𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨

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Después de haber dejado a Ann en casa y llegar a la mía, decidí tomar un baño corto, ahora mismo me encontraba viendo un capítulo aleatorio de the walking dead, extrañando la presencia de Agnes a mi lado y al mismo tiempo preocupado de que ella esté bajo el mismo techo de una persona que la ha dañado. El repentino sonido del timbre me sacó de mis pensamientos, con algo de confusión me levanté de mi cama para dirigirme hacia la puerta principal y abrirla, topándome con Julieta siendo un mar de lágrimas.

— ¿Qué pasó? — dije en cuánto la vi, ella respondió con un abrazo, el cual sin pensarlo dos veces correspondí, era de mis mejores amigas y me dolía verla de esta manera. — Pasa, y si gustas hablamos del tema, aquí estoy. — besé su frente y me alejé de ella, para dejarla pasar a mi casa, fui detrás de ella cerrando la puerta.

— Todo está mal Tomás. — se sentó en mi sofá y abrazó sus piernas pareciendo buscar consuelo.

— Iré a preparar un mate y me cuentas todo. — ella asintió y me dirigí hacia la cocina a prepararlo, en cuestión de segundos pude escuchar a Julieta decir algo lo cual no entendí. — ¿dijiste algo?

— Una tal Agnes te llamó. — dijo, haciendo que un cosquilleo recorriera mi cuerpo y me dirigiera hacia dónde estaba Julieta.

— ¿Contestaste? — dije al verla con mi teléfono en su mano, ella asintió. — mierda. — dije por lo bajo, una pequeña preocupación invadió mi cuerpo.

— Ten, se escuchaba algo desesperada. — extendió mi teléfono hacia mi y sin dudarlo lo tomé, para regresarle la llamada a Ann, lo cual fracasé, ya que fui ignorado.

— No contesta. — dije mordiendo mi labio inferior, gracias a la desesperación que se estaba adueñando de mi cuerpo.

— No te preocupes, creo que se equivocó de número. — Negué.

— Ella no es así, no me llama después de dejarla en casa. — comencé a caminar por la habitación desesperado, imaginando miles de escenarios en donde Agnes estaba en peligro y buscando de mi ayudo.

— Cenfe, tranquilízate. — Juli se levantó de donde estaba y me abrazó por los hombros, haciendo que la tensión que estaba en mi cuerpo desapareciera un poco. — Ella está bien, si gustas mañana por la mañana la buscamos, pero ahora es muy tarde. — dijo viéndome a los ojos.

— Pero si...

— Pero nada. — me interrumpió. — Si fuera algo grave insistiría llamando, tranquilízate. — era un buen punto. — Mañana la llamas. ¿Si? — asentí, para después recibir un abrazo de ella, pero aún así con algo de preocupación.

(...)

Estaba afuera del colegio de Ann, esperándola como ya era costumbre, después de unos minutos pude ver a su amiga Val salir, pero no a Ann, llamé a su amiga alzando mi mano, ella al verme vino hacia mi con una cara de preocupación.

— ¿Dónde está...

— ¿Que carajo le hiciste? — la vi confundido, al parecer es costumbre que los demás me interrumpan. — Vino diferente hoy al colegio, dime qué pasó.

— Nada, no sé de qué me hablas. — comencé a procesar lo que me había dicho. — ¿Diferente?

— Si, ya sabes, ella...

— ¿Qué haces hablando con él? — la voz de la mujer que me tenía completamente interrumpió a Val, al escucharla automáticamente sonreí, dirigí mi vista hacia ella, al verla mi sonrisa probablemente fue sustituida por una cara de confusión gracias a que su falda estaba más corta de lo normal, tenía un escote que dejaba poco a la imaginación y un labial rojo que se robó toda mi atención. — Anda Val, adelántate. — dijo seca, la pelirroja me vió con cara de pocos amigos y se alejo de nosotros, mientras tanto Agnes me inspeccionó de arriba abajo, sin reacción alguna, su rostro no mostraba expresión.

— Wow. — dije intentando romper el incómodo silencio que se formo entre nosotros.

— ¿Qué haces aquí? — dijo cruzando sus brazos.

— Vine por vos, como siempre. — ella rió sarcástica. — ¿Qué?

— No quiero volver a verte Tomás. — sentí mi cuerpo helarse ante aquellas frías  palabras que soltó. — Vete y por favor, no me busques más.

— ¿Qué pasa Ann? — intenté acercarme a ella, ella dio un paso hacia atrás.

— Pasa que ya no te amo. — bajó la mirada en cuanto lo dijo, tragué saliva he intenté mantener la paciencia ante la situación.

— Dímelo a la cara sin bajar la mirada. — dije y ella negó. — Si hace unos días morías de amor por mi, no te mientas a ti misma. — solté intentando arreglarlo, nuevamente ella negó.

— Nunca te amé, mi necesidad te tenerte me hacía creer amarte. — Relamió su labio. ¿Qué mierda dice? — Me diste la confianza y el amor que me faltaba, probablemente por eso confundí amor con necesidad. — dijo sin más, esas palabras fueron como dagas en mi pecho.

— ¿Quién sos? — fue lo único que me sentí capaz de decir. — Vos no sos la persona de la que estoy enamorado. — La vi a los ojos, intentando encontrar una respuesta, ella simplemente evitó mi mirada.

— Te enamoraste de la idea de alguien que no soy. — dijo fría, yo reí sarcástico.

— Ambos sabemos que este estúpido juego que estás haciendo no va con vos. — dije serio, algo de sorpresa finalmente dibujó su rostro, yo sonreí al saber que mis palabras le habían causado un sentimiento. — ¿Qué te parece si dejas esta ridiculez a un lado y subes al auto? — finalmente pude ver cómo ella quiso hablar, pero fue interrumpida por la bocina de un auto.

— Llegaron por mi. — dijo con una sonrisa juguetona, yo me giré para toparme con aquel chico de la iglesia esperando a Agnes afuera de un bonito auto. — Si me disculpas, tengo que irme. — dijo con algo de superioridad, iba a alejarse pero regresó a mi. — No vuelvas a buscarme, mucho menos a llamarme, lo nuestro terminó. — dijo seria.

Mientras tanto, me quedé ahí como idiota, viendo cómo mi niña se iba con alguien más. Al sentir las lágrimas amenazando con salir, subí a mi auto y comencé a conducir sin rumbo.

Un hueco en mi corazón apareció, en estos momentos sentía impotencia combinada con tristeza, era la primera vez que me sentía así y lo odiaba, odiaba sentir un puto nudo en la garganta, odiaba el echo de saber que todo terminó sin entender la razón del por qué término esto.

A la mierda, si Agnes quiso que sea así, así será. Sin pensarlo dos veces tomé mi teléfono y marqué.

— ¿Qué quieres? — la asquerosa voz de Verónica resonó en mi auto.

— Te espero en mi departamento. — dije sin más. — Volvamos a lo de antes. — dije sin esperar respuesta de ella.

Comencé a conducir hacia mi casa, en búsqueda de otros brazos sin amor esperando que seas vos.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 | 𝐂.𝐑.𝐎 •CANCELADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora