Recuerden perlas que si quieren tener una mejor experiencia al leer pongan play a la canción tras ver el siguiente signo (❣). . .
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El día del segundo intercambio había llegado al fin, los cuatro chicos estaban realmente ansiosos por esté día, ninguno tenía vergüenza alguna. Estaban dispuestos a todo, tanto Horacio como Gustabo prepararon algunas cosas para la ocasión, está noche será la mejor de sus vidas, lo sabían desde el momento que vieron a sus respectivas parejas esperándolos recargados sobre sus autos, sus miradas chocaron provocando un escalofrío en los menores, ésto sería inolvidable.
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Gustabo se subió al automóvil del ruso en cuanto vió que esté le abrió la puerta, eso era maravilloso y apenas estaban comenzando, después de unos segundos vió como Volkov subía también para después comenzar con la marcha.
Las luces de la ciudad eran reflejadas en las ventanas siguiendo el movimiento del auto, iba a una velocidad moderada tratando de ocultar las enormes ganas que tenía por llegar a su destino, ninguno de ellos decía alguna palabra a pesar que ambos sentían ya el sofocante calor del ambiente y es que realmente no había nada que decir, las palabras eran lo que menos importaba en una situación así lo sabían a la perfección. El rubio sin soportarlo más miró atentamente a Volkov, tenía unos labios tan perfectos y una mirada tan profunda la cuál era causante de todas sus fantasías, Gustabo bajo su mirada hasta terminar en la parte del pantalón, se relamio los labios, quería probar ya cada parte de él.
Volkov no era tonto notaba la mirada del ajeno el como éste lo devoraba con cada movimiento, sonrió un poco mientras comenzaba a recordar los días en los que Gustabo comenzaba ya a coquetearle, esa mirada tan sumisa, esa sonrisa traviesa y esa voz tan embriagante, aún estaba sorprendido de no haber caído en sus redes. Pero esa noche todo cambiaría tanto para él como para ese chico.
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Ambos ya se encontraban en el elevador, para Gustabo no fue sorpresa ver qué el ruso vivía también en un lugar lujoso. En el entorno se podía sentir aún el sofocante calor. Volkov miró de reojo al rubio, esté se notaba nervioso, daba pequeños golpes al suelo con su pie y tomaba con fuerza una de las cintas de la mochila que llevaba.
--¿Qué traes ahí? -Volkov decidió romper al fin con el largo silencio.
Gustabo despertó de su trance tras escuchar la voz -Ah, esto, es una pequeña sorpresa -dijo mientras le sonreía con picardía al mayor.
-¿Una sorpresa? Viniendo de tí no se que esperar.
Gustabo río ante esas palabras -Me conoces tan bien.
