You're my gold

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Dejó que el pequeño rubio descargara sus sentimientos sobre su hombro. La mano derecha de Seonghwa se encargaba de repartir pequeñas caricias de un suave y cálido amarillo que recorrían toda su espalda. Dudó un poco, pero propinó un ligero beso en la coronilla del menor, esperando pacientemente a que se sintiera mejor. No le gustaba para nada saber que Yeosang estaba triste.

Por eso mismo, su mente estaba maquinando una idea para lograr volver realidad el sueño de Yeosang. Sí, podría parecer infantil, pero sabía que aquello significaba todo para el rubio. Seonghwa estaba más que dispuesto a cumplirlo. Su mejor recompensa sería la felicidad total de Yeosang, lo único que le interesaba en ese momento.

— Lo siento, hyung— La voz quebrada lo trajo a la realidad— N-no debí tocar este tema, lo siento mucho...

A pesar de no poder verlo, Yeosang sintió sus respiraciones chocar. Podía sentir la dulzura en el suave tacto que Seonghwa le propiciaba, la paciencia cuando no entendía algo o tenía que explicarle, el orgullo en su voz cuando lo felicitaba por tocar por sí mismo el piano.

Sentir. Yeosang sentía muchas cosas cuando estaba con él. Le traía una paz increíble. Si bien no dependía emocionalmente del mayor, definitivamente era un apoyo que valoraba bastante. Sin siquiera pedir permiso, alzó ambas manos para acariciar de nueva cuenta el rostro ajeno. No lo había hecho desde la primera vez.

Sus dedos viajaron, acariciando cada facción, grabándola en cada tacto. Sintió la belleza en cada parte que conformaba a Seonghwa. En cada centímetro de su piel estaba grabada cada emoción que notaba emerger del mayor, un tacto único lleno de sentimientos que iba más allá de la necesidad de tocarlo.

El pequeño discursó se incrustó en lo más profundo de Seonghwa, quien en este punto estaba llorando. Saber que provocaba eso en el menor le hacía sentir un remolino enérgico y abrumador de emociones. Mágico.

Esa ida al café acabó con Seonghwa llevando a Yeosang a su casa, caminando. Algo que ambos compartían era el gusto de sentir el viento chocar contra su cara.

— Deberíamos ir a la playa un día de estos, entonces.

— Me parece muy bien, hyung.

— Ya está. Creo que ya llegamos— Ambos se detuvieron en frente de la casa de los Kang.

— Gracias por traerme, hyung — Yeosang giró levemente, buscando con su mano la contraria, amando en demasía la sensación de estas al estar juntas.

— No es nada, Yeonnie.

— Nos vemos mañana, hyung— Fueron las últimas palabras del rubio antes de ingresar a su casa.

꒰✦꒱

— No, no, definitivamente no... Esta sí.

Seonghwa se encontraba en la cama de su habitación, con su celular al lado y una pequeña libreta en sus manos. Estaba creando una lista de canciones para llevar a cabo su plan, y rogaba a todas las divinidades que funcionara.

Después de aquella plática que tuvo con Yeosang y sus propios pensamientos, estaba decidido a hacer realidad el deseo del menor sí o sí. Esas dos semanas fueron suficientes para que Seonghwa se diera cuenta de la preciosa persona que era el rubio.

Cálido, risueño, cariñoso. Un chico realmente hermoso. No sólo físicamente, también en su forma de ser.

Detuvo su mano a media canción, pensando en Yeosang. Y es que, últimamente pensaba demasiado en él. Su mente viajó al beso en la mejilla que le había dado, calentando éstas al instante, y llevando por inercia su mano al lugar donde los rosados labios de yeosang y su piel hicieron contacto. Aún podía sentir la respiración ajena contra su mejilla.

Synesthesia | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora