Mɩ Vᥱᥴɩᥒo ❇ Lɪsᴋᴏᴏᴋ.

I: Mudanza y llegada

Genial ¿no? Que te despierten un domingo a las seis de la mañana.

¿Y la razón? para ya mismo irnos a la nueva casa, según mi papá íbamos a estar todos más cómodos y por fin mi hermano y yo dejaríamos de compartir habitación, eso era lo único bueno que le encontraba al cambio de hogar.

No quería mudarme, pero luego de que Iseul lograra convencernos a todos, aceptamos mudarnos sin rechistar.

Seguía aún en la cama, obvio ya despierta, pero el cansancio en mi cuerpo era tan enorme que no quería mover ningún músculo. Unos instantes después mi padre entra en la que dejaría de ser mí habitación.

    —Hija— comienza en un tono triste, mientras toma asiento en el borde de la bolsa de dormir.

Sabía la razón por la cuál se sentía así, y no quería verlo mal, así que traté de mostrarle una sonrisa sincera.

    —Papá, ahora me levanto— digo mientras estiro los brazos.

    —Sé que debes de estar mal por todo esto y te pido perdón— comenta sosteniendo mi mano.

    —No pá, estoy bien, es una mudanza más, un cambio para nosotros.

Menciono aquello tratando de quitarle la culpa que sentía.

    —Si, aún así te alejarás de la escuela y tus amistades. Perdón de verdad.

Tarde para que te acuerdes papá.

    —No pasa nada, no hay de que preocuparnos, es una mudanza después de todo ¿no?

Le sonreí.

    —Te quiero ¿sabés?— aprieta levemente mi mano.

    —Yo también pá. Bueno, iré a prepararme.

Con eso salí del saco de dormir y me senté como indio.

    —¿Preparaste la mochila que llevarás?— pregunta mi papá una vez que se levanta.

    —Sip, ¿el camión ya llevo las cosas?

    —Si, cuando lleguemos hay que meter las cajas, el chico me informó que sólo ingresó los muebles y colchones.

    —No nos habrán robado ¿no?— inquiero en broma.

    —No lo creo, los vecinos de allí se ven de mucha plata.

    —Oooh.

    —Bueno hija, iré ayudar a Iseul con algunas cosas, ¿podrías despertar a tú hermano?

    —Esta bien—miro en dirección a la bolsa de mi hermano, este se encontraba durmiendo sin remera y con una pierna fuera de la bolsa de dormir— pensé que ya se había despertado.

    —Tú hermano, ¿temprano?—pregunta incrédulo— Puff, ni Dios se lo creería.

    —Cierto.

Una vez mi papá salió del cuarto, camino vagamente hacia el saco de dormir de mi hermano menor y al llegar me tiro sobre él como una bolsa de papas

    —Mark, dijo papá que te levantes, ya nos iremos a la casa nueva.

    —Uhm Lisaaa, ¡sal de arriba mio!— chilló con voz dormida.

    —¿Te levantarás?

    —Y si te levantas si.

    —Ok.

Me levanto de encima suyo, no sin antes darle palmada en su trasero.

    —¡Arriba!— digo y me levanto rápidamente