Rosado

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— Recuerden estudiar todo lo visto para la prueba de la siguiente semana. Esta vez no tendrán guía, por lo que es necesario que estudien muy bien. Nos vemos.

Seonghwa despidió a sus alumnos pequeños, la clase acababa de terminar y como era costumbre, estaba esperando a Yeosang.

Estaba terminando de acomodar los instrumentos, cuando escuchó una voz hablarle. Se encontró con el pequeño sobrino del rubio, Seojoon.

— ¿Profesor Park?

— ¿Qué sucede?

— Sólo quería darle las gracias, profesor.

Seonghwa detuvo sus movimientos para girarse hacia el niño.

— Gracias, ¿Por qué pequeño?— Contestó, sentándose al lado de él.

— Por ayudar al tío Yeosang, él es diferente desde que está contigo.

— ¿Diferente?— Seonghwa trataba por todos los medios de evitar un sonrojo.

— Sí, él sonríe más. Ya no es tan serio, sale más seguido de casa, ¡Incluso canta de nuevo!

— ¿Yeosang canta?— Se preguntó el pelinegro más para sí mismo que para el niño.

— ¡Sí! ¡Y lo hace muy bonito! Tenía muchísimo tiempo sin cantar, pero ayer después de años lo volvió a hacer, y todo gracias a usted, profesor. Espero este mucho tiempo con Yeosang para que siga feliz.

El profesor le regresó la sonrisa a su pequeño alumno, feliz de saber que su rubio favorito estaba cambiando para bien. Le hacía inmensamente feliz saber que el joven estaba convirtiéndose en una persona nueva, diferente.

Si Yeosang era feliz, Seonghwa lo era también.

Lo supo cuando el chico llegó, acompañado de su hermana. Lo supo perfectamente cuando el rubio le regaló una cálida sonrisa, acompañada de un suave rubor en sus bonitas mejillas.

Como era costumbre, ellos dos se perdieron en su mundo, dejando que los familiares de Yeosang se fueran.

Seonghwa se acercó, tomando delicadamente las manos del contrario. Acarició suavemente, delineando con sus dedos cada centímetro de piel. Yeosang sonrió ante el tacto.

Adoraba que el chico frente a él siempre tratara de mostrarle todo más allá de la vista, más allá de lo que las palabras pudieran describir.

El rubio comenzó a comprender mucho desde que conoció a ese profesor de música, que llegó a su vida para colorearla de hermosas tonalidades, colores que siempre guardarían un significado que sólo ellos dos eran capaz de comprender.

Seonghwa confirmó sus pensamientos cuando un hermoso rosado comenzó a nublar su mente al sentir que las caricias eran respondidas, admirando el cariño que envolvía el color. Un sentimiento rosado, tan reconfortante como lo era pasar unas horas compartidas con Yeosang.

Fuerte como el café que compartían los días de lluvia, cálido como eran los abrazos que se regalaban.

Así era lo que empezaban a sentir, construyéndose poco a poco, pero seguro. Y colorido. Un rosa intenso, apasionado, fuerte y romántico. Seonghwa siempre había dicho que era un cliché enorme, pero ahora lo entendía. El pequeño rubio llegó para reescribir sus definiciones del color, ahora eran ellos juntos descubriéndolos.

— Tus manos son muy bonitas.

— Las tuyas también lo son.

Desde que Yeosang había comenzado a responder sus halagos, una duda se sembró en la mente de Seonghwa.

¿Qué era la belleza para un ciego?

No quería ser imprudente y preguntarle algo como eso. Si bien el mismo le enseñaba los colores a través de sus demás sentidos... No podía comprender cómo Yeosang describía algo "bello".

¿Cuál era su definición?

¿Qué entraba en sus estándares?

¿Qué era bello para él?

No podría entenderlo, aquello iba más allá de sus capacidades.

— ¡Seonghwa!

— ¿Sí?

— ¿Está todo bien?

El castaño parpadeó, notando que había quedado perdido en sus pensamientos. No sabía cuánto tiempo se quedó perdido, pero por la cara de preocupación y confusión que tenía puesta el rubio, supuso que fue algo de tiempo.

— Sí, lo siento. Me perdí en mis pensamientos.

— Sí, me di cuenta— Contestó el menor con tono burlón.

— Yah, no te burles— Dijo Seonghwa con una sonrisa, que Yeosang devolvió inconsciente— ¿Listo para la lección de hoy?

— Más que listo, profesor. ¿Qué canción será hoy?

— Ven.

Como era su rutina; Yeosang sentado en el banco del piano, sus manos siendo guiadas por el mayor, ambos siendo testigos de un nuevo color siendo sembrado en el corazón de ambos. La canción perfectamente interpretada, siendo la melodía que esa tarde endulzaba a los dos.

Cuando terminó, algo que Yeosang no podía describir a la perfección, inundó su pecho. Era algo... Intenso pero al mismo tiempo suave, demoledor y a la vez no.

— Esto fue... Muy intenso.

— Lo sé. Desde que llegaste a mi vida... Estamos escribiendo un nuevo concepto de los colores.

— ¿Eso es bueno?

— Completamente. Ahora el significado no es sólo mío, es de ambos. Lo hace más especial.

— ¿Y esta canción fue...?

— Rosa. Este color es cariño, amor, ternura... Encaja completamente contigo.

— Encaja con nosotros, Seonghwa. Con nosotros.

꒰✦꒱

¿hace falta decir lo bello que es este ship?

Synesthesia | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora