Un cambio

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El confinamiento empezaba a sentirse más y más al pasar de los días, que mal momento eligió para dejarse crecer el cabello, amaba su melena pelirroja, pero muchas veces le era molesta.

Ya llevaba mucho tiempo con su cabello cosiderablemente largo, y aunque no era su estilo cambiar de look cada dos por tres, casualmente despues de unas semanas encerrada con sus compañeros, empezó  a contemplar la idea de cortarse el cabello y cambiar su look un poco, nada extravagante, pensaba para si misma.

Pero claro, estaban en cuarentena y no podían salir a una peluquería, o con alguien realmente experto.

Estaba decidida, queria un corte y lo queria ya, no esperaría hasta que se terminara todo esto, lo cual no daba pinta de terminar, y no temblaria así lo tuviera que hacer ella misma.

Tenia unas tijeras en su habitación, ¿Qué tan mal podría salir esto?, absolutamente nada, confiaba en ella y en sus nulos instintos de peluquera.

Esa tarde despues de almorzar cumpliria ese capricho de cortar su pelo, lo mas probable es que lo cortase dos dedos por debajo de sus hombros, y si se animaba, tal vez, tambien se podria hacer un cerquillo.

Y como  lo pensó, lo hizo. Un corte de pelo y cerquilo por al frente.

Bueno, solo faltaba mirarse al espejo y ver que tal quedó.

Un encantador corte con una pizca de coqueteo... eso desearía que hubiera pasado, ¿Cómo pudo permitirse hacer esto sola?, ¿En qué pensaba en ese momento?.

El corte estaba disparejo, uno que otro mechón más largo que otro y el cerquillo, dentro de lo que se podía rescatar, estaba un tanto decente.

¿Ahora que haría para que su cabello volviera a la normalidad?, o por lo menos, arreglarlo.

Sin duda, alguno de sus compañeros se burlaria de ella por ese corte, y sería centro de conversación unas largas semanas, desgraciadamente no los podía matar por unas bromas, se lo prometió  a si misma, y la cuarentena le dejo una enorme pereza para hackear alguna que otra cosa de sus compañeros.

Podria quedarse en su habitación unos días, pensó como solución, pero necesitaria salir en algun momento, tal vez si usaba capucha no se notaría, olvidó esa idea al recordar lo caluroso que podía ser para ella llevar todo el tiempo algo así.

Okey, creo que simplemente lo tendrá  que afrontar, y con suerte, no se encontrará a alguien en su camino.

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Al siguente día fue al gimnasio, como era habitual, afortunadamente no se había cruzado a nadie hasta ahora.

Claro que su suerte no tardaría mucho en derrumbarse, conociendo la rutina de cada uno de sus compañeros, probablemente Steve estuviera en camino al mismo salon que ella.

Para su sorpresa, no fue así, ese día no se cruzó con Rogers, era raro, pero le servía.

Recogió su termo de agua y se encaminó a la salida del gimnasio, estaba a unos pasos de abrir la puerta, cuando de repente, esta se abrió.

– Nat ¿Qué te paso en el cabello?–

Bueno, su suerte era escasa, y ya había  tenido suficiente de esta.

Tony Stark, alguien que no va comunmente al gimnasio, apareció  por la puerta como si algo lo hubiera insitado a ir ese día.

– Cállate Stark, si valoras tu vida, no diras nada– Fue lo único que se le ocurrió  decir.

Romanogers  []One-shot[]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora