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Había pasado ya un par de días desde aquella ocasión en el bar y por ese tiempo no se tocó nada del tema, para cada uno de ellos los planes no habían salido como realmente querían desde un comienzo y ese era un gran problema.
Volkov se encontraba distraído desde ese día, las estadísticas y demás cosas que le entregaba a Conway eran un caos de pies a cabeza, necesitaba tranquilizarse, si a Horacio se le ocurría aceptar todo el juego aquél secreto que había ocultado por bastante tiempo se iría a la mierda. Era cierto que hace años había tenido alguna clase de atracción hacía su jefe, estaba dispuesto a todo con tal de conseguir al menos probar sus labios, pero, todo eso cambio tras ver los preciosos ojos que ahora lo tenían atado. No quería cometer un error, no sabía porque razón se había puesto tan nervioso cuando vio sus llaves en las manos de su jefe ¿No se supone que eso estaba olvidado y enterrado? ¿Y qué pasaría si al aceptar perdía la cordura al instante? Jamás había pasado una noche con Conway a pesar de ser íntimos amigos desde hace años, respetaban la privacidad uno del otro; además que para evitar cualquier clase de estupidez jamás vio como algo bueno el ir a ese lugar. Checo su celular por décima vez en ese rato, Horacio le había dicho que ese día hablarían sobre su respuesta y eso le producía cierto temor.
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Horacio permanecía recargado sobre la mesa, desde ese día su cabeza le daba vueltas a todo el asunto, recordaba aún la mirada de su amigo, era de completa sorpresa, pero a la vez pudo notar una pequeña sonrisa en sus labios ¿O es que solo fue su imaginación? No lo sabía y tampoco es como que moría por saberlo.
Para alguien tan tímido como él al momento expresarse, una persona como Gustabo en su vida era como un salvavidas ya que siempre era el promotor para decir las cosas que él jamás diría, es por esa razón que siempre aceptaba cualquier clase de juego o plan que su amigo le dijera. Necesitaba un consejo urgente, así que sin pensarlo por más tiempo tomó su teléfono marcando un par de números, había prometido darle una respuesta a Volkov ese día y así sería.
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Conway dejó caer un par de papeles a su escritorio mientras colocaba sus dedos pulgar e índice sobre su entrecejo, aún no sabía porque coño había aceptado en ese momento el jugar algo tan estúpido como eso, era verdad que a su pareja siempre se le ocurrían cosas nuevas, fue gracias a ese chico rubio que conoció el mundo del sadomasoquismo y desde ese día supo que realmente le agradaba, pero ¿El intercambiar de pareja solo para poder complacerse más sexualmente? Era algo que nunca se le habría ocurrido, ni por las pocas veces que llegó a soñar con Horacio o imaginar hacerlo con su propio amigo.
¿Y lo peor? Es que en ese mes le tocaba el mandato a Gustabo y si este decidía aceptar el juego todo se iría por la borda, no sabía aún si sería capaz de ponerle una mano encima a Volkov, pero tampoco quería tomar el riesgo. Suspiró, los nervios lo carcomían a cada segundo, esa noche su pareja al fin le iba a dar una respuesta y fuese cual fuese él estaría dispuesto a aceptarla.
