ya hemos llegado.

¿Por qué es tan difícil andar a ciegas, cuando toda tu vida has estado rodeado de oscuridad?  Tal vez es porque cuando descubres una cosa nueva, provoca en tu interior un nuevo miedo que no sabemos resolver.

- Vale, para.- dice mientras delicadamente me quita la venda.

Lentamente abro los ojos, al principio me cuesta ver por el contraste de luz; pero poco a poco puedo distinguir donde estamos.

Es un paraje hermoso, verde, natural, donde se oyen los cánticos de los pájaros y al fondo de este se ven las montañas llenas de nieve; estamos en un campo. Nunca creí que un lugar tan alejado de la urbanización podría ser tan perfecto.

- ¿Qué tal te parece? - Me pregunta ansioso esperando mi respuesta.

Medito un rato haciéndome la interesante,  provocando que Pterseo se impaciente y yo me ría. Después me pongo las gafas y me giro para responderte.

- No está mal, aunque creo que hay un pequeño fallo en esto.-

-¿Cuál? - Pregunta.

- Se supone que no tendría que estar verde el campo en invierno.-

-¡Ah,  eso! - Sonríe efusivo mientras no para de reírse. No lo entiendo. - He tenido que añadir mi mano a este pequeño campo.-

Le miro intensamente esperando que me de una respuesta que parece que no me quiere dar.

- Vale. No me mires así, te voy a decir la verdad; tengo poderes mágicos.-

Me quedo perpleja, con la boca abierta; negando lo que me acaba de decir. Hasta que Pterseo salta gritando a carcajadas y entonces me doy cuenta que es una broma.

- ¡Qué inocente eres Mel! ¿Cómo has podido creerme? Solo hay un ser mágico en este campo, y eres tú. - me dice mientras se acerca a mí y me acaricia delicadamente la cara con su mano.

La verdad es que soy muy inocente, creo en cosas que nadie cree; como la salvación de los seres humanos,  la paz mundial,  una economía equitativa para todos. Puede que siga teniendo un poco la mentalidad de una niña, ya que estuve toda mi vida soñando en ser libre, sin estar retenida a nada ni nadie; y eso nunca va ha ocurrir.

Aunque también he cambiado mucho durante este tiempo y sigo cambiando. Eso es uno de los temores de mi padre, aunque no lo quiera reconocer; que cambie y que no me reconozca a mí misma.

Pero ya no tengo miedo de expresarme como soy, esa es una de las transformaciones de las que me siento más orgullosa. Así que cuando le digo: - ¿Así?-,  me acerco a él y le beso.

Mis labios se posaron sobre los suyos con suavidad,  en ese momento sentí que el corazón me martilleaba el pecho, una sensación dulce y tierna a la vez. Me cosquilleba todo el cuerpo y sentía que iba a explotar en ese momento, en ese instante y no me importaba.

Después me separé tímida, evitando mirarle a los ojos. ¿Qué acababa de hacer? Estaba tan avergonzada que sentía que iba a ponerme a llorar, pero a la vez estaba muy feliz de lo que había sucedido.

Eterno Poder ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora