VI:No de nuevo, Jeon.

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Estos vienen siendo mis últimos días de vacaciones, y esta grandiosa familia que me ha tocado no me ha dejado descansar si quiera un día, bueno un día sí, algunos, pero no los necesarios para aliviar con el cansancio que mi cuerpo maneja.

Doy vueltas en mi cama hasta que decido levantarme, me dirijo directo al baño y tomo una ducha para sacar toda ganas de seguir durmiendo, me visto y salgo a la cocina donde nadie se encontraba.

Genial me habían dejado sola.

Voy a la mesa y veo que me tuvieron en cuenta, me habían dejado el desayuno ya listo y al lado de este se encontraba una nota...

"Salimos a hacer las compras los tres ya que alguien no quiere salir últimamente, de paso ya compramos los materiales y el uniforme de la escuela, besos".

— Si supieras papá—susurré.

Acabe mi desayuno y al rato fui a ordenar la sala ya que estaba hecha un desastre, puse la música a un volumen medio y comencé.

Una hora más tarde el calor era imposible de aguantar, sujete mi pelo en una coleta alta y decidí sacarme la remera quedando solamente en un corpiño deportivo y debajo el short. Cuándo finalice mi trabajo de limpieza camine nuevamente a la cocina, tomé una botella de agua fresca dejándola a esta vacía en unos pocos sorbos.

En ese preciso momento es cuando escucho la puerta ser golpeada, el susto fue mi primer reacción, ya que los demás no habían salido hace mucho, recién estarían comenzando con las compras. Miré la hora y son recién las doce, ¿quién podría ser?

Antes de arriesgarme a que algo me pasará revisé por la ventana.

— ¿Y ahora qué?

Mi cara de desagrado y mi mal cuestionar fue dirigido hacia el causante de mi malestar, frente mio se hallaba mi vecino con una caja en brazos, ¿qué tenía que hacer con una caja a estas horas?

Aclaré mi garganta para que está no se tornase tímida luego de no cruzar palabra alguna con él por unos pares de días, sí, exactamente pasaron unos cuantos días luego de que le dije que nunca más me hablase, cosa que ahora veo, no comprendió del todo.

Inhalo un gran cantidad de aire, para después abrir la puerta y mirarlo con un ceño fruncido, no sabría cuanto duraría, porque en estos momentos tengo una ganas raras de reír.

Lo sé, soy extraña.

— ¿Qué haces acá?— inquiero directa.

Me maldigo internamente al momento en que noto como él me recorre de pies a cabeza con su mirada intensa, frenando por cortos segundos en mí pecho —no me había puesto la camiseta, mierda—, hasta finalizar en mi rostro.

— Buenos días también, vecina— comenta sarcástico, acompañado aquel comentario con su maldita sonrisa encantadora. 

¡Mierda Lisa ponte seria una maldita vez en tu jodida vida! Arregla esto y dile que se vaya.

— Tardes ya, ¿que querías? Mejor dicho ¿qué haces con una caja? 

— Oh, esto— menciona tras apuntar la caja que tenía en sus brazos con su cabeza— lo mandaron por equivocación a mi casa, es de ustedes.

Mɩ Vᥱᥴɩᥒo ❇ Lɪsᴋᴏᴏᴋ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora