Naranja

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Este color se identifica con la juventud, la vitalidad y emociones fuertes. Suele representar lo extrovertido, la diversión y vida social.

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Seonghwa observó divertido como el rubio tomaba su segunda cerveza desde que habían llegado. No se sorprendió el verlo, anteriormente Yeosang le había comentado su gusto por el alcohol.

— No te vayas a emborrachar, será pesado sacarte cargando.

El menor giró su cabeza con una mueca clara de indignación, a la cual solo pudo soltar una carcajada mientras tomaba de su propia bebida, sabiendo que incluso él mismo ya estaba más achispado.

— Park Seonghwa ¿Quién me crees? Obviamente no. Además, ¿Quién se emborracha con cerveza?

— Ya me quedó claro que entre los dos tú soportas más el alcohol.

— Y sí, apuesto que tú con dos ya estás dormido.

Fue el turno del profesor para poner su mejor gesto de ofensa, al cual Yeosang acercó su mano para sentir como los labios contrarios se contraían en una mueca. Rió al imaginar cómo sería la cara ofendida del mayor, sin quitar su mano.

Seonghwa aprovechó la situación y recargó su mejilla ahí, poniendo encima su propia mano, así evitando que el rubio se alejara. Nuevamente quedaron en silencio, únicamente se escuchaba el bullicio de fondo y sus respiraciones cerca.

— Tu piel es muy suave y cálida, me gusta.

Yeosang rió suavemente al escuchar el tono del mayor, siendo consciente que el afectado por las bebidas era él.

— La tuya también es suave, Seong.

— Sí, pero me gusta la calidez que tienes tú, Yeonnie. Cuando te abrazo, me siento en mi hogar. Tú eres mi hogar.

Sintió los colores subir por su rostro y cuello, recordando que estaban en público y justamente con la familia del chico como espectadores. Quiso alejar su mano, pero el mayor no lo permitió.

Todo lo contrario, acercó su silla para poder abrazarlo correctamente.

— Seonghwa, tu familia está aquí...

— ¿Y? Ellos ya saben que te quiero.

Yeosang bufó entre feliz y avergonzado, aún sin poder ver sabía que probablemente muchas miradas estaban sobre ellos en este momento.

— Yo también te quiero y mucho, pero...

— Cuando dos personas se quieren no hay peros, Yeo.

El rubio dejó de poner resistencia, sabiendo que sería inútil luchar contra el mayor, quien aprovechó para apretarlo más contra sí. Finalmente cedió, correspondiendo el abrazo del chico. Ambos se quedaron así, por varios minutos, hasta que Yeosang sintió algo húmedo impactar contra su mejilla.

— ¿Seonghwa?

El mayor respondió dejando otro beso, esta vez más cerca de los labios, a lo cual el menor comenzaba a ponerse nervioso. Sabía ya por experiencia que el chico era cariñoso, y ahora sabía que aquello aumentaba con el alcohol.

— Vamos a bailar, Yeonnie.

— Ya te dije que no sé bailar.

— Lo prometiste.

— Pero...

— Ándale.

Yeosang no tuvo tiempo de responder, no cuando ya estaba siendo arrastrado hacia quien sabe dónde.

— ¡Seonghwa!

— Vamos a bailar.

Y Yeosang no tuvo tiempo de reprochar nada, no cuando el entusiasmo en la voz del mayor lo debilitaba. No importaba si hacía el ridículo, total, nadie lo conocía. Si con eso podría seguir escuchando aquella emoción en el mayor, lo haría. Sentir a Seonghwa feliz, lo hacía feliz a él.

No sabía dónde estaba, a qué lugar lo había llevado el chico, pero era consciente del ruido en aumento, la música resonando en sus oídos, el calor de las demás personas a su alrededor. Fue consciente de los brazos de Seonghwa juntarse alrededor de su cintura e incitarlo a bailar.

Le hizo caso, dejó que lo guiara y como cada que estaban juntos, se dejó ahogar en el mar de emociones que era Park Seonghwa. No había sido mala idea después de todo, no cuando en menos tiempo del que esperaba ya estaba dejándose mover por la música al lado del chico que amaba.

— Y me decías que no sabes bailar, que mentiroso eres.

— No mentí, en serio no sé.

— Tus movimientos dicen lo contrario, Yeonnie.

— Sólo me estoy dejando guiar por ti, desde que te conozco ha sido así.

— ¿Y te molesta?

— Para nada. Me gusta que lo hagas.

— Tú también me has enseñado muchas cosas.

Antes de que el menor pudiera responder, la típica canción romántica y lenta comenzó a sonar, y antes de que pudiera reaccionar correctamente y huir, Seonghwa ya lo había apresado, balanceándose suavemente.

A lo lejos, la mamá del joven profesor los miraba con una sonrisa, feliz de ver a su hijo tan radiante al lado del chico rubio. A pesar de estar rodeados de personas, ellos estaban su mundo. Seonghwa miraba a Yeosang con amor, algo que ella siempre quiso para su hijo. Que encontrara a alguien a quien amar, y que lo amara.

El papá del festejado, hermano de Seonghwa, caminó hasta posarse al lado de la señora, viendo la misma escena. Una pequeña sonrisa se formó en él.

— ¿Ya viste como lo mira, mamá?

— Sí, y yo que pensaba que mi hijo estaría soltero toda la vida.

— Nunca lo había visto tan feliz.

— Bueno... Ya sabes lo que él siempre suele decirnos.

— El amor es un color que pasa por todas las tonalidades. Lo sé. Parece que creó su nueva paleta.

La señora Min les dio una última mirada. Su hijo, claramente borracho, sacaba sus mejores pasos al ritmo de una canción latina, tratando que Yeosang hiciera lo mismo, a lo cual el rubio sólo podía reír.

— Me parece que ellos dos lo hicieron juntos.



Synesthesia | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora