Yo Fui

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Erase una vez, un niño que creció en el seno de la muerte y bebió la sangre de sus víctimas con una sonrisa en sus regordetas mejillas con una espada entre sus pequeñas manos.

Creció en la soberbia y un destino trazado. Entre clases, misiones, retos, perspectivas y sangre se hizo el mejor en sus filas.

El niño creció con su creadora y su destino, empujando lo siempre al límite, hasta que su abuelo murió y terminó viendo a su madre alejarse para dejarlo bajo la sobra de un hombre del cual solo había escuchado historias y tenía el nombre de un murciélago.

Alguna vez creyó que podría redimirse después de su muerte, que podría crecer y ser una mejor persona, esa persona que le habían enseñado era mejor.

Él pensó que había logrado redimir sus pecados al menos con los afectados y poder empezar un camino dónde se pudiera ayudar a sí mismo con el apoyo de su familia. Hubo más gente en el camino que se llamaron amigos, compañeros y hermanos.

Y enserio lo creyó. Su pecho oprimido y un golpe fantasma a su estómago le hizo doblagarse ante la verdad que se había negado a afrontar, huyendo de su verdad, aferrándose a un ideal y a personas que al final tuvo que callar viéndolas partir para seguir su propio camino con los puños cerrados y una súplica en silencio.

Se trago el sabor amargo y la pesadez de saber que sólo seguia un camino borroso con los dedos señalando y nadie a sus espaldas.

¿Pará qué esforzarse? Se preguntó con una mirada vacía sintiendo el frío escalando por su pecho y la presión sobre sus pulmones que le impedían respirar, aún así me ven como el malo de la historia.

Se seco las lágrimas no derramadas y siguió caminado tratando de apagar las voces y las espinas bajo sus pasos y apartar la piedra sobre sus hombros sin apartar la vista de la escasa luz al final del túnel.

Solo quería descansar.

La sangre volvió a pintar el suelo y el fuego se esparcida con rapidez, trató de pedir ayuda a sabiendas de lo humillante que fuera, solo recibió miradas incómodas y una casa vacía.

Así que, con un suspiró en labios temblorosos, acarició el lugar vacío en donde alguna vez estuvo el símbolo de su redención y reinicio, ahora perdido en alguna callejón sucio junto a su último patético intento de ayudar y el hombre que debería llamar padre.

Es la historia del niño que creyó poder escapar de su inicio y que aquellos que se supone le ayudarían a salir de él, sólo lo empujaron más. Y nadie pareció extrañado o asustado de eso, cómo si es siempre hubiera sido su lugar.

¿Sus sentidos se sentían adormilados o era su propia existencia la que lo hacía sentir pesado?

¿Había algo a lo que aferrarse ahora? ¿Qué era entonces lo que no había intentado y no había fracasado? Probablemente Alfred lo había sabido, él siempre supo todo.

El frío se alojó en su cuerpo como un huésped que no era ajeno al lugar y Parecía querer quedarse ahí. El vacío se extendió y lo dejó sin nada dentro sí.

Si así serían las cosas, con ojos fijos esperando que se levantará el telón, entonces les daría un show o simplemente se quedaría tras la puerta.

Si así serían las cosas, con ojos fijos esperando que se levantará el telón, entonces les daría un show o simplemente se quedaría tras la puerta

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¿Y bueno, qué tal? :)

¿Qué tal sí...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora