Cap 5 "Primera cita"

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*Tadeo McWhite, 40 años.
Lleva bigote y tiene entradas.
Es humilde y amable.
Ex-trabajador de una de las empresas de las que es socio el Sr. López (papá de Addison) y actual chofer de la familia Rae. Trabajaba en la planta de producción pero fue despedido injustamente. El Sr. López lo contrató como chofer, pagándole un mejor sueldo del que ganaba. Así Tadeo logró pagar sus deudas y mantener a su esposa e hijos.

Bajo del carro y ahí está ella, afuera de su casa esperándome. Sonrío al verla, ella me devuelve la sonrisa. Está usando un jean blanco, una camisa negra y unas botas negras, luce realmente hermosa. Yo estoy usando una camisa manga larga de cuadros, un jean claro y unos converse.

—Hola Dix (dice Addison).
—Hola (responde Dixie acercándose a Addison, le da un corto abrazo).
—Luces hermosa (dicen las dos al mismo tiempo y se ríen).
— ¿A dónde iremos? (pregunta Dixie).
—Al parque de diversiones. Ven, subamos al carro (Addison señala a un Mercedes-Benz Clase E, uno de los auto de su padre).
—Pensé que iríamos en tu moto.
—No, los fines de semana papá me presta su coche, con el chofer por supuesto, no me deja manejarlo (Addison hace una mueca).
—Oh (dice Dixie sorprendida, Tadeo se baja del carro y les abre la puerta, ambas se montan).
—(Tadeo arranca el carro) ¿A dónde, señorita Addison?
—Al parque de diversiones por favor (responde Addison).
—¿Parque de diversiones eh? Llegaremos como en 15 minutos (dice Tadeo mientras maneja).

Dicho y hecho, llegamos en 15 minutos. Dix y yo le agradecemos a Tadeo, nos bajamos del carro y nos despedimos de él. Ahora estamos haciendo la fila para poder entrar. Ambas esperamos en silencio, yo muero por tomar su mano. ¡A la mierda todos! Agarro su mano, ella me mira y sonríe. Ambas entrelazamos nuestros dedos. La fila avanza rápidamente y por fin compro las entradas. Dix y yo nos adentramos en el parque buscando las mejores atracciones.

— ¿Qué te parece si vamos a la montaña rusa? (pregunta Addison mirando con una sonrisa aquella aterradora atracción).
—Para ser sincera, le temo a las alturas (dice Dixie bajando la mirada).
—No tienes que preocuparte, te abrazaré todo el tiempo.
— ¿Ah sí?
—Sí.
—En ese caso acepto, vamos (dice Dixie con una sonrisa).
Hacemos la fila para la montaña rusa, demoramos unos cuantos minutos. El encargado del juego, para nuestra suerte, nos coloca de primeras. Amo esta atracción, cada vez que Bryce y yo venimos, nos montábamos en ella una y otra vez.
—Todo va a estar bien (dice Addison tomando la mano de Dixie).

La montaña rusa es muy alta y tiene muchas vueltas que te dejan de cabeza. Es aterradora, no lo negaré. Nuestro carro empieza a moverse, Dix se agarra fuertemente de la barra de seguridad. La velocidad baja, ahora estamos subiendo lentamente. Dix suelta la barra y agarra mi mano. Al llegar a la cima el carro para. Nuestro cabello se mueve por la brisa, desde acá arriba se puede ver una parte de la ciudad. Noto que Dix está nerviosa.

—Dix... (dice Addison)
— ¿Qué? (pregunta Dixie).
—Esto (Addison le roba un corto beso a Dixie).

En ese instante, el carro arranca bajando en picada, ambas nos tomamos de manos y estiro los brazos lo más que puedo. Ella y yo gritamos. Una vez superamos la primera caída, las demás son papilla. Al bajarnos, entramos a los carritos chocones, después a una atracción llamada "el platillo volador", a la casa del terror, a muchas más, incluso las más terroríficas. Como ya nos hemos montado en casi todos los juegos, Dix y yo decidimos sentarnos en una mesa para descansar un poco. Compro dos manzanas acarameladas. Están deliciosas.

—Dios, no entiendo cómo podemos comer tranquilamente después de todos esos juegos (dice Dixie dándole una mordida a su manzana).
—(Addison se ríe) lo sé. ¿Qué hacemos ahora?
—Mmm, ¿Jugamos en las máquinas? (propone Dixie).
—Gran idea (Addison se pone de pie, toma la mano de Dixie y caminan hacia las máquinas).

Primero jugamos ping-pong, después golpea al topo, fútbol de mesa, carreras de carros, baila más y muchos otros juegos. Conseguimos un montón de puntos. Ahora caminamos el parque revisando que nos ha faltado. Llegamos hasta una atracción de puntería, el juego consiste en que por un billete te dan tres bolas para hacer tres tiros, si logras tumbar un objeto, de los que están puestos sobre una mesa alta a varios metros, será tuyo.

—Wow, ese es un lindo oso (dice Dixie).
—Hagamos un trato, si lo tumbo con sólo un billete aceptas ser mi novia, ¿va? (propone Addison).
—Acepto (dice Dixie después de pensarlo durante un rato).

Caminamos hasta el puesto. Le pago al señor y me entrega las 3 bolas. En el primer tiro fallo por poco, consecuencias de llevar tiempo sin jugar tenis. Segundo tiro, golpeo al oso pero este no cae. Me empiezo a sentir estafada ya que fue un golpe fuerte y éste ni siquiera se movió.
Me queda la última bola, pienso "la tercera es la vencida". Cierro los ojos y la lanzo.

—¡Lo hiciste, Addison! (exclama Dixie).
—(Addison abre los ojos) ¿Lo hice?
—Felicidades señorita (dice el señor recogiendo el oso del piso, lo sacude un poco y se lo da a Addison).

El oso es grande, algo lanudo, de color miel, con las orejas, los brazos y las piernas de un color más oscuro. Es adorable. Se lo doy a Dixie, ella me abraza.

—¡Gracias! (dice Dixie con una sonrisa).
—No es nada.
—Tienes muy buena puntería (dice Dixie).
—Practico tenis, aunque llevo tiempo sin hacerlo. ¿Y entonces? (pregunta Addison ansiosa).
—Oh, la rueda de la fortuna nos falta (Dixie agarra a Addison y la lleva hasta la rueda).

Las dos entramos a una de las cabinas, empieza a subir lentamente, mientras se llenan las demás.

—Espera Dix, cierra los ojos (dice Addison antes de que la cabina en que están llegara al mayor punto de altura).
—Está bien (Dixie cierra sus ojos, la cabina empieza a moverse).
—Puedes mirar ahora (dice Addison cuando justo cuando paran en la cima, ya ha anochecido y el cielo está estrellado. Dixie y ella lo contemplan desde donde están).
—Es hermoso (Dixie mira asombrada aquel paisaje estrellado, mientras Addison la mira a ella).
—Sí, lo es.
—Ahora cierra tú los ojos (dice Dixie).
—¿Qué?
—Sólo ciérralos.

Obedezco, ojos cerrados. Siento las manos de Dix acariciar suavemente mi cara, me toma por el cuello con la misma suavidad y me besa. Siento miles de mariposas recorrer mi estómago, no recordaba lo maravilloso que se sentía tenerlas ahí.  A la mitad del beso sonrío. Dix y yo nos miramos fijamente.

— ¿Eso es un sí? (pregunta Addison).
— (Dixie besa a Addison de nuevo) ¿Eso responde tu pregunta?
— (Addison se ríe) aún no estoy muy segura.
— ¿Ah no? (Dixie le da otro pequeño beso). ¿Mejor?
—Sí.

Dix acuesta su cabeza en mis hombros, yo la rodeo con los brazos. La rueda por fin empieza a andar. Al terminar el juego, vamos la caseta de canje y con los puntos que habíamos obtenido en las máquinas reclamamos dos anillos de goma, varios recuerdos y unos cuantos chocolates. Dix me pone el anillo a mí y yo se lo pongo a ella. Al salir pedimos un taxi, primero la deja a ella en su casa, ambas nos despedimos con un abrazo normal. Después me lleva a mí.

— ¿Cuánto son las dos carreras? (pregunta Addison).
—La muchacha que llevamos pagó todo (dice el taxista).
—Oh... Bueno, gracias. Que tenga buena noche.

Entro en mi casa. Como no tengo hambre me salto la cena y paso a mi cuarto. Me acuesto en la cama y pienso en lo mucho que me divertí hoy. Mi celular vibra, es un mensaje. Al abrirlo me sorprendo, es de Dix. El mensaje dice: "La pasé genial hoy contigo. ¡Llevaba tiempo sin divertirme tanto! Gracias por todo. Espero que hayas llegado muy bien a casa. Ten lindos sueños. Un beso". Sonrío alegre al leerlo y lo guardo en una bandeja especial. No recuerdo cuando fue la última vez en que recibí un mensaje así

Jugando a amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora