39 - Soledad

3.2K 222 103
                                    

Perfumó su cuello y se miró por última vez al espejo antes de llegar a la puerta y abrirla. Jimin sonreía tras ella, cargando una botella de champagne entre sus brazos.

– Hola. – Sonrió–. No quería venir con las manos vacías, no quedamos realmente en hacer algo en concreto o cenar y me daba vergüenza presentarme así.

Jungkook sonrió para luego alcanzarla y darle paso. Jimin bajó su mirada al suelo al no recibir un saludo siquiera del pelinegro y le siguió en su recorrido hasta la cocina y posteriormente a la sala para sentarse ambos en el sofá decorativo del más alto.

– ¿Dónde está Jungmi? –Preguntó el mayor, rezando mentalmente para que esta vez le contestara.

– No te preocupes por él, está en las buenas manos de Taehyung.

– Vi que ayer se quedaron con él. –Afirmó mirándole–. Taehyung creo que se lleva mal contigo.

– Tienes razón, no le caes del todo bien. –Y mucho menos desde lo que le conté de lo que estabas haciendo, quiso añadir–. Taehyung tiene algunos problemas actualmente, así que decidimos hacerle compañía y quedarnos a dormir con él, sabíamos que eso le subiría los ánimos.

– Ya veo.

– ¿Sabes? Jungmi pregunta mucho por ti últimamente. –Habló mirándole, a Jimin le brillaron los ojos–. Pregunta de si estamos juntos tú y yo, o de si tiene hermanos.

– Me alegra escuchar eso. –sonrió.

– No te gustaría escucharlo. Admite que eres malo, que si te fuiste alguna vez podrías volver a hacerlo... y también dice que esperarás el mejor momento para volver a hacerme daño. En resumen, ha desarrollado cierto odio por ti, puedes culpar a Taehyung de eso.

– Mi hijo... ¿me ve así? –Jungkook asintió abriendo la botella y echando en cada vaso previamente traídos de la cocina–. Yo pensaba que le caí bien...

– No pienses mucho en eso, es solo un niño. –Sonrió–. Aquí lo que vale es la opinión del padre.

– ¿Y cuál es la opinión del padre?

– La misma que la del hijo. –Le miró–. Por una parte tengo miedo de que vuelvas a irte y me destroces el corazón de nuevo... y por otra te odio.

Jimin boqueó.

– ¿M-me odias?

– Lo hago. –Asintió–. Llevas alrededor de quince minutos en mi casa y no se te ha ocurrido aún besarme.

Park carraspeó, sus mejillas se decoraron con un tono rosado y dejó la copa con la bebida sobre la pequeña mesa frente a ellos.

– No lo hice por no incomodarte. Siento una extraña tensión entre nosotros y no creo que sea nada buena.

Jungkook sonrió de lado y depositó también la copa sobre la mesa. Se acercó al pelinegro y se subió sobre sus piernas, dejando las suyas a cada lado de los muslos contrarios.

– ¿Y por qué no rompemos con esa tensión? –Murmuró.

Park respiró agitado en ese momento y relamió sus labios nervioso. Jungkook le regaló una sonrisa y se acercó hasta capturar los abultados labios del chico bajo él. Jimin se dejó hacer en ese momento, sus manos subieron a la cintura de Jeon y movió sus labios con fervor y parsimonia contra los de su amante, como si buscaran un ganador entre ellos.

Jungkook enredó sus dedos en el cabello del contrario y lo acercó más a su cuerpo, sus lenguas luchando entre ellas. Iba a decir que lo odiaba, y realmente lo hacía, pero sus labios siempre iban a ser una tentación andante para él, así que cerró sus ojos más fuerte y siguió besándolo, ahora moviendo su cuerpo y sintiendo al más bajo despertar.

– Vamos a mi habitación. –Susurró despegando sus labios tan solo segundos. Jimin asintió y agarró sus muslos para que ambos se levantasen del sofá–. Cuidado con las escaleras.

Como si fuera la primera vez que subiría aquellas escaleras en la misma situación, pensó Jimin mientras llevaba al chico sobre él.

Una vez en la dichosa habitación, pegó su espalda a la puerta para poder cerrarla con el pie y tiró a Jungkook con delicadeza a la cama. Éste se acercó a Jimin y le sujetó de la sudadera para volver a unir sus labios mientras le lanzaba a la cama y se posicionaba sobre él. Park abrió sus piernas casi por inercia para Jungkook y separó sus labios de los contrarios para lanzar lejos la sudadera que llevaba.

Jungkook se relamió los labios, bufó insatisfecho y Jimin rió ante la expresión de niño pequeño que decoró su cara. Llevó sus dedos al borde de la camiseta y tiró de ella hacia arriba para sacarla también. Los ojos de Jungkook se desviaron para bajar a observar su torso, sus abdominales y el fino vello que se escondía tras su bóxer. Sin embargo, no estaba, no había rastro de ella. Tenía razón, su plan había funcionado.

– Vístete ahora mismo y vete de mi casa. –Habló con voz dura, levantándose de la cama–. No quiero volver a verte en la vida.

Jimin le miró confuso y aturdido, ¿había hecho algo mal?

– ¿Q-qué? –Parpadeó.

– Creía, o al menos tenía la esperanza de que todo fuera una mala jugada de mis amigos. –Agarró el borde de su camiseta y la subió a la altura de su pecho. Una suave y casi perceptible cicatriz decoraba todo su vientre–. Si Mingguk fuera tu hija, y por consiguiente la mía también, tendrías esta cicatriz como yo la tengo de Jungmi, puesto que para los hombres, la única manera de concebir es la cesárea. ¿Tienes algo que decir al respecto?

Jimin abría y cerraba su boca sin ser capaz de emitir ningún sonido. Le había pillado en el peor momento, y ahora estaba seguro que Jungkook le odiaría y no le dejaría explicarle nada.

De todas maneras, no había mucho que explicar. Lo hizo mal, mintió desde el primer segundo en el que se vieron.

– Tienes un minuto para irte de mi casa y no volver jamás si no quieres que llame a la policía. –Jungkook le miró, sin ningún rastro del Jungkook de hace unos días en su mirada–. Tienes prohibido volverme a verme a mí o a Jungmi, y si me subestimas nos veremos en los tribunales, Park.

Jimin recogió su ropa en silencio, no quería decir nada, no quería hacerle más daño del que le estaba causando ahora mismo y le había causado ya, así que cuando estuvo listo, abandonó el apartamento bajo la atenta mirada de Jungkook.

Jungkook pensó en mudarse de apartamento, quería cambiar de una maldita vez su pasado, quería olvidar.

Jimin pensó que no sería ese un buen momento el decirle que su secretaria había sido su ex-amante y habían estado estos últimos días hablando y recordando viejos tiempos.

Así que mientras uno se dirigía hacia el bar más cercano a ahogar su sufrimiento y lo que había causado en alcohol, otro lloraba desconsoladamente en la soledad de su habitación, como en el principio de todo, solo que ahora en vez de un ángel en su rescate, venían dos por él.

Game Over ➶︎ Jikookmin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora