𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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𝒜gnes:

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𝒜gnes:

Tomás conducía, las calles eran iluminadas gracias a la luna y a los faros del auto, yo me dedicaba a verlo detalladamente, apreciando sus tatuajes, su mandíbula fina, sus labios perfectamente rellenos y el hermoso perfil que portaba, definitivamente estaba enamorada de él.

Hasta la fecha, no le había encontrado algún defecto, fuera de su bipolaridad y el miedo que tiene de decir sus sentimientos, pero a pesar de ello, tiene  una forma de ser peculiar; es demasiado frío pero conmigo parece ser un niño pequeño, parece ser alguien triste, pero cuando lo conoces bien te das cuenta que es totalmente lo contrario, siempre tiene una historia que contar, las cuales siempre me sacan una sonrisa al ver cómo le brillan los ojos gracias a la emoción de lo que esta contando, cuando salimos a un centro comercial toma cualquier oportunidad para ver su reflejo en un aparador, es algo vanidoso, también me parece tierno cuando se pone nervioso y sonríe levemente para después desviar la mirada, amo la paz que transmite a pesar de ser todo un remolino.

— Ann. — su voz y su mano acariciando levemente mi hombro, me hicieron salir de mis pensamientos y percatarme de que estábamos afuera de mi casa. — llegamos. ¿Me prometes que cualquier cosa que pase me llamaras? — asentí.

— Estaré bien Tomi. — dije y besé su mejilla.

— No sé qué haría sin ti Ann. — sonrió y besó levemente mis labios, ocasionando que una sonrisa apareciera en mi. — ¿Por qué no te quedas conmigo?

— Sabes que lo hago para evitar problemas con mamá. — él asintió, un suspiro cansado salió de mi. — Tengo que irme.

— Te amo. — nuevamente me besó. — Mañana pasaré por ti al colegio.

— Te amo Tomi, nos vemos mañana. — Y con ello, salí de su auto, para dirigirme a mi casa, en la cual mi madre me esperaba en la puerta.

— Entra. — dijo mi madre, entré a casa, ella cerró la puerta con fuerza. — Estoy harta de que no me hagas caso y sigas viéndolo. — dijo harta, yo me quedé callada. — ¡contéstame, maldita sea!, estoy harta de hablar sola.

— Y yo estoy harta de vos. — solté sin más, perdiendo el miedo y viendo la ira en los ojos de mi madre. — Él es lo que quiero y te guste o no, estamos juntos. — ella negó.

— Él no merece que lo qui...

— ¡Cállate por Dios!, estoy cansada de que toda mi vida la hayas moldeado a tu modo y ahora que por primera vez estoy haciendo algo porque yo quiero quieras entrar y arruinarlo. — la cara de mi madre ahora era una sorpresa. — Lo amo, te guste o no lo hago y me da igual si me merece o no, él es lo q....

No terminé la oración gracias al impacto en mi mejilla, el cual me hizo caer al suelo por la fuerza, levanté la vista, topándome con mi madre y su mano alzada, acaricié mi mejilla, sintiendo como palpitaba.

— ¿por qué me obligas a dañarte así Agnes? — dijo con esa falsa tristeza que solía hacer cada vez que me golpeaba.

Y por primera vez, me levanté del piso, por primera vez sabía que no merecía esto.

— Vos sos la que no merece que te nombre madre.

— ¡te he dado todo! — negué.

— Lo material no es todo, ni siquiera te ha importado sentarte y hablar de cómo me siento.

— Siempre hemos sido vos y yo.

— No, siempre has sido vos y la idea de lo que vos quieres que sea. — Vi como una lágrima se deslizaba por su mejilla. — Y créeme, ya es muy tarde para llorar.

— ¿A qué te refieres? — me dirigí hacia las escaleras, dispuesta a subir a mi habitación, ella iba detrás de mi.

— Me iré de aquí. — dije y cerré la puerta de mi habitación con fuerza en su cara, sin tomar importancia de sus llamados.

Después de ello, tomé mi teléfono para marcar el número de Tomás para que pasara por mi. Mi primer intento de llamarlo me llevó al buzón, mi corazón se aceleró he hice otro intento, el cual después de tres tonos logré que contestara.

— Tomás, necesito que veng....

— ¿Quién sos? — y para mi mala suerte, una voz de una mujer contestó, haciendo que mi sangre se calentara y sintiera como mis pálpitos se hicieron lentos Gracias a que sentía mi corazón aplastarse.

Colgué, con lágrimas amenazando en salir, las cuales no quería que salieran, no me permitiría llorar en estos momentos en los que necesito pensar.

Comencé a guardar mis cosas en mi maleta rosada, vi dos veces cómo Tomás me llamaba de vuelta, yo lo ignoraba, la poca confianza que tenía en él había desaparecido por completo y había sido reemplazada por una especie de dolor.

Terminé de hacer mi maleta, al salir de mi habitación afortunadamente no encontré a mi madre en ningún lado, sin pensarlo, salí de mi casa y comencé a caminar por las calles vacías, sin rumbo fijo, con el corazón roto y sin pensar en lo que podría venir. Con una falsa esperanza colgando de que todo va a mejorar.

 Con una falsa esperanza colgando de que todo va a mejorar

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Perdón x desaparecer

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 | 𝐂.𝐑.𝐎 •CANCELADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora