Amarillo

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El color amarillo puede ser brillante e intenso, y por eso puede invocar sentimientos fuertes. Es energético y cálido. El color que Seonghwa le atribuye a Yeosang.

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El aire fresco olía a mar. Para Yeosang, el sentir el olor salado acariciar su nariz y alborotar su cabello, era una de las sensaciones más placenteras que alguna vez experimentó.

Seonghwa le había explicado que el cielo estaría despejado.

"¿Cómo despejado?"

"Sin nubes. Imagina un enorme lienzo azul claro cubrir el cielo, así está."

El rubio pensó que la vista era hermosa.

Concentró sus sentidos únicamente en sentir. El agua fría tocaba su piel, el viento la acariciaba. Sentía la arena seca colarse entre sus dedos, escurrirse si es que estaba mojada.

Se percató de los desniveles del suelo al encontrarse con pequeños agujeros, o algunas conchas que quedaban varadas en la orilla. Sin miedo alguno, sostuvo un pequeño cangrejo que se topó. En momentos como ese, Yeosang no temía a nada ni a nadie.

Estaba frente al inmenso y profundo mar, y a comparación de muchos, no sentía miedo, no sentía hundirse ante sus dimensiones.

Seonghwa lo observaba, silencioso. Sólo admirando como el chico recorría su camino a la orilla del mar. Era aún bastante temprano, por lo que el Sol no pegaba con tanta fuerza aun.

Podían disfrutar de un par de horas más en la tranquilidad que estaban rodeados. Habían escogido un día entre semana, tomándose el mayor un día libre que le debían en el trabajo. Esto, con el propósito de no estar entre tanta gente.

Aunque dudaban que cualquier persona quisiera ir. El clima aún se mantenía un tanto frío a pesar de los rayos del Sol, lo que alejaba la idea de visitar la playa a muchas personas.

— El lugar es precioso, ¿verdad?

Yeosang finalmente estaba al lado del mayor, dejándose caer sobre la gruesa sábana que ambos llevaban para evitar ensuciarse. El rubio se recostó sobre ella, apoyando su cabeza en las piernas de Seonghwa.

— Lo es, gracias por traerme.

— No es nada, Yeonnie. Lo hago porque me gusta verte feliz.

— A donde sea que estés tú, yo seré feliz. El sólo hecho de escuchar tu voz, me hace muy feliz.

— Tú también me haces feliz, Yeonnie.

Ambos quedaron en silencio, escuchando únicamente el romper de las olas. Yeosang cerró sus ojos, analizando sus sentimientos.

Y es que cada vez podía evitar menos el cosquilleo que sentía cuando estaba con Seonghwa.

Las palabras le tocaban como un susurro a la piel, y las caricias traspasaban hasta llegar más profundo. Había descubierto, que estar con el joven profesor era entrar en una sacudida tremenda de emociones que nunca tenía fin.

Estar con él era pasear en cada tonalidad posible, era todos los colores en un solo empaque.

¿Cuál era la cantidad de tiempo para amar a una persona? No lo sabía.

Y de lo único que estaba seguro en esos momentos, era que lo amaba.

Con cada átomo de su cuerpo, cada respirar y latido de su corazón. Lo amaba más de lo que la misma palabra en sí era capaz de expresar.

No reparó en consecuencias cuando se levantó, y guiado por sus manos, acarició la tersa piel.

La suavidad de ella le recordaba a los pétalos de una flor.

Seonghwa lo miro con la duda pintada en su rostro, pero todo razonamiento coherente quedo en el olvido cuando sintió los labios del menor chocar contra su piel.

Su mente sólo podía procesar la manera en la que Yeosang regaba besos por todo su rostro, bajando después por el cuello.

No era un toque sexual, pero sí íntimo.

Eran ellos, el mar y el amor que sentían el uno por el otro. El mejor panorama que pudieron escoger.

— ¿Y eso?— Preguntó finalmente el mayor, pasados unos minutos al último beso.

— Quería demostrarte de alguna manera cuánto te amo.

El rubio no había bajado sus manos, esperando el típico calorcito en las mejillas contrarias que indicaban un rubor.

— Mientras me dejes estar en tu vida, Yeonnie, con eso.

— Te querré en ella, siempre.

Seonghwa sonrió, levantándose de un salto. Le importaba poco que el agua estuviera fría, así que tiró del brazo del menor para levantarlo también.

— ¿Qué haces?— Preguntó Yeosang entre risas.

— Te voy a dar la experiencia completa.

— ¿A qué te refieres con e-? ¡Oye!

El rubio dejo de sentir el suelo, puesto que el mayor lo estaba cargando.

Se aseguro de mantenerlo firme entre sus brazos antes de correr hacia el agua.

No lo aventó contra las olas, con cuidado buscó un lugar seguro lejos de la orilla. El agua rozaba sus caderas.

— ¿Me trajiste al mar?

— Así es.

— Sabes que no sé nadar, ¿Verdad? No sería de gran ayuda si viene una ola y nos arrastra...

— No dejaré que te ahogues.

— Hablas con mucha seguridad.

— Tu me la das, yeonnie.

Yeosang sonrió, antes de tomar un poco de agua y tratar de mojar al contrario.

Definitivamente, lo amaba.

Synesthesia | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora