XIV:El partido de voley. Pt.2

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—¡Al fin chicas! ¡bien!

Esos eran algunos de los gritos de emoción que la profesora soltaba al momento en que nuestro equipo iguala el puntaje. El resto, que se encontraba en el banco festejaba de igual manera.

Ya estamos casi al final del primer tiempo de este enfrentamiento, la profesora había hecho ya el primer cambio a mitad del mismo como lo había acordado anteriormente. Aún no había ingresado a la cancha y lo agradecía, más aún sabiendo que mí "queridísimo" vecino presenciaba el partido y qué, sin duda alguna, él sería capaz de no sacar sus ojos de mí con cada movimiento que hiciese dentro de la cancha, y pensar en ello solo lograba intranquilizarme y poner mis pelos de punta. Odiaba sentirme así de tonta, y sin razón alguna.

¡Es sólo tu maldito vecino!

Me recordaba mentalmente, como si aquello pudiera aliviar el nerviosismo que me recorría de pies a cabeza en estos momentos. Jeon JungKook es solo mí vecino, nada más ni nada menos, un simple vecino, como cualquier otro.

Claro... cualquier otro, que te ha comido la boca.

¡Pero maldita seas! Hasta mí conciencia logra confundirme, no entiendo si busca calmarme o alterarme aun más de lo que ya estoy. Ya andaba deseando estar en mí casa, en mí pieza, libre de toda incomodidad.

El silbato del árbitro resuena trayéndome de nuevo a la realidad. Había finalizado el primer tiempo.

—¡Vengan chicas, tomen agua!

La profesora llama a mis compañeras, mientras que, luego, con su mano hace un gesto indicándonos a qué nos agrupemos a su alrededor.

—La verdad, es que si les soy sincera, ¿A qué están jugando allí dentro niñas? —les pregunta con cierta pizca de molestia.

Todas allí sabíamos cuanto detestaba perder partidos, y verla enojada no era nada bueno, mucho menos si tienes que ir en el transporte escuchando sus reproches hasta que lleguemos a la institución. Era de lo mas agotador.

—Son muy buenas profe —afirmó una mientras tronaba sus dedos.

—¿Pero qué dices? Para buenas están las cosas. Ustedes son mejores, y a ti niña, no quiero oír aquello nunca más, rebajas el ánimo del equipo. ¿Donde están mis buenas jugadoras, eh? — inquirió pasando su mirada en cada una—. Esas que venían ganando las mayorías de los torneos, no nos rebajemos a estas, ya lo hicimos en ocasiones, no permitamos repetir lo mismo este año. ¡Ánimo muchachas! ¡Demuestren que son unas fieras dentro y fuera de la cancha!

Todas gritaron eufóricas, mientras nos fundíamos en esos abrazos habituales de equipo, apretujando a la profesora en medio.

—Ahora bien, las que quieran vayan al baño, refresquencen y prepárensen, estamos a pocos minutos de comenzar el último tiempo.

Todas asentimos y algunas fueron al lavabo, y otras quedamos sentadas mientras ajustábamos las cuerdas de nuestras zapatillas y practicábamos. La cancha se encontraba vacía, puesto que el timbre de fin del receso había sonado y los estudiantes se encontraban en sus respectivas aulas. Luego volverían, estaba más que asegurado, y eso me estremecía.

Reí ante un comentario de Rosé, y luego al ver que una compañera se había caído a causa de una pelota, la profesora y el resto también lo notó.

—Manoban y Park —nos llamó la señora Kim, ambas volteamos dejando el balón a un lado—, ustedes ingresan para el segundo tiempo, vayan alistándose.

—Al fin señora —se giró la castaña con una sonrisa en su rostro—, ya me estaba haciendo vieja ante tanta espera.

Siguió informándole a otras alumnas que ingresarían, dos del primer tiempo entrarían con nosotras, a la mitad haría cambio, nuevamente.

Mɩ Vᥱᥴɩᥒo ❇ Lɪsᴋᴏᴏᴋ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora