Café

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Este color está asociado a la tranquilidad, serenidad, humildad y fortaleza. Depende mucho de su tonalidad, pero estos conceptos son con los que más se identifica.

꒰✦꒱

— ¿Me vas a decir a dónde vamos?

— No.

— ¿Por qué?

— Es una sorpresa.

Yeosang bufó irritado, causándole una risa pequeña al mayor a su lado. Llevaban viajando casi dos horas, tiempo en el cual el rubio había querido sacarle información sobre su destino a Seonghwa, fracasando en todos los intentos.

Y el profesor estaba callando por miedo, más que por otra cosa. Había tomado el riesgo de viajar de una ciudad a otra sin decirle nada al chico, aunque estaba comenzando a arrepentirse.

Su sobrino estaba de cumpleaños y su familia decidió celebrarlo, ellos estaban en Daegu, y el mayor pensó que sería buena idea llevar al rubio con él. Gracias a Mina, sabía que Yeosang no era de salir a fiestas, por más mínimas que fueran. Pero Seonghwa confiaba en su familia, sabía que no lo tratarían mal. Aparte, siempre estaba el plan de emergencia, y ya que el menor había dicho que le gustaba caminar, ya tenía otra actividad pensada en caso de que se sintiera incómodo.

Lo que menos quería era hacer pasar al chico un mal momento. Conforme se acercaban a su destino, sus nervios aumentaban y a pesar de estar callados en ese momento, Yeosang pudo sentir la tensión en el ambiente.

— ¿Seong?

— ¿Sí?

— ¿Qué sucede?

— Yo, uh, es que... V-verás...

El rubio esperaba paciente aunque por dentro la desesperación lo carcomía. Su mano buscó la del chico, y cuando la encontró se dedicó a darle pequeñas caricias en busca de tranquilizarlo, cosa que ayudó bastante al mayor. Respiró tranquilo un par de veces antes de volver a hablar, no queriendo mostrar miedo en su voz. Su otra mano seguía en el volante, y su mirada jamás se desvió de la carretera.

— ¿Estás bien?

— Sí, sólo que... ¿Te acuerdas que te comenté que mi sobrino cumplía años?

— Sí, lo recuerdo.

— ¿Y que le harían una fiesta?

— Sí, me lo dijiste. ¿Pero eso que tiene que ver?

— Pues, ya casi llegamos.

— ¿A dónde? Espera, no me digas, ¿Vamos camino a Daegu?

Seonghwa mentiría si dijera que no se sorprendió cuando notó la emoción en la voz de Yeosang, tomándose unos pocos segundos para verlo. La sonrisa que adornaba su rostro indicaba que no estaba enojado, todo lo contrario. Él mismo sonrió al ver la expresión del chico, relajándose.

— Sí, Yeonnie. Vamos a Daegu.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes?

El mayor soltó una carcajada ante el tono de reproche, apretando el agarre de sus manos.

— ¿Y arruinar la sorpresa? No lo creo.

— ¡Me hubieras dado tiempo de arreglarme un poco! Ahí estará tu familia y yo-

— ¿Quieres que te presente con mi familia?

Sólo después de la pregunta de Seonghwa, Yeosang entendió lo que había dicho. Sintió los colores subir por sus mejillas y permaneció en silencio después de eso. El mayor no perdió oportunidad en apretar unas de las sonrojadas mejillas del menor, riendo al ver el puchero en sus labios.

— Sabes que por mí no hay problema, Yeo.

— Lo sé, pero...

— ¿Pero?

— ¿Y si no les caigo bien?

— ¿Eso es lo que te preocupa, Yeosang? ¿No caerles bien?

— Bueno...

Yeosang no se entendía ni a sí mismo en ese momento. Quería agradarle a la familia del chico al lado de él, pero no entendía por qué ese sentimiento. O tal vez si lo hacía, pero no quería admitirlo en voz alta. Seonghwa comprendió lo expresado con ese silencio, ya que en cuanto llegara su oportunidad quería conocer a la familia del rubio. Y pensar en ello también lo ponía nervioso.

Su dedo pulgar se encargó de dar leves caricias en el dorso de la pequeña mano, tratando de infundirle seguridad.

— Te van a amar tanto como yo lo hago, cariño.

Muy a su pesar, el rubio se sonrojó con aquella indirecta demasiado directa, alzando sus manos unidas para depositar un beso en la de Seonghwa, quien también ganó color en sus mejillas al sentir los labios contra su piel.

Los dos parecían un par de adolescentes hormonales, pero no les importaba. Amaban las pequeñas muestras de cariño que se daban, disfrutando de la compañía mutua.

Iban viajando rumbo a una fiesta familiar, el clima era agradable, una canción tranquila se reproducía de fondo y eran ellos, felices de estar juntos.

— ¿Y bailarás conmigo?

— Seong, yo no bailo.

¿Por favor?

Al menor le fue imposible negarse ante el tono del mayor, suspirando rendido mientras asentía.

— Está bien, pero tendrás que guiarme, soy un asco bailando.

— No creo que lo seas.

— Lo podrás ver por ti mismo, haré el ridículo.

Yeosang sonrió, feliz. La confianza que Seonghwa le daba podría ser sin duda alguna uno de los mejores regalos que la vida le dio.

Synesthesia | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora