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Ella duerme y, así como ella duerme, también sueña. En la cama yace recostada sobre ella una chica muy hermosa. Estatura mediana, cabello rubio, sus ojos no podemos verlos debido a que ella duerme. Su habitación está muy ordenada, digno de una chica como ella. Pronto se desprenderá de su cuerpo para ir al mundo de los sueños.


Algunos expertos dicen que los sueños son recuerdos de nuestras vidas pasadas mostrando lo que éramos antes, otros dicen que los sueños pueden ser premoniciones para el futuro pero para ella solo era un escape de la realidad. Por el momento, ella camina en este puente de sueños, uno solo para ella. No hay nadie alrededor, solo rodeada de lo que parecen ser gigantes edificios.

Un mundo lleno de colores abrumadores y llenos de algo como el sonido. Comienza a correr, aquel sonido comienza a sonar como una nota seguida de otra formando una melodía. Corre lo más rápido posible y llega a un lugar con mucha gente alrededor.

La melodía continuaba creciendo formando lo que sería una palabra desconocida para la chica. Si, la melodía se convirtió en música. Se abría paso entre la multitud bailando, algo que no podía hacer despierta. Se acerca más y más hacia donde se forma la música y, para alcanzarla, estira su mano. Pero no la alcanza.

En su lugar, una alarma resuena por toda la habitación mientras la chica rubia con su brazo estirado, ve el techo mientras una lágrima cae por su ojo color azul. Detiene el ruido de la alarma para después tomar sus piernas. Hunde su cabeza en ellas recordando su sueño. Para ella era real, no solo un viaje fuera de la realidad, pero en su cabeza se pregunta si aquel sueño tendrá que ver con una vida pasada o de una visión de un futuro cercano.

La rubia comenzó su rutina del día dirigiéndose al baño para darse una ducha. Tenía todavía cansancio en sus ojos que pronto desapareció cuando el agua tocó su piel. Disfrutaba de su baño pero cuando cerraba los ojos, las imágenes de aquel escenario lleno de colores y melodías volvían a su cabeza poniéndola un tanto melancólica.

La chica se vestía lo más rápido posible, pues no era un día cualquiera, sino su primer día en la preparatoria. El uniforme era lindo para ella aunque, realmente no le importaba mucho. Se veía al espejo mientras posaba con la falda un poco arriba de las rodillas, pero pronto bajo la falda a su estilo original. Bajo por la escalera y se dirigió a la cocina para encontrarse con su familia: su madre, padre y hermana.

- Buenos días, hija. - Dijo su madre al verla.

- Buenos días. - Fue la contestación.

Tomó asiento a lado de su hermana pequeña que le pasó un pequeño plato de arroz. La chica no podía evitar ver cada rincón de su casa viendo que no había nada interesante que hacer u oír. Su madre disfrutaba de su desayuno en silencio, su padre lo mismo, su hermana lo mismo y ella, sorpresa, lo mismo.

- Gracias por la comida.

La chica dejo su plato y se dirigió de nuevo al baño donde lavaba sus dientes, claramente lo más extremo que haya hecho. Tomó su mochila, coloco sus zapatos y dejo su casa. En el autobús, ella se entretenía leyendo mientras también en ocasiones miraba de reojo a las personas observando el mismo patrón: gente en sus smartphones, con audífonos, con algo que no da más que desentendimiento social.

Bajo del autobús, pues había llegado a su destino: Tokyo High Scholl. El plantel es enorme con tres edificios para estudiantes y varios lugares más que nos describiremos por ahora. La chica entro y vió a muchas chicas con la falda corta y maquillaje. No sabía que pensar, pero sabía que no sería vista como candidata a amiga. Después de todo, ella es "diferente".

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