Capítulo 17

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Abrió los ojos y se encontró tumbada en una camilla; Carter miraba su muslo. Tanteó la corva y parte de él. Los gemidos aumentaron a chillidos.

—Al menos podrías tratarme con más cuidado. ¡Me haces daño!

—Estoy inspeccionando la zona —gruñó.

—Parece más bien que estés desmigando un bizcocho a manotazos solo porque no te gusta.

—Es que no me gustas.

—Tu boca no decía eso cuando...

—¿Vas a sacar a relucir lo del beso? —protestó, y apretó con más ahínco la zona herida—. Creía, según tú, que no podría funcionar. Y huiste de mi habitación despavorida. No recordaba besar tan mal.

—Tampoco es que hicieras mucho por impedirlo.

Soltó otro gruñido y le dio la espalda. Sacó de los cajones algunas vendas y productos plastificados. Al volverse a ella, sonrió con amargura.

—Lo que decía: eres tan agradable como un funeral.

—Depende. ¿El funeral de quién?

—Estoy tratando de mantener una conversación seria contigo.

—Y yo la estoy tratando de evitar.

Abrió los paquetes de las vendas. Le vio respirar con pesadez. Estaba casi segura que la tensión que ejercía sobre su piel era solo fruto de la disparidad de ambos. O eso creía.

—Quiero pensar que es un desgarro muscular leve. Si me haces caso y obedeces, podrás retomar tus actividades pronto —concretó—. Tienes el músculo tenso y por eso no puedes mover apenas la rodilla o el gemelo. Collins te ha debido de dar fuerte.

Se alegró en sus adentros. Había conseguido pequeños avances en la misión que se le asignó, y cuanto menos disponible estuviera para salir a misiones, tal como le pidió su contacto, mejor para ella. No quería tener que pasar por algún proceso psicológico similar al que Carter y Daniel transitaban.

—Tardarás varios días en volver a caminar, posiblemente más de una semana. Pero primero... —se llevó la punta de la lengua a los labios—, te aplicaré frío para reducir la inflamación.

Sacó el último paquete de hielo y se lo aplicó envuelto en un trapo tras haberle quitado el pantalón. Olaia no sintió rubor, aunque sí se mantuvo expectante a algún comentario tosco de Carter. No lo hizo, sino que se centró en cuidar su piel.

—Te quedarás a descansar aquí los dos primeros días, la camilla es bastante cómoda. Según avances podré darte de alta el tercero o seguirás aquí bajo mi vigilancia. De una manera u otra necesitarás descanso.

—¿Vas a ser mi médico personal?

—Y te cubriré las espaldas con el resto.

—Oh, eso sí que me entusiasma.

—Me lo imaginaba —masculló por lo bajo—. Ya no queda más hielo, buscaré alguna bolsa de preparados congelados y un par de cosas que necesito.

Olaia no supo decir si le hablaba a ella o si hablaba consigo mismo pero aun así levantó los pulgares a modo de confirmación. Lo vio desaparecer rápido, como un relámpago. Dejó en la estancia un dulce aroma a césped recién cortado y a cítricos. En seguida su pecho demandó los dedos de Carter al tocar su piel, sin comprender lo que el remolino en el vientre quería de ella, y para evitarlo se obligó a no pensar en encarar a Peter, a Hailee o...

Al mismísimo Jonatan.

Se provocó una herida en el labio tras arrancar un trozo de piel con los dientes, y volvió a verse en inútiles esfuerzos por zafarse de alguna forma de Peter. Aún se preguntaba cómo había sido tan tonta de dejarse atrapar con tanta facilidad. Ya había ocurrido dos veces, primero con Jonatan y ahora con Peter. Había sido descuidada, de nuevo.

La Torre Alpha #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora