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𝓐gnes:
Un nuevo día, lista para hacer la rutina de siempre, solamente que hoy tenia algo diferente... finalmente me sentía completamente bien.
Bajé las escaleras a zancadas, tarareaba wildest dreams de Taylor Swift. Al bajar, vi a mamá.
— Hola mami. — me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla, ella me vió sin expresión.
— Anoche vino, ¿verdad? — el buen humor que tenía hoy desapareció por completo. — Contéstame Agnes.
— Sí. — dije, ella sonrió, yo la vi confundida.
— Que bien.
— ¿Qué pasa?
— Papá vendrá esta semana. — mi corazón comenzó a saltar en mi pecho, volver a ver a mi padre me llenaba de amor y felicidad. — ¿Pero adivina qué?, a diferencia de vos, yo si cumplo lo que digo y no lo verás. — y entonces todo se vino abajo. — Haré lo que esté en mis manos para que no lo veas. — dijo tranquila, mientras tanto yo resistía las lágrimas. — Oh Agnes, ¿acaso vas a llorar? — negué. — Te sugiero que busques un lugar, tienes prohibido entrar a esta casa cuando tu padre esté aquí.
(...) 𝓣omás:
Estaba afuera del colegio de Agnes, como era ya costumbre la esperaba antes de que sonara la campana, incluso aún con la cabeza a punto de explotar por la resaca venía por ella.
Para mi sorpresa, la vi salir a ella sola, antes de que la campana sonara, caminaba cabeza abajo.
— ¡Ann! — grité, ella al verme vino hacia mi.
Cuando llego a mi, la abracé por la cintura, la acerqué un poco a mi y besé sus labios.
— Hola. — su tono de voz estaba apagado, llevaba unas gafas de sol, pero podía notar aún sus mejillas más rojas de lo normal.
— ¿Estás bien? — asintió. — Quítate esas gafas, no puedo ver tus ojos que tanto me encantan.
— Hay que entrar al auto. — dijo sin más, me dirigí a abrirle la puerta y entró, seguido de eso hice lo mismo.
Ella no decía nada, su mirada estaba perdida.
— ¿Te quitarás esas gafas? — ella me vió y no respondió, me acerqué lentamente a ella y las tomé. — ¿Puedo? — ella asintió, yo se las quité, pude ver sus ojos hinchados, como si hubiera llorado y un moretón enorme en su ojo izquierdo que abarcaba un poco de su pómulo. — ¿Quién mierda te hizo eso Agnes? — dije enojado, sentía calor en mi pecho y cómo mi corazón se venía abajo, me partía el corazón verla así y me daba rabia pensar cómo alguien pudo hacerle daño.
