Capítulo 9

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Descalza, con un descuidado recogido, mientras leía un libro que le recomendó Daniel, Hailee recibió un mensaje pocos minutos después de que el toque de queda se deshiciera tras el chirrido del metal que se deslizaba sobre las puertas.

Desbloqueó el teléfono porque pensaba que era Flint con una foto graciosa de cómo se había cepillado los dientes delante del espejo cuando subieron después de la cena, pero se equivocó. Para su sorpresa, Peter se había dignado a contestar sus mensajes después de casi dos semanas de esquivar las miradas que la chica le lanzaba cada vez que se cruzaban. Quizá Flint sí habló con su hermano tras la cena, y éste entrase en razón. No lo supo a ciencia cierta, pero nunca antes le había alegrado tanto un mensaje de Peter. La cita era después de desayunar, algo que le llamó la atención puesto que solía entrenar toda la mañana. Quizá ahora que Alexandra no estaba, disponía de más tiempo para verse con ella.

Se levantó de un salto, emocionada, al cuestionarse a sí misma por qué la urgencia del mensaje. Se desvistió con las puertas del armario abiertas, sacó unos vaqueros ceñidos y una blusa blanca holgada, con tres botones en el pecho, que medio metió por la cinturilla del pantalón. Sandalias de cuña y un colgante que le regaló Daniel cuando visitó la Riviera Maya en su última misión. Terminó de soltarse el pelo en el baño, lo ahuecó con su rizo natural como si se hubiera despertado cinco minutos antes de la cita. Cogió su teléfono y lo guardó en el bolsillo trasero del vaquero.

Quizá sería una tontería, pero la niña pequeña enamorada de Peter desde la primera vez que le vio entrar a la Torre Alpha le decía que entregase todo lo mejor en los siguientes minutos. Era la ilusión, la tímida sonrisa quien ganaba. Había atado de pies y manos demasiado tiempo a la locura, y dejó que la Hailee trabajadora diera de lado por completo su vida entera, tanto que ni se reconocía. Quizá era el momento de rebelarse y dejar jugar a la otra versión de Hailee que quería vivir más allá de una pantalla de ordenador.

En el comedor, lo primero que hizo fue disimular todo su entusiasmo y nerviosismo como pudo. Hubo un par de miradas descaradas, como las de Carter o Fabi, que no entendían qué le pasaba ni por qué había decidido arreglarse tanto. Tras el café con leche y un par de croissants con mermelada de frambuesa, se cepilló los dientes en su habitación y ascendió hacia la azotea con la curiosidad que golpeaba su pecho al ritmo de sus latidos.

La vida le regalaba otra oportunidad que encender con Peter. Desde pequeños siempre existió entre ellos un tira y afloja que nunca se rompía, pero tampoco los acercaba. No estaba segura de si era por alguna estúpida timidez o si había algún impedimento a trepanar el corazón al ritmo de los amigos que pueden ser más que solo eso. Y era un sacrilegio ponerse a pensar que desde hacía meses ambos se habían alejado: ya no eran inseparables, eran como dos piezas de un puzzle antiguo que ya no encajan en los sitios donde debían hacer un perfecto "clac". Porque ella notó el chispazo cuando chocaron sus manos al coger a la vez palomitas del cuenco que todos compartían la noche de cine de terror; también los halagos que deshacían la memoria de Peter y le obligaban a mirar hacia otro lado. Si aquello no era amor, no sabía entonces qué era lo que les pasaba.

Abrir la puerta que se quedaba atascada con el simple vuelo de una mosca no fue difícil para su buena suerte. En contra de ella estaba el clima, cuyo viento otoñal le desordenó los rizos rubios y le pegó la blusa holgada al cuerpo. Él ya estaba allí, de espaldas a ella, apoyado en la verja y admiraba el cielo matinal. Apenas había luz solar; las nubes tapaban el cielo con la violencia de unas tímidas gotas caer por su propio peso a la coronilla de ella.

Frunció el ceño. Peter tenía los hombros tensos; parecía preocupado, con la mirada en el viaje de la evitación, sin fijarse demasiado tiempo en el horizonte, como si le diera miedo todo lo que pudiese romper con tan solo parpadear. Se giró en cuanto escuchó un par de pasos hacia él.

La Torre Alpha #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora