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10 años después.

Ahí estaban todos reunidos. Diez personas que celebran el año nuevo. Había una rifa cena, acompañado por un poco de alcohol caro. Las luces de navidad brillaban por todo lo alto en la casa hasta que bajo una pequeña niña.

- ¡Papá!

Exclamó entre lágrimas. De entre todos, salió un chico que cargo a la pequeña niña entre sus brazos mientras la llevaba a su habitación. La acostó de nuevo, acomodó sus cobijas y se puso con ella a un lado por un momento.

- ¿Una pesadilla? - Preguntó el padre.

- Soñé que estaba sola. - Respondió la niña. - No los veía a mamá ni a ti por ningún lado.

- Tranquila. Fue solo un mal sueño. Tanto tu madre como tú son mi más grande prioridad. Nunca las dejaré solas.

- ¿Promesa, papá?

- Promesa. Ahora a dormir Yui Kirigaya.

La pequeña niña comenzó a cerrar los ojos. Una persona abrazó por el cuello al padre.

- Eres un buen padre, Kirito.

- Somos buenos padres.

- Vayamos a abajo. Nos esperan.

- Alice.

- Dime.

- Te amo.

La rubia dio un beso al azabache. Ambos bajaron para reunirse con todos sus amigos mientras disfrutaban lo que quedaba de la noche. Reían, cantaban y tomaban. El tiempo pasaba lento para ellos mientras disfrutaban la llegada del nuevo año.

Un nuevo día había llegado y Alice y Kirito caminaban tomados de la mano por su hija Yui a través del parque Sumida. La rubia sonreía al igual que su hija. Los padres tomaron un descanso cerca del gran árbol solitario mientras su hija jugaba.

Alice de recostó en el hombro de Kirito mientras esté le dio un beso en su frente. La rubia comenzó a recordar su primer día en la preparatoria hasta el día de hoy. Fue allí que entendió lo afortunada que es. Alice abrazó a Kirito sorprendiendolo.

- ¿Qué pasa? - Preguntó Kirito.

- Solo recordaba. - Contestó Alice.

- ¿Qué recordaste?

Alice tomo el rostro de Kirito mientras una pequeña lágrima salió de su ojo. Sonrió y dijo:

- Nuestra historia.

Ambos se besaron mientras el viento soplaba y los pájaros volaban en el cielo despejado. Kirito y Alice regresaban con su hija a casa mientras la pequeña niña saltaba de felicidad. Entraron a casa para después dirigirse a la sala en el que había un pequeño plato con dos anillos. Los mismos que alguna vez se dieron Kirito y Alice.

Alice los tomó y se los puso a si hija con la esperanza de que algún día ella también los usaría, pero eso es otra historia pues aunque un capítulo termina hoy...

La historia aún continua.

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