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El ambiente de su alrededor estaba subiendo de tono a pesar de estar a tan solo la mitad de la semana, muchas parejas borrachas besándose sin pudor alguno en medio de toda esa gente era acompañada por el olor de la nicotina. Ambos detestaban estar ahí y más en una situación así, sabían el porque sus parejas los habían llamado, una parte de ellos agradecían la sinceridad de sus ese par, pero no quitaba el hecho de que los llevaron al peor lugar de todos.
—¿Por qué no fuimos al bar de tu amigo el mexicano? —Conway encendió un cigarrillo tras está pregunta.
—El día de hoy no abrieron es todo; además venimos a charlar no a enrollarnos.
Está respuesta fue recibida por una mirada llena de rabia por parte de Conway.
—No tenemos mucho tiempo —dijo con rapidez Volkov —así que digan lo que tengan que decirnos.
—Queremos saber qué ocurrió ese día —le respondió con una sonrisa el rubio.
—¿Qué día? —interrogó el ruso.
—Sabes perfectamente de que día te habla amor —respondió con rapidez Horacio.
Conway dió una enorme calada a su cigarrillo, estaba comenzando a hartarse —Así que quieren saberlo, pues lo diré, sí, tuve relaciones sexuales con Volkov esa noche.
Esto no impresionó para nada a Gustabo y Horacio a diferencia del ruso que se puso un poco rojo al momento.
—¿Y es por eso qué están actuando como un par de niños pequeños?
Los mayores voltearon a ver a Horacio tras esa interrogante.
_Es obvio que Gustabo y yo también tuvimos algo esa noche, al final este juego se hizo con esa finalidad así que ¿Por qué actúan así?
_Horacio no te ofendas —Conway lo miro directamente a los ojos —pero a diferencia de ustedes, nosotros no estamos acostumbrados a ésto.
—Bueno y si no lo están ¿Por qué no han hablado con nosotros sobre dejarlo? —ahora fue Gustabo quién lo miraba desafiante.
La pregunta tomó por sorpresa a Conway, que no pudo decir nada más que solo poder sostenerle la mirada al rubio.
—Por qué pasó lo que tanto temía —Volkov tomó la palabra.
—¿El qué? —le interrogó su pareja.
—Me deje atrapar por el juego y me gustó hacerlo.
Ésto dejo atónitos a todos los demás, jamás creyeron el escuchar esa sinceridad por parte de él.
—Y, no me digas que a tí también te paso lo mismo —Gustabo miró con diversión a su pareja quién solo desvío la mirada.
—Es por ello que decidí ignorar a Conway, creí que él no había estado muy de acuerdo con todo ésto y lo mejor sería que las cosas se calmaran entre ambos.
El rubio le dirigió una mirada a su amigo y ambos se sonrieron mutuamente —Bueno, al final a Horacio y a mí también nos gustó toda esta experiencia, así que solo tenemos una pregunta por hacerles.
—¿Qué? —respondieron los otros dos al unísono.
—¿Quieren continuar con esto? —les preguntó con emoción el de la cresta.
Conway dió una última calada a su cigarrillo y después lo aplasto sobre la mesa para poder apagarlo —Esta bien —dijo tras darle una fugaz mirada a todos —sigamos con esta mierda.
—¿Por qué no? Admito que todo esto realmente es interesante —prosiguio Volkov con una pequeña sonrisa en sus labios.
( . . . )
Los cuatro chicos reían alrededor de esa mesa, todos estaban ya con unas copas de más, festejaban el hecho de que el juego continuaría. Era absurdo el tener que sacar unas llaves ahora si todos ellos estaban concientes de con quién les tocaba ir ahora.
—Y en cuanto esté intercambio terminé ¿Qué haremos? —interrogó con curiosidad Horacio.
Gustabo dió un suspiro —Horacio si no tuviera una idea entre manos, no hubiera propuesto esto, tú solo espera y déjate llevar.
—¿Cuándo haremos el próximo intercambio? —Conway tras preguntar esto dirigió una fugaz mirada a Horacio.
—Esté viernes y ahora si iremos a tu departamento ¿De acuerdo? —Gustabo miró con diversión al ruso.
—De acuerdo —respondió sin más el susodicho.
El rubio sonrió ante la respuesta, admitía que por un momento le preocupó el hecho de que ese par se arrepintieran de todo ya que él quería continuar hasta el final, el sexo con Horacio había sido maravilloso, tanto que estaría dispuesto a hacerlo sin la necesidad de estar en el juego, pero al final del día ese no era su objetivo. La persona a quién quería probar esta sentado justo frente a él y pronto sus mayores fantasias se harían realidad, conocería la palabra dulzura en una cama.
Y para Horacio no era distinto, el hecho de que todos estuvieran de acuerdo en continuar con el juego le hizo más feliz de lo que creyó, era verdad que en aquella noche disfrutó como nunca el sexo con su amigo, pero su finalidad no había sido esa, la verdadera razón por la que aceptó todo estaba justo delante de él, al fin conocería las maravillas de que Gustabo tanto le contaba . . .
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