𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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Brenda no quiere que la veas. — me dijo Mauro por octava vez, rodé los ojos.

— No es mi problema. — pasó sus manos por su cara, probablemente está algo frustrado.

— No lo dice por vos, lo dice por ella.

— ¿Acaso Agnes es un problema? — se quedó callado. — Por dios Mauro, apenas tiene dieciocho, es una nena. ¿Crees que podría causarme algún mal?

— No lo sé, Brenda me pidió que hablara contigo.

— Que egoísta de su parte. — Mauro bajó la mirada, vi mi celular, eran las 6:00 pm, tenía que ir por Agnes. — Iré por ella. — Me levanté del sofá, me despedí de Mauro y salí de ahí, para después ir hacia mi auto y dirigirme por Agnes.

Estaba algo enojado, pensando en por qué me diría eso Mauro, Agnes a estado bien conmigo (omitiendo la última vez que nos vimos) después de eso pensé bien las cosas, con Agnes me sentía bien y probablemente ella sea la solución a mis sentimientos desacomodados.

Salí de mis pensamientos, me estacioné en frente de la casa de Brenda y tomé mi teléfono para llamar a Agnes, pero antes de llamarla la vi salir de la casa de Brenda con una gran sonrisa, sonreí y salí de mi auto, para recibir un gran abrazo de Agnes, envolví mis brazos en su pequeña cintura.

— Hola. — se separó de mi, aún portaba su hermosa sonrisa.

— Hola. — probablemente yo estaba sonriendo al igual que ella, solamente que no me veía tan bien como ella sonriendo.

— ¿Qué haremos hoy? — relamí mis labios.

— Ya veremos. — me dirigí hacia la puerta del copiloto y se la abrí. — Entra. — ella sin titubear hizo lo que le pedí. — Buena chica. — Le dije y cerré la puerta, para después entrar yo también en el auto.

Entré y por alguna razón no me sentía capaz de verla, mucho menos de hablarle, encendí el auto y comencé a conducir sin rumbo, sin despegar la vista del camino. Escuché a Agnes suspirar pesadamente, intenté ignorarla, pero era imposible hacerlo por el echo de que estábamos en el mismo auto.

— ¿Hice algo mal? — preguntó, solamente negué.

— No todo gira a tu alrededor Agnes. — susurré, probablemente me había escuchado o no, me daba igual.

— ¿Estás bien? — no le respondí, de un momento a otro pasé de quererla tanto a quererla lejos y en realidad no sabía la razón.

Por vieja costumbre y en un intento de congeniar mejor con ella, puse mi mano en su pierna, sentí como su piel se erizaba, automáticamente el sentimiento de quererla lejos desapareció y la electricidad que sólo ella me provocaba, apareció.

— ¿Te incomoda? — la vi de reojo, negó. — Háblame, no me gusta el silencio.

— N-no. — Dijo algo bajo.

— No, ¿qué?

— No me incomoda. — Dijo en un tono más audible y di una pequeña palmada en su pierna.

— Así me gusta. — por el retrovisor pude ver cómo sus mejillas se pintaban de un leve color rojo y una sonrisa tímida dibujó su rostro. — Sos hermosa Agnes.

— No sé qué responder.

— No tienes por qué hacerlo. — leí levemente. — Creo que sos lo mejor que me ha pasado en este año de mierda. — Agnes posó su mano sobre la mía que reposaba en su pierna y la acarició. — Prometo cuidarte y quererte como nadie lo ha echo.

— Nunca nadie me había dicho algo así. — bajó la mirada.

— Tal vez porque nadie te ha querido como yo. — solté sin más, Agnes levantó la mirada y me regaló una hermosa sonrisa.

El camino iba tranquilo, ella me regalaba paz y a pesar de que no había rumbo fijo, me sentía bien yendo a cualquier lugar mientras sea con ella.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲 𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞𝐬 | 𝐂.𝐑.𝐎 •CANCELADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora