𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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Caí rendido, Verónica reposaba en mi pecho y mientras tanto yo intentaba regular mi respiración, este polvo había bajado un poco la cantidad de alcohol que manejaba mi cuerpo.

— Casi un mes de que regresamos a esto, eh. — asentí, odiando escucharla decir eso.

Casi un mes de no saber de Ann, casi un mes de estar mal e intentar convencerme a mi mismo de que todo mejorará.

El timbre de mi casa me sacó de mis pensamientos, sin cuidado alguno quité a Verónica de mi pecho, recibiendo una mala mirada de su parte; sin tomarle importancia me levanté de la cama con pereza tomé mi ropa esparcida por el suelo y me la coloqué rápidamente, para después dirigirme hacia la puerta principal y abrirla, topándome con aquella pelirroja, haciendo que su visita me tomara totalmente por sorpresa.

— ¿Qué haces aquí?, deberías estar en el kínder. — ella me veía seria.

— Agnes está mal. — sentí como mi corazón daba un vuelco al escuchar su nombre.

— Eso ya no es mi problema. — iba a cerrar la puerta en su cara, más sin embargo su brazo se interpuso.

— Ya no sé a quién acudir. — podía sentir algo de desesperación en su voz. — No quiere ver a sus padres, no ha ido a la iglesia y...

— ¿Qué le pasa? — me rendí y finalmente mostré mi interés.

— No lo sé, es otra... casi todos los días llega borracha a casa de Brenda, el otro día estuvo en el hospital por una sobredosis y... — ella comenzó a llorar, mientras tanto yo estaba algo aturdido por lo que acababa de decir. ¿Hablaba de Agnes? — Lo único que pudo decirme en el hospital fue que te viniera ver, me pidió ver si te encontrabas bien. — una pequeña risa salió de ella, partiéndome más el corazón por sus palabras. — Cuando se mejoró hizo como si lo olvidara, yo sé que no lo hizo, sé que ella necesita verte tanto como vos lo necesitas.

— ¿Cómo sabes que la necesito? — ella secó sus lágrimas.

— Te ves echo mierda. — dijo directa, ambos reímos levemente.

— Gracias. — dije, un pequeño silencio se formó entre nosotros. — En realidad necesito verla. — ella me vió, sus ojos brillaron, me recordó a los días en que acompañaba a mi madre a la iglesia y agradecía porque finalmente nos pasaba algo bueno. — No sé si sea lo correcto...

— Da igual. — me interrumpió. — Por favor Tomás, no sé a quien acudir y sos mi única opción ahora. — dijo en modo de súplica.

— Está bien. — dije después de perderme unos segundos pensando en si seria buena idea esta decisión.

Ella sonrió y me abrazó, inconscientemente le correspondí el abrazo, no era Agnes, pero lo disfruté tanto ya que podía sentir verdaderos sentimientos después de estos días.

— Espera aquí. — dije y ella asintió, para después adentrarme a mi casa y buscar ropa limpia para poder salir, ignorando completamente a Verónica durmiendo en mi cama.

Finalmente volvería a verla y en realidad no tengo idea si sería correcto, ni siquiera sabía si sería capaz de poder ayudarla.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 | 𝐂.𝐑.𝐎 •CANCELADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora